EPÍLOGO

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EPÍLOGO

UN AÑO DESPUÉS

—Vamos Miranda, yo te  acompaño -Diana le sonreía mientras aleteaba sus largas pestañas como cada vez que quería lograr algo.

—¡Ay!  Diana ¿Para qué? No tiene caso mujer deja de dar lata y ayudame con la lista -le contestó de mala gana, no debía de haberle contado sobre su retraso.

—Miranda vamos, no te tomará mucho tiempo.-seguía insistiendo, últimamente veía muy rara a Miranda, estaba muy sensible y tenía varios antojos raros.

—¿Sí acepto te pondrás a trabajar? -le cuestionó ya enfadada de la situación.

—Sí, pero ya que regresemos del ginecólogo. Vamos te hice una cita. -se pone de pie con dirección a su bolso.

—¿Como sabias que aceptaría? frunce el entrecejo molesta, nunca le gusto que Diana diera por hecho las cosas.

—No lo sabía e hice  dos citas una para hoy por la tarde y otro para mañana. -le dijo como si fuera lo más natural el mundo.

—Osea que no me hubiera librado de ti -no era una pregunta, cuando a Diana se le metía algo en la cabeza no había poder en el mundo que le hiciera cambiar de opinión.

—Me lo agradecerás… ya veras. -contesto con orgullo.  

—Diana, ¿que de la palabra estéril no entiendes? ¡No puedo tener hijos!.. punto.-le dijo con desesperación, le mataba que le recordara su problema a cada momento, era cómo remover una daga que tenía clavada en el pecho. Y dolia… mucho

—Pero Miranda, yo he visto tus síntomas, no duermes, tienes hambre todo el tiempo y tienes un humor de perros..-enumero cada punto con sus dedos.

—Diana,-hace un ademan con sus manos indicándole que se callara —no duermo porque tengo un libro que escribir, una fundación que dirigir y una hija preciosa que cuidar, tengo hambre porque no tengo con tiempo de comer a mis horas y de ahí viene mi mal humor.-le explica sobándose las sienes  —¿Ves?  no estoy embarazada sino estresada. Cancela la cita, no tengo tiempo para esto.-se pone en pie irritada, camina sin regresare la mirada para salir de la oficina que comparte con su hermana. En algo tenía razón esos síntomas la estaban volviendo loca, claro que visitará al médico para que le recetara algo para el estrés..

Extrañaba los días que paso en su increíble y relajante luna de miel, donde alex la concentia en todo y cada uno de sus capichos,  esa semana dedicados a ellos dos encerrados en una cabaña amandosey adorandose el no al otro, el pueblito era pintoresco, lastima que no tuvieron tiempo para recorreelo. Aunque detalles de la habitación del baño, la habitación, la sala, de eso si recordaba hasta el mínimo detalle. Porque fueron testigos de su inmenso amor.

Diana y ella trabajaban arduamente en la fundación “Manitas pintadas corazones felices” en donde brindan servicios médicos y ayuda económica, psicológica a los más necesitados.

Estaban preparando un baile para recaudar fondos para poder ampliar el personal, actualmente solo contaban con un doctor que solamente las ayudaba un día por semana junto con su enfermera y psicóloga y ellas lo que necesitaban era un equipo fijo y disponible para todo aquel que lo buscará.

Por la noche Miranda llego a su casa, esta vez tocaba a Alex recoger a la pequeña del colegio.

Al abrir la puerta un exquisito olor a comida se impregnó en sus fosas nasales. ¡Era delicioso!

Camino en silencio adentrándose a la sala, pero al verla vacía camino al comedor, ahí en la mesa estaban dos servicios listos con platos cubiertos servilletas y dos copas vacías, la periquera de Sarah no se encontraba ahí cosa que le pareció muy extraña, pero le agradó la idea de tener una cena linda con ahora su esposo.

Más allá de tu MiradaWhere stories live. Discover now