CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO

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—¿Estas lista? -le pregunta entre cerrando los ojos, tenia mala pinta y empezaba a sospechar con quien hablaba.. No era difícil solo bastaba con verle su cuerpo tenso y su mirada perdida.

Sacude la cabeza para librarse de los sentimiento e ideas que revolotean en su cabeza, pero no podía con la idea de haber hablado con Alejandro.

¿Por que le contesto? ¿por que no le colgó? ¡Mierda Miranda! La has hecho bien... ¡La cagaste!
Ahora el pensará y se regocijará con la idea sentirla tan disponible para él, que le puede hablar a la maldita  hora que quiera...

Pero es que no pudo con eso... El escucharlo tan tierno y afligido como ella. Eso le dio cierta satisfacción con al idea de no ser la única que sufre con esta situación.

La voz de Erick saca de sus pensamientos a Miranda que mira el móvil como si lo acabara de conocer y fuera algo novedoso.

—¿Perdón? -no tenia ni idea del comentario que había hecho pero lo hizo por que Erick la veía esperando a que contestará.

Erick sonríe mientras niega con la cabeza divertido.

—Te he preguntado sobre el tono de pintura -señala las latas con diferentes tipos de tonos. Miranda hace una mueca de sorpresa —La gama de colores es muy amplía... y traje todos -encoje los hombros restando importancia al asunto.

—Bueno pues echemos un ojo a eso -sube sus mangas del mono azul y se inclina para observar con mayor atención a los colores. —Me gustan estos dos... Creo que juntos quedaran en armonía. -sonríe, ve a su alrededor imaginándose como quedaría las paredes con esos tonos.

Sí, le gustaba pronto muy pronto podría llamarlo hogar.

—Yo creo que necesitas algo verde -Erick comenta a sus espaldas, Miranda al escuchar el comentario gira sobre sus talones con mala cara, ¿como algo verde? Dispuesta a reñir por  semejante idea, pero al ver lo que Erick tiene escondido atrás de su espalda, sus facciones se suavizan. 

—¡Un bonsái! -le dice encantada con el arbolito en miniatura —Es hermoso -sonríe de oreja a oreja. El pequeño árbol le traía los pocos recuerdos felices de su niñez. A su madre le encantaban tenia varios de ellos por toda la casa recordaba que por las mañanas ella los regaba y podaba sus ramitas con tanto cariño y al percatarse que Miranda la observaba le llamaba y le pedía ayuda para hacerles su cambio de "look", pero al morir su padre se deshizo de todo recuerdo incluyendo a los pobres árboles. 

—Imagine que te gustaría, pero no me esperaba que te hiciera llorar -seca una lágrima que resbala por su mejilla, no se había percatado que estuviera llorando.. Últimamente estaba tan sensible.

—Me trae lindos recuerdos... -Pasa el dorso de su mano para limpiarse la nariz —Los mas hermosos de mi infancia...-sonríe sinceramente para después dar un: —¡Gracias!  

—Me alegra mucho saber que te gusta... Quedaría bien en la mesita de la sala -camina hacia ella y deja ahí al bonsái, moviéndolo hasta dar con el lugar exacto dónde resalta. —Mira ¿Qué te parece? -sube y baja las cejas orgulloso.

—Sí, queda lindo... -sonríe. Ve la hora en su reloj en la muñeca  —Por cierto, hoy vendrán unas amigas a cenar, me gustaría que te quedarás -aletea sus pestañas negras, junta sus manos en señal de orar.

Erickson la ve divertido, en verdad no necesita ni decirlo dos veces para aceptar, le encanta pasar tiempo con Miranda tenía ese tipo de locura que le hacían bien. Ya se había resignado a tener solamente su amistad, lo había dejado muy claro en diversas ocasiones.

—Claro, no tienes que tienes que pedirlo más...

Sonríen y vuelven al trabajo mezclando las pinturas para pintar las paredes de la sala ..

Más allá de tu MiradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora