Desaparecer

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-Adam, ¿te vas a quedar ahí como un sopenco sin ayudarnos a bajar las valijas?

¡Vaya! Si el señor Hamilton es todo un amor.

-Y aquí vamos...

Dice Adam, antes de soltar mi mano y alejarse para correr hasta el auto en el que han llegado nuestros padres. Yo me quedo parada en el pórtico observando desde lejos y deseando desaparecer.

-Keyla Sofía, ¿no vas a venir a saludar a tus padres?

Mi turno.

La voz de mi madre jamás me pareció tan irritante como ahora. Respiro profundamente  fingiendo una sonrisa y pensando en que lo mejor será que lleve las cosas lo más afable posible. Evidentemente lo que menos quiero es estar aquí, pero no tengo de otra así que ni modo, por las buenas es mejor que por las malas.

-Hola mamá, hola papá.

Me acerco a ellos a  paso rápido.

Dios, solo quiero que termine este molesto proceso para ir a encerrarme en mi cuarto.

Saludo con dos besos a mi madre y cuando voy a hacer lo mismo con mi padre este levanta la mano haciendo una señal de espera, coloca su celular en su oreja y se aleja del grupo para buscar un lugar más calmado. Seguramente hablara de negocios.

Ruedo los ojos con molestia.

Típico.

Qué bueno verte también padre.

-No frunzas el ceño y ve por tus suegros.

Suegros; no sé que me pone más los pelos de punta, que mi madre se haya aproximado tanto para decirme esto o que haya llamado mis suegros al señor George y a la señora Marie de nuevo.

-Un gusto volver a verlos. Bienvenidos.

Digo tratando de ocultar las arcadas que casi me suben por la garganta. Doy mi mano de manera educada al padre de Adam, este la toma con condescendencia y cuando hago lo mismo con Marie está me hala y me trae a sus brazos de manera acogedora.

-El gusto es mío preciosa.

Correspondo a su tierno abrazo sin ningún tipo de hipocresía e incluso me atrevo a disfrutar la dulce escénica que su presencia emerge. No cabe duda que será una excelente madre.

Deshago el abrazo y la miro fijamente, su pelo rubio brilla más de lo normal al igual que sus ojos y su barriga ya no es tan plana como cuando la conocí, ahora tiene un pequeño bulto donde se aloja la futura hermanita o hermanito de Adam. Con emoción colocó ambas manos sobre su vientre y la acaricio.

-¡Ahora si se nota!

No puedo evitar sonar como una niña cuando hablo. Marie pone sus manos sobre las mías.

-¿Que te parece si le hablas?

-¿Ya puede escucharme?

Marie asiente gustosa, parece estar disfrutando está situación.

-Claro que si Keyla, tengo cinco meses.

-Bien – Dudo un poco que decir – ¿es niño o niña?

La francesa se ríe de mi comentario.

-No lo sabemos, quiero que sea sorpresa. Anda inténtalo, háblale al bebé.

Asiento con la cabeza y me dispongo a hablar.

Comprometida con Adam [En corrección]Where stories live. Discover now