CAPÍTULO TREINTA Y DOS "Diana"

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—¿Estas segura muñeca? -pregunta Draco mientras acaricia la mejilla de su esposa.

—Si mi amor, estoy segura que tiene un amante y lo voy a descubrir. -estaba dispuesta a llegar a la verdad cueste lo que le cueste, su hermano tenía a otra mujer, eso nadie se lo podía sacar de la cabeza.

—Muñeca, no estas segura -Draco pone los ojos en blanco, cuando algo se metía en esa cabecita no había poder en el mundo que lo sacara, es por eso que estaban ahí esperando a que su víctima saliera del trabajo para seguirlo. Si supiera la verdad le cortaría las pelotas a su hermano.

A Draco no le costo trabajo descubrir el romance secreto que tenían esos dos, aunque siempre se mantuvo al margen podía imaginarse el motivos de la huida de Miranda. De hecho el mismo estaría dispuesto en cortarle las pelotas al imbécil de su cuñado.

—Si que lo estoy...bueno lo estaremos...mira -señala con su cabeza, a lo lejos se veía Alejandro salir de la empresa, estaban estacionados unos carros atrás del suyo así que cuando Alejandro se acerco a su auto los dos tuvieron que agachar la cabeza para evitar ser vistos.
—¡Persigue a ese coche! -le ordena a Draco con emoción, quien la ve con cara de pocos amigos por el comentario. —¿Qué? Siempre quise decirlo -se encoge de hombros, se acomoda en su asiento mientras abrocha su cinturón.
Conforme avanzan Diana va cambiando su cara de emoción a nerviosismo, el camino le parecía de lo mas conocido... ¿Era la casa de Miranda?

—¿Que hace aquí? -Draco cuestiona al ver a su cuñado entrar al edificio, gira en busca de la reacción de Diana, pero ésta ya se estaba bajando del vehículo. Rápidamente Draco se desabrocha el cinturón de seguridad y baja con pasos largos alcanza a Diana la toma de la cintura. —Hey muñeca... ¿Adonde vas? -podía sentir como la tensión se hacia presente en el cuerpo de su mujer.

—¡Sueltame Draco! -forcejea entre sus brazos pero al entender que no la solitaria hasta verla mas tranquila respiro lenta y profundamente hasta llegar a estar un poco mas tranquila.

Draco siente como poco a poco se va relajando en sus brazos, pero no la suelta no era que no confiara en ella... Simplemente la conocía muy bien y estaba seguro que solo bastaba un minuto de distracción para que echara a correr

—¿Qué piensas hacer? -le susurra en su oído y aprovechando la cercanía hundió la nariz en su cabello, como le encantaba su olor natural.

—Q-Quiero ...s-saber la verdad -logra decir suelta un suspiro y muerde su labio ¿por que su cuerpo tenia que reaccionar ante el hasta con la mas mínima caricia? Solo le hablaba al oído y con su nariz acariciaba su cuello y eso la descolocaba... Le hacia olvidar hasta en apellido... Un momento, que idiota, se obliga a salir de la ensoñación, molesta muy molesta le da un codazo a su marido sacándole un quejido de dolor. —Eres un Idiota, mira que utilizar tu.. Aaagr -suelta un bufido de frustración se asegura que su ropa este en su lugar y se gira en camino a la puerta antes de entrar gira para ver a su esposo y le dice:
—Esto no se quedara así -le guiña el ojo y entra al edificio.

Draco ya se podía imaginar a lo que se refería, estaba muy molesta con él, pero el no tenía la culpa se que su cuerpo reaccionara a su voz.
Solo reconocía a quien le pertenece.
¡Bah! Ya encontraría la forma de contentarla no importa la cifra que tenga que pagar tenía miles de besos y caricias para desparramar por todo su cuerpo. Satisfecho con eso vuelve al auto para esperar a su mujer.

Diana podía caminar por ahí con los ojos cerrados se conocía el lugar como la palma de su mano.. Solo que esta vez ya no estaría su amiga para saludarla.

Llega al piso de Miranda camina hasta la puerta y antes de tocar, pega un oído a la puerta tratando de darse una idea de quien estaba ahí adentro, pero no se escuchaba nada.

Más allá de tu MiradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora