37. El beso

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Capítulo 37: El beso.



Mis ojos inspeccionan al chico, por alguna razón se me hace familiar, obviamente ya lo he visto en mi salón desde el inició de las clases, aun así, es como si ya hubiera hablado con él, pero a la vez no siendo él.

Se que es confuso.

—¿eres de aquí?—pregunto sentándome en una mesa al lado de la ventana. Acomodo mi mesa en espera de su respuesta.

Mi pregunta simplemente se debe, a que sus características son algo, poco común de ver aquí. Algo exóticas pero lindas.

—desde hace dos años, antes vivía en Londres. En realidad nací en Irlanda.—habla sentándose, me sonríe, de esa forma tímida.

—¿en Irlanda?—el asiente.—debe ser lindo.—comento.

—sí, lo es.—hace una pausa.—¿y tu eres de aquí?—pregunta manteniendo aquel tono tímido.

Asiento con la cabeza.

—no he salido del país.—informo.

—deberías hacerlo.—recomienda.

—¡sí! De hecho siempre e soñado con hacerlo.

—con mi familia siempre vamos a algún lugar diferente.

Me es imposible no pensar en la suerte de algunos. Lo afortunados que son de poder explorar y experimentar nuevos lugares o sensaciones. Algún día me gustaría hacer lo mismo.

—¿tienes hermanos?—le escucho volver a preguntar.

Niego, en negativa.

—no, soy hija única.—respondo.—¿y tú, tienes hermanos?

—sí, una hermana, somos mellizos.

—debe ser entretenido tener un mellizo.

—mi hermana es... buena onda.—me regala una sonrisa de lado. Vuelve a hablar.—¿qué te gusta hacer?

Me quedo pensativa.

—trabajo... después de clases en un café. En realidad no sé muy bien que hago aparte de eso.—hablo dudosa.

—¿cuál café?—pregunta curioso.

Lanzo una risita.

—creativamente se llama café.—también le escucho reír. Vuelvo a hablar.—pero está en la calle Williams, está cerca del otro café, la Estrella.

—ah, ahora entiendo, yo he ido al otro, pero podría ir ahora al café, café.

Vuelvo a reír por lo último.

—claro, nos vendría bien más clientela.—hablo.

De pronto siento mi móvil sonar. Me ha llegado un mensaje. El me sonríe relajadamente. Por mi parte saco lo móvil para ver el mensaje.

Frunzo el ceño al ver que no es un número que tengo registrado.

Número desconocido:

14:3

Ven al gimnasio, ahora.

Inevitablemente vuelvo a fruncir el ceño.

Yo:

14:4

¿Quién eres? Si no me dices quien eres, no iré.

Escribo decidida. Tan, loca, no estoy como para seguir instrucciones de alguien desconocido. Por más curiosidad que tenga.

Él es mi crush (Editando)Where stories live. Discover now