Capítulo 26.

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Corrió por los jardines sin apenas detenerse a mirar lo que había a su alrededor. Tenía que encontrarle. Cuando no le había visto en la guardia supo que algo andaba mal. Tanto como supo que la desaparición de ese chico era cosa suya. De alguna manera ella tenía la habilidad de descubrir cuando su hermano había hecho algo malo. Desde niños había sido así, aún después de que ella cumpliera con su linaje y marchase con los cazadores y su hermano se fuese con su madre a la Academia Dissander. Su madre... la mujer que había asesinado a su padre una noche de luna llena. Pero ella sabía que no había sido culpa suya. A diferencia de su hermano su madre no podía controlar su condición.

La joven cazadora corrió, aprovechando la escasa luz de la luna sobre su cabeza. Estaba segura de que le hallaría en el bosque. Lo sabía. Tanto como sabía que Jong Hyun no era malo. Su hermano no asesinaba por placer, lo hacia por necesidad. Excepto a aquellos miembros del Gremio. Jong Hyun los había asesinado porque Él se lo había ordenado. El Titiritero, que era como Jong Hyun lo llamaba.

Pero su hermano no... ni su madre, la enfermera de la Academia... ellos no...
Y entonces escuchó la voz de Dong Woo por detrás de ella, llamándola.

—¿Qué haces aquí?

—Te vi salir de la Academia y creí que estarías siguiendo a Sung Kyu.

—¿Sung Kyu? No me digas que le has perdido de nuevo.

—Eh... Me parece que si —y Dong Woo se rascó la frente un segundo —pero seguro que ha ido con Woo Hyun. Ya sabes que ellos dos...

—Pensé que era puro juego.

—Parece que este Sung Kyu va en serio.

—Eso cambiará cuando recupere la memoria —replicó la joven, pero mirando a su alrededor con nerviosismo.

—¿Tú crees?

—Sí.

La chica frunció el ceño. Tenía que hacer que Dong Woo volviese a la Academia antes de que Jong Hyun les encontrase. Tenía que darse prisa. En el estado en el que su hermano estaba...

Y entonces lo vio, caminando tranquilamente hacia ellos.

Ji Soo sintió que palidecía, porque la expresión del rostro de su medio hermano era mala. Era cruel y peligrosa. Y supo que Dong Woo estaba perdido.

A Jong Hyun no iba a importarle que fuese un cazador. A Jong Hyun no le importaba provocar al Gremio.

—Hola.

—Jong Hyun —habló Dong Woo —¿no te tocaba vigilar el segundo piso?

—Decidí que era aburrido —y sin más rodeó a Ji Soo con sus brazos —además quería pasar algo de tiempo con mi hermanita.

—Cállate —susurró la chica, pero siendo incapaz de apartarle, siendo consciente de la sentencia de muerte que había sido aquella. Ambos habían acordado jamás decirle al mundo sobre ello. Y no por vergüenza, como los sentimientos que Ji Soo había desarrollado por esa irritante Mi Joo, sino por cautela y precaución. El Gremio jamás entendería sus circunstancias. Ji Soo había tenido la esperanza de que cuando Sung Kyu fuese el Maestro, tal vez...

—No sabía que ustedes eran hermanos —respondió Dong Woo con inocencia.

—Sí, bueno, hay muchas cosas que no sabes —y Jong Hyun sonrió —¿quieres saber algunas cuantas?

—Basta —le pidió su hermana, pero el asesino la ignoró.

—¿De que hablas exactamente?

—Dime, Dong Woo, ¿has traído tus armas?

Pero era evidente que no. Jang iba en pijama, sin nada en las manos ni los bolsillos.

—Muy descuidado para un cazador, ¿no crees? ¿Qué harás si te topas con el asesino?

—¿El asesino? ¿De qué...? ¿Pero qué rayos...?

Y Dong Woo retrocedió al notar el cambio en las facciones del chico. Era un cazador y había visto eso antes, sin embargo... No era posible. No había luna llena. A menos qué... Dong Woo recordó una de sus primeras clases. El profesor haciendo una pregunta y Sung Kyu levantando la mano para responder.

Los hombres lobo malditos, aquellos que habían sido mordidos. Y los hombres lobo auténticos, aquellos que habían nacido con esa condición. Pero según lo que Sung Kyu había dicho aquel día... lo que el Gremio mismo creía... ellos no eran reales. Ninguna mujer sería capaz de llevar el embarazo hasta el final. Dong Woo lo recordaba, historias sangrientas de mujeres que habían sido devoradas desde el interior por sus hijos o de mujeres lobo que en plena transformación se arrancaban el feto y lo devoraban.

Que Jong Hyun fuese... era imposible.

—Eres el asesino —susurró, retrocediendo un paso.

—Jong Hyun, por favor —suplicó Ji Soo, pero todo pareció ocurrir entonces en cámara lenta.

Dino se arrodilló, sacando un pequeño cuchillo de un compartimiento junto a su tobillo y logró apartarse de un salto cuando el enorme hombre lobo de pelaje rojizo saltaba sobre él.

Mierda. Le habían entrenado durante años, pero aquello... era totalmente imposible, totalmente inesperado.

—Jong Hyun, por favor. No lo hagas.

Escuchó la voz de Ji Soo por detrás, pero no tenía tiempo para mirarla.

Dong Woo estaba ocupado esquivando los ataques del licántropo, con el cuchillo cerca de su cuerpo, esperando una oportunidad para herirle. Había estado en situaciones así antes y siempre había salido victorioso. Las cosas no tenían porque ser diferentes, aun si Jong Hyun era totalmente diferente.

El hombro lobo soltó un gruñido e intento golpearle con sus garras, pero Dong Woo le esquivó de nuevo, dando una voltereta en el aire y quedando justo detrás de él.

—No, Dong Woo —gritó Ji Soo de nuevo.

Pero no la escuchó, corriendo y encajando su cuchillo en la espalda del licántropo, en un sitio que sabía le debilitaría. Pero no fue así. Jong Hyun no era un hombre lobo ordinario.

Y Dino no lo comprendió hasta que sintió las garras de la bestia hundirse en sus costados, su propia sangre fluir lentamente y los chillidos de Ji Soo taladrandole el cerebro.

Pero pese a ello Dong Woo no tenía ia miedo. Iba a morir y lo aceptaba, pero lo haría con la cabeza en alto, como el cazador que era. Muriendo mientras cumplía su deber.

Los colmillos del ser se clavaron en su hombro, desgarrándole la piel y los músculos; y entonces llegó a sus oídos la detonación de un arma de fuego y lo ultimo que escuchó fue el chillido del licántropo a la vez que era liberado y caía al suelo, perdiendo el conocimiento.

Ji Soo yacía a unos metros, con el arma apuntando a su hermano. Había disparado una vez... Y lo haría de nuevo. Jong Hyun estaba fuera de control.

—Te dije que te detuvieras —susurró la chica, mirando de reojo el bulto ensangrentado sobre el pasto. Dong Woo no se movía. ¿Le habría matado?

Jong Hyun se acercó a ella, con su propia sangre escurriendo de su carne gracias a la herida de la bala. Pero no llegó a hacerle daño. No cuando las voces de quienes vigilaban los jardines llegaban a ellos. Debieron oír el disparo.

Ji Soo se volvió hacia Jong Hyun, quien se alejó rumbo al bosque, perdiéndose en la oscuridad.

Y lo único que ella pudo hacer fue ponerse a llorar mientras Hoya y Mi Joo llegaban hasta el sitio. Porque sabía que todo eso era su culpa, pero, ¿que otra cosa podía hacer? Jong Hyun era su hermano y era normal proteger a los hermanos, ¿verdad?

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