25. El encaro

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Así como ella me imagino a Sara, a pesar de ser muy linda y producida, la encuentro una chica sencilla y no , tiene ese aura tierno y dulce, amable y amigable que quiero que mi personaje de sara de a mostrar en cada capítulo.

Capítulo 26: El encaro.

Domingo.

¿Y qué quiere decir?

Que mañana es la vuelta a clases, y no me emociona para nada, siempre e detestado las tareas como a nada en mi vida, odio estudiar. Nunca e sabido como logro pasar los exámenes, si a veces ni estudio.

Hoy hay viento, pero el sol como siempre ahí muy presente, quisiera que un día de esto lloviera, estoy comenzando a extrañar un día de lluvia.  Mucho sol nunca me a gustado, y mucha lluvia tampoco, me suele pasar que mucha lluvia me baja el ánimo. Estúpido pero me pasa, pero aun así quiero que llueva.

Aún tengo los zapatos de jasper en mi poder, no e tenido él suficiente valor para devolvérselos, ni siquiera para decirle "¡hey tus zapatos!" y no sé, aventarselos por la cabeza, él tampoco a venido a invadir mi habitación desde aquella tarde del viernes, ¿acaso ya no quiere volver a verme? Reconozco que no quiero eso, no quiero que nunca olvide que aquí tiene a una vecina dispuesta a ser molestada por él. Aveces creo que ya me acostumbre a sus molestias, amo que lo haga, aunque nunca se lo reconozca a la cara.

Tengo que ir al café, para ver si sigo trabajando en las tardes o si me tengo que retirar, el martes falte por que justamente era la matriculación. Camino deprisa por mi habitación, en busca de mi pequeño bolso, coloco mi móvil y camino hasta la salida de mi casa.

—mamá, voy a ir al café para arreglar el asunto de mi trabajo,—digo al verla colocando una bolsa dentro del contenedor de basura.  Ella me observa, sopla un mechón de cabello que caía de su frente y me habla.

—oh claro—asiento dándole la razón y salgo.

Al ya estar frente a la casa de jasper, espero un momento esperando por un taxi.

—Sara.

Giro levemente al gigante portón negro, trébol, el hermano de jasper.

—hola—saludo con una sonrisa, me la devuelve y se acerca a mi.

—mi papá fue a arreglar tu ventana—dice, yo asiento dándole la razón,—pero, es que igual me sentía culpable y quería pedirte disculpas de nuevo—lanza una risita nerviosa.

Este chico es tan adorable.

¿por qué jasper no puede ser igual?

Sonrío alzando los hombros, restándole importancia,—da igual, ya no te preocupes.

—si, pero,—parece dudar un momento,—mañana comienzan las clases, y sé que ahora iremos en la misma,—sonrie de manera tierna—si quieres podemos juntarnos en los recreos, digo, no vayas a pensar mal.

—como amigos—le doy una sonrisa de comprensión—me gustaría mucho.—me sonríe haciendo que sus ojos se achinen, oww sonríe con los ojos.

—¡que bien entonces!—lanzo una risita.—bueno ya te dejo.—se despide haciendo un pequeño ademán.

Asiento,—que estés bien—digo viéndolo de espaldas.

—tu igual—dice sincero. Entra a su gran recinto caminando hasta su casa.

Sonrío. Trébol sin duda es un chico muy tierno y buena onda, tiene quince años, creo. A pesar de eso se ve muy ordenado, tiene esos aires inteligentes, preocupado, y que te dan confianza.

Aproximadamente dos minutos después llega un taxi. Al llegar dejo pagado y me bajo. Camino dentro y saludo a josefina de lejos ya que esta ocupada atendiendo un pedido.

Carla está con la vista baja tecleando con sus dedos la calculadora.

Me acerco a ella, golpeando el mesón,—¡hola!—ella respinga sobresaltada, yo lanzo una risita divertida.

Mueve su cabeza sonriendo—¡loca!, me asustaste—dice colocando su mano al pecho.

Sonrío inocente dándole la vuelta al mesón para poder saludarla. Ella me abraza.

Nos apartamos, de inmediato hace un puchero—ojala puedas quedarte—hace una mueca—claro, pero a ti te complica igual, digo estudiar y trabajar todo junto.

Alzo los hombros sacudiendo la cabeza.—si me dejan quedar, yo sigo—ella sonríe.

—seria fantástico.

—ya nos acostumbramos contigo.—dice josefina desde el otro lado del mesón—eres un amor chica—sonrío.

—gracias—digo enternecida. Abro los ojos—pero yo tengo que hablar con el jefe.—ellas sientes y yo camino hacia el pasillo, toco la puerta y escucho una voz que me da la entrada.

—hola—digo cerrando la puerta detrás de mi.

—te estaba esperando.—dice el hombre. Don Ignacio es un hombre de unos cincuenta y cinco años, bajo con barrigita, cabello algo canoso y así mismo su bigote. No es el típico hombre terco y mandón, no, es un hombre amable y preocupado. Me da una sonrisa y habla,—primero que nada, has sido de gran ayuda aquí—sonrío asintiendo—por mi y tus compañeras, puedes seguir trabajando.

¡Si!

—¿enserio?—pregunto sorprendida, el asiente dándome la razón.

—claro mi niña, es tu decisión ahora, claro que abría que cambiar tu horario a uno más tarde.

Asiento,—por mi no hay problema, ya que así puedo ir a mi casa, y no andar tan al justo con el tiempo—explico.

El sonríe levantándose de su silla—bien, entonces esta todo dicho, mañana puedes venir a las ocho cincuenta.

—bien.

****

Al despedirme de las dos muchachas del café, camino nuevamente en dirección a mi casa, es tarde, pero aún hay suficiente luz. Coloco los auriculares a mis oídos y le doy play a la música. Siento algo de frío, e notado estos dos últimos días algo extraño en el clima, hay más viento y ya no hay tanta calor como normalmente a sido.

Soy algo psíquica.

De pronto un auto negro baja la velocidad a mi lado, ese auto se mes conocido. La ventana bajo lentamente hasta dejarme ver el perfecto y lindo rostro de jasper.

Sonríe de lado, pasando una mano por su cabello, ¿Por qué hace eso? Se ve demasiado sexy—¿te llevo loca?

Mi corazón se acelera. Muevo mi cabeza. Tengo que dejar mis estúpidos sentimientos y encararlo, esta mi oportunidad.


Él es mi crush (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora