Decepcionada

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Los días pasan muy rápido. A penas me doy cuenta cuando casi se han cumplido tres meses más desde que el bebé Hamilton nació y he visto a Adam.

Colton y yo hemos sido inseparables en este tiempo; he aprendido a distribuirme entre mi mejor amiga y mi novio. Visitó a los Stein y a Marie, evitando a Adam a toda costa y así he equilibrado vida.

A mí madre y a mi padre los he olvidado por completo, decidí que si eso es lo que ellos harán conmigo entonces yo les pagaré con la misma moneda. Papá se la ha pasado de viaje de negocio, lo que ha facilitado que no lo vea y mamá ha estado muy extraña. Creo que actuar como que no estoy acomoda su existencia.

Mañana es el día de mi graduación, pero, en vez de estar escribiendo el discurso de fin de curso, que francamente no pensé que me pedirían hacer, estoy mirando un número telefónico puesto en mi celular. Ese que le he pedido ha Rosa hace más de un mes; el de la clínica donde se encuentra el psicólogo que me vio después del accidente que ni siquiera recordaba que había tenido hasta ese macabro sueño.

No sé si agradecer a mi subconsciente por abrirme los ojos o echarme a llorar, desde esa noche veo las cosas con mayor claridad, ahora estoy casi segura de que ese sentimiento de dejavú no es más que un intento desesperado de mi cerebro de recordar lo que había olvidado.

Siento como mi espalda se eriza al acordarme de la sensación de ahogo que tuve en esa pesadilla.

"Por Dios Keyla... concéntrate y ponte a escribir el tonto discurso"

Pienso, mientras intento dejar mi móvil de lado y posar mi vista en el papel con mi estilizada letra, pero no logro alejar el aparato de mis manos.

Empuño los ojos con desesperación.

Es que tengo tantas dudas en mi cabeza que seguramente él puede responder y aunque me dan miedo las respuestas necesito saberlas.

¿Y si no es real?

Quizás lo molesta que he estado con mi madre me ha hecho inventar ciertas cosas.

O peor aún...

¿Y si lo es?

¿Que voy a hacer cuando descubra la verdad?

Me aterra saber algo más.

Aunque claro... no me da más miedo que a Rosa hablar de lo que pasó esa noche. Casi no logro que se quede al teléfono cuando le mencione el incidente, al final lo único que conseguí fue el nombre del doctor y el hospital que me asistió y así, realizando una búsqueda exhaustiva terminé consiguiendo el número con el cual podría conseguir una cita y preguntarle lo que quiera.

Continúo viendo el celular con nervios, para después de un rato dejarlo sobre mi cama e irme de mi habitación, decidida a llamar más tarde.

Recorro la casa en silencio hasta llegar al despacho de mi padre, generalmente voy allí en busca de uno de sus libros; Hoy me serviría mucho uno de ellos.

Necesito relajarme.

Pongo mis manos en la fría puerta y la empujo para encontrarme con la sorpresa de que mi padre esta sentado en la silla detrás el escritorio con su computadora en manos. Al momento de irrumpir en el lugar su cabeza se levanta abruptamente y su vista choca con la mía.

Comprometida con Adam [En corrección]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora