CAPÍTULO CUARENTA Y UNO

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—¿Qué tienes que decir a todo eso? -Diana la ve con dureza, sabia de antemano que si mostraba su lado tierno ella abusaría y no le contaría la verdad. Esto era doloroso y no solo para ella sino para sus hermanos también. Pero estaba segura que esos dos cabezotas sufrían por lo que eran.. Unos cabezas huecas y ella estaba dispuesta a ayudarlos. Pero para eso tenía que saber la verdad de Miranda.
Era difícil de creer que una mujer como ella. Fuerte y decidida se rindiera tan fácilmente y dejara ir al verdadero amor de su vida.
¿Que fue lo que paso? ¿Qué la orilló a tomar esa decisión?

—Que quieres que te diga si ya lo sabes todo..-en tono resignado le contesta, tratando con ello a que las cosas se quedaran así y que Diana no indagara más, pero no, eso era mucho pedir.

Diana iría hasta el fondo del poso y es ahí donde la encontraría... En el maldito poso en el que se encontraba desde que se alejo de Alejandro.

Todos sus demonios estaban por resurgir, el causante de sus pesadillas saldría del rincón mas obscuro para atormentarla con los recuerdos.

¿Estaba preparada para eso? No, nunca lo estaría. Para ella era mas fácil fingir que nada de eso había pasado en su vida.

Todos los recuerdos, las experiencias.. Las palabras de amor, las promesas. Todo eso lo guardo en un baúl que cerro con mil candados y lo enterró en lo mas profundo se corazón; con la promesa de no volver ahí. No volver a creer en el amor.

Miranda ya había amado una vez en su vida, había entregado todo. Había amado con uñas y dientes con toda su pasión que le era posible. Y ahora sentía un hueco en su pecho, como si le faltara un pedazo de ella. Esa parte de ella, de su corazón y alma se habían aferrado a un peli-castaño en México.

—Vamos Miranda, sin evasivas.. Quiero escucharte. Saber lo que paso en realidad.. Entender.. -le pide con el corazón en la mano. Sacandodola de sus pensamientos.

—Entender ¿que? -se agacha buscando los caballitos para el tequila. Diana hace una pausa esperando a que se siente junto a ella.

Miranda se estaba preparando mentalmente, ella no se detendría hasta hacerla confesar.
Pero el hablar de ello solo le traería una cosa, Dolor.

Miranda pone la botella de tequila los caballitos, limones y sal en la bandeja. Se aproxima despacio a la sala para no derribar nada.

Acomoda las cosas en la mesa del centro. Diana toma la botella de tequila y a continuación llenas los pequeños recipientes de cristal en forma de caballo

—¿Por que no me lo dijiste? Pasaste por todo esto sola. -le ofrece el caballito.

Miranda le dedica una mirada incrédula, no podía creer que le estuviera tomando el tema. Tantos años ocultando su amor y ahora tener que contarlo todo. Era incómodo.

—No puedo creer que tú no te hayas dado cuenta. Era tan obvio, desde la primera vez que fui a tu casa y lo vi sabía que las cosas no iban a volver a ser normales entre él y yo. Había una fuerte atracción a la que me resistí con toda la fuerza de voluntad que tenía porque creía que él nunca se fijaría en una mujer como yo. -hace una pausa —Pero cuando mostro que sentía la misma atracción que yo sentía hacia él..
Todo cambió se abrió una puerta de esperanza donde solamente existíamos él y yo. Esa puerta que te lleva a la felicidad... al cielo pero también es la misma que te puede llevar directo al infierno. No sé exactamente cómo inició todo, pero si se como terminó la historia de nosotros dos. Nunca fue una verdadera historia de amor siempre estuvo llena de dolor, de celos.
Siempre fue una lucha de poderes un una competencia entre egos, creo que ahora no vale la pena platicar de todo eso que ya pasó, ahora él es padre tiene una familia, la casa perfecta la vida que siempre soñó tener con la mujer perfecta para él y yo estoy haciendo mi vida aquí en Costa Rica concentrada en mi trabajo, mis libros mis historias creo que no no hay nada más que decir Diana, -la ve directo a los ojos —La historia Entre él y yo sólo fue un borrón, fue algo que en realidad nunca existió no fue algo verdadero que merezca la pena platica a detalle con punto y coma.

Diana escuchaba atentamente cada palabra que salía de su boca, no se atrevía a interrumpirla era como si Miranda no estuviera ahí. Sus ojos veían a un punto fijo en el piso, sumergida en sus recuerdos, viajando al momento exacto de los hechos.

Tenía que dejarla que sacara todo de su sistema, tantos años callando y cargando con ese gran secreto de un amor imposible, cuanto daño... Cuanto dolor le transmitía. Podía sentir la pena que la embargaba, y aún así nunca la dejo sola. Siempre estuvo ahí para cuidarla y  apoyarla.
Sin importar su trabajo o  su vida misma, todo lo pausaba para estar con ella y con los que la necesitaban.

—Miranda. Perdoname -entrelaza su mano a la de ella. —Todo este tiempo yo te mantenía al tanto de la vida de Alejandro, informándote sobre el embarazo de Cristina, te torturaba. Pero como me iba a imaginar lo que pasaba entre ustedes.

—Tranquila, como te dije eso ya es pasado pero ahora dime cómo es qué te enteraste sobre nosotras ¿Quién te dijo que nosotras éramos hermanas? ¿fue Alejandro? -Diana mueve su cabeza vigorosamente de un lado a otro en negación.

—No, fue Montenegro. - Miranda frunce el entrecejo confundida con las palabras de su amiga sabía perfectamente que ella no lo procuraba Entonces no sé explicaba cómo fue que tuvieron la conversación en la cual le confesó toda la verdad. Diana prosigue: —Me llamaron del hospital... Esta muriendo, y no pude evitar....

—Ir a verlo -termina la frase, su amiga era un pan de dios. Diana solo se encoje de hombros y da un tragito al tequila que tenia en mano. —¿Que es lo que tiene? -Miranda pregunta con dureza, tenia la sensación que todo era un teatro de su parte.

—Miranda no seas así, el esta mal... Tiene cáncer. Hable con el médico y me confirmo su mal estado. Ya no pueden hacer nada por él... Mira, se que no lo ves como a un padre, pero si hay algo que le debemos. -Miranda achica los ojos con incredulidad. ¿Que ella le debía algo? Estaba loca. —Sí, Miranda. Es nuestro padre y me dio el regalo mas hermoso que he recibido. Tú, mi hermana. Y por respeto estaré con el en sus últimos días y esperó que tu también lo hagas, además el quiere arreglar los papeles necesario para reconocernos como hijas.

Miranda suelta la mano de Diana. Se pone en pie con furia.

—¡Bah! Eso no lo necesito. No quiero su apellido ni su dinero. Por mi que haga lo que quiera con eso. -cruza sus manos por el pecho indignada y dolida. ¿Esa era la forma de disculparse por no ser un padre? Ella necesitaba amor no dinero. Cuantos años añoro el amor de un padre y él ¿donde estaba? En su mansión con una de sus amantes en turno. No quería saber nada de él.

Hola hola
Esta es la primera parte de la conversación tan esperada
Dejame tu vito y comentarios yo encantada de leerlos
Con mucho cariño
Anny💋💋

Más allá de tu MiradaWhere stories live. Discover now