Sorpresa (parte 1)

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En mi primer año de secundaria era la típica ñoña del salón.

Solía llevar el pelo trenzado, largas faldas o anchos pantalones y enormes gafas, nunca fui del tipo de niñas que se preocupara por su apariencia, más bien me consideraba alguien curiosa que saciaba su sed de conocimiento a través de los libros – Vivir en una biblioteca, ese era mi sueño – Jamás me fijaba en las burlas de las personas que se hacían llamar mis compañeros, por no ser tan "delicada", tampoco hacía caso a mi mejor amiga, quien desde muy joven era considerada la más popular y hermosa de la escuela, cuando intentaba a veces de manera demasiado insistente hacerme cambiar de forma de vestir.

Yo solo era yo y eso me hacía feliz.

O al menos fue así hasta el día en que mis compañeras decidieron hacer un certamen de belleza ficticio en el que se encontraban todas y cada una de las chicas del salón. No me sorprendió ver qué la primera en la lista, puesta como ganadora era Claudia, lo que si me sorprendió fue notar que mi nombre se encontraba excluido de ella.

Con algo menos que curiosidad, más bien, indignación, pregunte al grupo de elaboradoras de ese horrible papel porque no aparecía y he de decir que mejor me hubiese quedado con la duda:

"Linda, te hicimos un favor al no ponerte en ella. Al paso que vas será más sencillo buscarte un puesto en la lista de los chicos"

Sus risas retumbaron en todo el salón de clases. No había notado que la mayoría de las personas en el curso se encontraban observándome atentamente, como si se hubiesen esperado este momento.

Como si mereciera ser tratada así.

Mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas e instintivamente mire a mi alrededor.

Sentía como si tuviera una enorme plataforma bajo mis pies encargándose de mover el piso en el que me encontraba y cuando sentí que ya era suficiente de sus burlas me fui corriendo al baño de chicas sin importarme que mi mejor amiga ya venía por mi rescate.

Al llegar al tocador trate de evitar pararme frente al espejo, pues sabía que después de ese día no sería lo mismo. Ya había cruzado esa delgada línea que me hacía estar contenta con mi forma de ser, ahora me importaba lo que dijeran de mi y no había marcha atrás. Lo supe desde el primero momento en el que permití que esa lista me hiriera.

Después de unas largas horas encerrada en el lugar decidí levantarme de la esquina que había elegido como refugio e hice lo que tanto temía, observe mi reflejo en el cristal del tocador y por primera vez en mi vida vi lo que los demás veían.

Era fea y no merecía que ningún chico me notara

¿Cómo no me había importando antes?

Toque mi mis ojos, mi pelo mi rostros y lloré... lloré hasta que mis ojos se quedaron secos por no ser lo que la sociedad esperaba que fuera. Fue horrible. Mi autoestima quedo por el suelo e hice algo que nunca pensé que haría; Le pedí ayuda a Claudia y a mi madre para cambiar mi forma de vestir.

Perdí mi autenticidad a cambio de estar el próximo año en el puesto número diez del concurso de belleza ficticio y en ese momento para mí estaba bien.

Había perdido ese toque especial que me hacía ser Keyla Sofía y nunca más lo recuperaría.

Fui ingenua al pensar que ese día sería el último en el que tendría que enfrentarme a la crueldad de un grupo de estudiantes, pero ya veo que me equivoque. Caminando por los pasillos a final de nuestra jornada y notando los cuchicheos de la gente con burlas vagamente disimuladas me arrepiento de las decisiones que tomé en el pasado.

Comprometida con Adam [En corrección]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora