Nuevos amigos

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Arriba en multimedia Natan.

***

Manejo por las calles pensando en que no tengo donde ir. Claudia sale del hospital está tarde y no quiero agobiarla con mis problemas, podría ir a quedarme con ella un buen rato, pero lo más seguro es que se encuentre Colton cuidándola y no quiero verlo, no después del beso que nos hemos dado. De Adam no he sabido nada desde que lo deje dormido en su recámara y eso, definitivamente me deja con cero personas en quien contar en este momento.

Miro hacia la parte trasera del auto y suspiro viendo mis cosas sobre el sillón.

Nunca pensé que podría ser capaz de dejar mi casa.

Pero, ¿que se supone que debía de hacer?

¿Quedarme en el lugar donde tengo una madre que actúa como si me odiara y un padre que le da igual si me tiro de un puente?

Bueno, no le daría igual. Sufriria un poco por la pérdida del treinta por ciento de sus acciones, le haría un funeral a su dinero y lloraría a cantaros pegado de su caja fuerte.

Vuelvo a suspirar con desgana y tomo mi celular que ha estado vibrando como loco para tumbar la llamada entrante de mi padre.

¿Que hago?

Me paro a un lado del camino, me quedo un rato mirando las calles grises asfaltadas y algo húmedas por una ligera lluvia que ha estado cayendo esta mañana, siento como mis manos se aferran más al guía del vehículo y dejo caer mi cabeza de manera que mi frente queda pegada del centro.

Como quisiera que esto fuera otra de mis pesadillas.

No debí de decirle nada a mi padre.

O quizás si... al menos ahora vi su verdadero rostro.

Me pongo recta y vuelvo a emprender el camino, esta vez decidiéndome a salir de la ciudad.

Quizás deba de irme y mandar a todos a freír espárragos.

Cuando llevo un buen tramo recorrido vislumbro el Scorpion bar. Termino de pasarle por el frente, pero, tras pensar un momento y darme cuenta de que no tengo nada más que hacer decido dar la vuelta, estacionarme en el sucio aparcamiento del lugar y entrar al establecimiento sin pensarlo mucho.

Me sorprendo cuando veo que está vacío, por excepción de dos personas, una que se encuentra frente a la barra, acostado como si estuviera echando una siesta en un lujoso hotel y otro organizando las mesas.

Con la luz del día es mucho más sencillo ver el bar y es entonces cuando caigo en cuenta de que no luce tan mal, a ambos lados de la entrada se vislumbran dos estancias en la primera se pueden ver algunas mesas y un escenario, donde seguramente traen a tocar una que otra banda local y en la segunda se encuentran tres mesas de billar en buen estado, mientras, en el centro del sitio solo hay un par de mesas más junto a una vieja rocola – Tenía mucho sin ver una de esas – la barra es de un marrón muy oscuro; este debe de ser el estilo del lugar, algo viejo pero no tan descuidado como creí haber visto la primera vez que entre.

-Estamos cerrados.

Dice el chico con una silla entre sus manos.

-¿Entonces porque a él si le sirves?

Digo haciendo referencia al hombre de la barra. Él muchacho se voltea y se queda congelado por unos segundos cuando me ve.

-Vaya... pero si es Key.

-Por favor, no me llames así.

Mi voz se escucha con tremendo pesar y Nathan no hace más que elevar ambas manos en forma de rendición para luego caminar hasta mi.

Comprometida con Adam [En corrección]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora