El juego de los cinicos

927 67 6
                                    

Observo mis pies colgar desde el asiento mecedora. Está vez no he traído un libro conmigo y solo me mantengo aquí, balanceándome suavemente mientras estoy sumida en mis pensamientos.

¿Y como se supone que este?

Si esta mañana cuando desperté de esa horrible pesadilla toqué mi frente, sentí la pequeña cicatriz que ha estado ahí desde que tengo memoria e intente recordar como fue que me la hice, pero nada llegó a mi, es como si se hubiese esfumado de mi cabeza.

¿Como es eso posible?

Hoy es noche vieja y por suerte mi madre no ha intentado presionarme para que vaya a la tonta fiesta de fin de año que realizan las personas de sociedad que vienen de vacaciones a Ámsterdam. –Suspiró con alivio mientras veo mi aliento flotar en el aire en forma de humo – Lo que menos quiero es sentarme en medio de un grupo de personas que no me agradan a pretender ser lo que no soy. Ahora mismo hay demasiadas cosas que no entiendo. Lo que necesito es pensar, no vestirme como una barbie e ir a escuchar conversaciones tan superficiales como sus participantes.

La puerta de la casa se abre y deja ver a Adam saliendo por ella, él me mira y me sonríe como si no me hubiese visto en meses.

-Hola muñequita. Sabia que estarías aquí.

-¿No pudiste inventarte un sobrenombre más irritante?

Adam mira el techo del porche como si estuviese reflexionando algo para luego observarme.

-No.

Responde de manera picara. Ruedo los ojos para él y vuelvo a mirar mis zapatos.

Hoy no tengo deseos de pelear con nadie.

-¿Todo bien?

Su pregunta me sorprende. No sé que hacer, ¿se supone que debo de contarle mis sueños a una persona que probablemente no siente nada por mí y lo único que está haciendo en fingir interés para lograr sus propósitos? O peor aún si le digo que pienso que hay una vaga posibilidad de que esas cosas que han estado apareciendo en forma de pesadillas para torturarme pueden ser reales.

Pero, ¿que estoy pensando?

Ni siquiera les he contado esto a mis amigos; lo analizo unas cuantas veces más, hasta que solo asiento con la cabeza para que deje pasar el momento de reflexión en el que me ha encontrado y asuma que todo está bien.

Adam asiente de vuelta y comienza a colocar una bufanda crema en su cuello con mucha cautela.

-¿Te gustaría dar una vuelta conmigo? Iba a salir a caminar, y ya que estás aquí, quizás quieras venir.

Miro a todos los lados como si tuviera miedo de que alguien nos estuviera observando o como si su propuesta hubiese sigo inadecuada en algún sentido. Adam en ningún momento ha dejado de anudar la bufanda hasta que termina y me mira con sus hermosos ojos esperando una respuesta.

-De acuerdo.

Hablo tan bajo que pienso que no me ha escuchando, sin embargo su mano extendida frente mio me hace dar cuenta de que estoy equivocada, la tomó sin rechistar para dejarla ir en el momento en que estoy parada  y comenzamos hombro a hombro sin decir nada más.

El camino es precioso; como todo lo que nos rodea está cubierto de nieve y enormes árboles se ciernen sobre nosotros ligados de color verde con blanco como si de un collage se tratara, dándonos un ambiente natural digno de una película. Meto mis manos en los bolsillos de mi chaqueta gris y sigo los pasos de Adam, quien se adentra en el bosque. En segundos estamos rodeados de viejos troncos húmedos llenos de musgo.

Comprometida con Adam [En corrección]Where stories live. Discover now