1- Un encargo de 20 millones

15.9K 680 163
                                    

A Lexa le encanta su vida, y es que a sus veintiocho años tiene todo lo que desde pequeña había soñado: un ático loft en pleno centro de Nueva York, un Audi A5 del último modelo y deportivo, un coche espectacular pero no exageradamente extravagante, un trabajo que le apasiona y su cabeza metida entre las piernas de alguna chica con cuerpo de infarto cada noche.

Esa mañana está volviendo del apartamento de su última conquista nocturna. Una despampanante pelirroja de ojos azules y labios rojos y carnosos que le había robado el aliento desde el primer momento en el que la vio en la barra de aquél bar. Se sentía muy satisfecha con su gran capacidad para ligar con las mujeres; cuando ponía aquella sonrisa seductora suya tan característica, no había fémina que pudiera resistírsele. Había perdido la cuenta del total de mujeres con las que se había ido a la cama. Un día su mejor amiga, Anya, y ella habían intentado hacer una lista de todas las chicas con las que Lexa se había acostado a lo largo de su vida, pero cuando el papel amarillo de aquel bloc de notas se acabó, pasada la media noche y tras varios cafés, su amiga agotó la poca paciencia que le quedaba y acabó desistiendo en su intento de hacer aquella estúpida recopilación que para nada servía.

¿El trabajo de Lexa? A ojos del mundo ella era una alta ejecutiva de una empresa dedicada al negocio de la compra-venta de vehículos de lujo. Aquella coartada le servía para justificar sus grandes ingresos y no tener que dar explicaciones por ello, sin levantar sospechas. Pero era gracias a su verdadero trabajo que podía permitirse llevar su alto nivel de vida, como tener un lujoso apartamento en pleno corazón de Manhattan, además de su preciado coche, llevar ropa cara y una mujer que se encargara de las tareas domésticas.

Mientras dirige sus pasos hacia su apartamento piensa en la llamada que le ha hecho su agente esa mañana.

-¿Cuánto?- Le preguntó, sin podérselo creer, abriendo los ojos de par en par y frenándose en seco, llevándose la reprimenda de algunos peatones que paseaban detrás suyo cuando chocaron contra su espalda tras la repentina frenada de la morena.

-Veinte millones de dólares- confirmó, muy seriamente.

-¿Veinte?- repitió, queriéndose asegurar de que había oído bien.

-Sí- el hombre al teléfono comenzaba a impacientarse.

-A ver si lo he entendido bien- carraspea intentando aclararse la voz, pues de pronto la garganta se le ha quedado seca. -¿Ofrece veinte millones de dólares por ese modelo de coche?- Lexa no era capaz, todavía, de asimilar aquella llamada.

-Sí. Dice que es un coche muy especial para él y no le importa el precio, solamente quiere que se lo consigamos, y eso haremos, ¿verdad?-

-Sí, sí, por supuesto- afirmó asintiendo con la cabeza, sintiéndose estúpida al darse cuenta de que su agente no podía verle por llamada telefónica.

-Sé que todavía estás de vacaciones, pero lleva un tiempo insistiéndome, te quiere solamente a ti como su agente para esta compra-venta, no desea a nadie más-.

-Lógico, soy la mejor, y lo sabes- dice con cierto aire de superioridad, curvando esa sonrisa socarrona tan suya; alguna vez ha incluso pensado en patentarla.

-Lo eres- afirmó.

-Entonces, si le conseguimos ese modelo de coche, nos paga veinte millones, ¿así de simple?- volvió a preguntar, sonando repetitiva, pero quería asegurarse de que aquella llamada no era una broma, y es que aún no era capaz de asimilar el gran encargo que su agente le estaba realizando.

-Así de simple, como siempre, ya lo sabes. Tienes toda la documentación en tu casa, un cartero la ha pasado por debajo de tu puerta esta mañana, ya que no estabas allí. Llámame cuando lo tengas- colgó.

Un encargo peligrosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora