CAPÍTULO 54

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CAPÍTULO 54

Estaba sumida en la obscura y fría inconsciencia, con su cuerpo entumecido.
Veía a Alejandro jugar con Morita en un parque, el sol cálido en su cuerpo le acariciaba como cualquier día de verano el cielo con nubes moteadas paseaba  perezosas, no podía dejar de ver esa escena tan conmovedora, pero una voz que se le antojaba desagradable por los malos recuerdos que traía con él, no dejaba de llamarla.
No, no le quería escuchar. No quería que la sacaran de esa burbuja tan hermosa.
Se concentra más en sarah y Alejandro admirando los embobada, en como le llamaban estirando su brazos en una invitación a unirse a ellos.
—¿Qué le hicieron? -Miranda escucha a lo lejos la voz alarmada de su padre, no quería irse y abandonarlos, pero algo en  ella se removía... quería saber la verdad, echa un vistazo más a Alejandro.
Este como leyendo sus pensamientos se acerca a ella para impedir su partida, pero es tarde Miranda comienza a reconocer los síntomas del dolor en todo su cuerpo.
La cabeza le retumbaba con un dolor  fuerte  evitando que se concentre en la la conversación.
Alguien la tomó por las axilas para levantarla del duro y frío piso, colocándola en algo suave, el dolor sofocante se posa en su pecho al intentar respirar con normalidad.
—Miranda, abre los ojos.. -le ordena con voz tranquila.
Ella los abre despacio acostumbrándose a la oscuridad del lugar.
Su mente no le engañaba, ahí en ese fúnebre lugar estaba su padre, vestido con un elegante traje de color negro y unos zapatos acorde impecablemente lustrados.
—Pa-pa ¿papá? -su relación nunca fue buena, pero era su padre y no dejaba de preocuparle —¿Qué haces aquí? -le cuestiona con un hilo de voz apenas audible, algo en su rostro le hizo temer, le hizo dudar de él... de que padre. —¿Qué tienes que ver en esto?
Él la veía con sorpresa, como si ella supiera toda la verdad, salió del pequeño trance en el que estaba y cambio la do su semblante a uno divertido como diciendo ¡EH! me has pillado
—Me olvidaba de lo lista que puedes ser...-sonríe —¿Qué te hace creer que yo tengo que ver en esto princesa? -ilusionado pregunta, como niño pequeño que muere por saber el desenlace de la historia.
Miranda aprieta los dientes con fuerza para evitar el castañeo, tiene miedo sabe perfectamente que esto no terminará bien.
—Estas... aquí -contesta con la respiración entrecortada —Eso, significa... dos cosas... estas con ellos o bienes en mi ayuda.... y discúlpame, pero creo más en la segunda.
Su padre la ve con el entrecejo arrugado, Después se lleva las manos su pecho en un fingido movimiento.
—Ay mi pequeña niña. Eso dolió, pero.. -le señala con su dedo índice —para tu sorpresa, estoy aquí para ayudarte -Mira como te tienen esos desgraciados -les dedicó una mirada reprobatoria.
—A-acabemos con esto..-la frialdad con que se lo dice lo sobresalta, pero de inmediato se sobrepone y vuelve a su papel.
Miranda no le creía ni una palabra que salía de su boca.
Recuerda los golpes que le propinaba de pequeña,  los desplantes y como se  quejaba de  sus gastos.
El día que fue a visitar su padre en el hospital   Montenegro le había confesado muchas cosas y entre ellas,  que él se había hecho cargo de todos sus gastos económicos durante toda su vida:

—¿De dónde crees que salió el dinero para pagar las escuelas, los cursos la ropa cara que te gustaba comprar? O ese viaje que hiciste a París ¿recuerdas? -le cuestiono al ver el rechazo de Miranda.
Ella por su parte solo fruncía el entrecejo molesta, él le estaba mintiendo en su cara.
—¡Mientes!  -le escupió en su cara,. Mostrando la rabia que contenía  —¿como te atreves a mentirme? Tú.. -le señala con su dedo índice —nunca te hiciste cargo de mi. Nadie... los cursos y mis estudios yo me los pague -le confiesa orgullosa, sus logros solamente se los debía a ella misma.  —tenía beca completa en el instituto a cambio  de mi colaboración el la biblioteca y excelentes notas.-lo ve directamente a los ojos para no perderse esa mirada de derrota más sin embargo su ojos se abrieron como platos por la sorpresa para después llenarse de lágrimas. Miranda prosigue:
—El viaje a París fue por intercambio, trabaje duro para obtenerlo y lo logré. Viví en París un semestre.. sobre la ropa recarga su mirada en su regazo. Solo me daba dinero para una prenda de no marca favorita así que, buscaba ropa más económica para armar mi clóset. Como podrá ver usted nunca me hizo falta. -le dijo en tono duro pero en el momento que conectó su mirada a la de él de arrepintió. Tenía la cara desencajada y llena de dolor.
—¡Estoy muy orgulloso de ti! -lo decía en serio, lo podía notar en el brillo de sus ojos. Esto era nuevo para ella, no sabia como reaccionar. Todavía no sabía distinguir si lo que se estaba metiendo en su pecho era una aguijonazo de dolor o... de satisfacción. —Cuanto lo siento pequeña, desde que me entere de tu existencia hasta el día de hoy siempre se te ha depositado tu mensualidad, no entiendo por que tuviste tantas carencias.....




Más allá de tu MiradaWhere stories live. Discover now