38- Clarke Griffin, parte 2

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Desciende uno a uno los peldaños de piedra que le conducen a una amplia estancia, cuyas paredes son de dura roca, aprovechando la montaña bajo la que se encuentran situados. La piedra deja ver la antigüedad del lugar; siglos y siglos de historia, reflejados en un único sitio.

La luz es tenue, proveniente de las antorchas colocadas en la pared; sobre las mesas de madera hay decenas de papiros amarillentos, algunos de ellos abiertos, en un idioma que no había visto nunca antes.

Todos los ojos, de muchas y diversas tonalidades, están clavados en ella. Sus pupilas dilatadas al máximo, contemplándola fijamente, sin parpadear. A su paso hacen una reverencia, agachándose hasta posar sus rodillas en el suelo, clavando el puño derecho sobre la dura piedra en un gesto solemne, señal de respeto.

No entendía que era ese lugar, ni quiénes eran aquellas personas que parecían venerarla como si de una mismísima diosa se tratase.

–Qué puta pasada –exclama Raven a sus espaldas, admirando el lugar con los ojos y la boca abiertos de par en par, mientras pasea por éste, todavía cojeando por la herida de bala en su pierna. Clarke no había tenido tiempo todavía de aplicarle su saliva curativa, y se preguntaba cuál sería la reacción de Lexa si le viera deslizando su lengua por la morena piel de su amiga.

–Seguidme –Octavia señala con la mano un extenso pasillo, que lleva a la estancia más alejada del salón principal. Comienzan a andar tras ella, dirigiendo sus pasos hacia las profundidades de ese corredor, pisando con firmeza la alfombra roja que se encuentra a sus pies, guiándoles en su camino.

La morena abre la pesada puerta de madera, y se adentran en la estancia. Una habitación muy amplia, con un gran escritorio de madera y varias butacas y unos sofás distribuidos por su superficie. Octavia mira con el ceño fruncido y mala cara al resto de sus amigos, cuando éstos entran detrás de Clarke. La morena le había dicho a Clarke que le contaría todo, pero a solas y en privado; sin embargo, los planes de la profesora eran otros bien distintos. Y es que, si sus amigos habían sido capaces de poner en riesgo sus vidas por salvarla, merecían tanto o más que ella conocer todo lo que Octavia tuviera que contar.

–Me pido sofá –y antes de que puedan reaccionar, Anya se lanza hacia el cómodo mueble, tumbándose de tal forma que ocupa varios asientos. Raven se deja caer sobre ella, haciendo que la camarera profiera un grito ahogado de dolor, llevándose la mano al abdomen. Clarke niega con la cabeza, y una leve sonrisa se forma en sus labios sin que la profesora pueda evitarlo. Es increíble cómo, pese a los nervios que invaden su cuerpo en esos instantes previos a conocer lo que Octavia llama "toda la verdad", y la tensión por la situación que acaban de vivir, sus amigas consiguen hacerla sonreír.

¿Qué haría sin ellas?

Siente unos dedos entrelazarse con fuerza con los suyos, y gira su rostro para enfocar esos ojos verdes, únicos en el mundo, contemplándola con auténtico amor; como si fuera el ser más preciado de la tierra. Y e s que así se siente cada vez que Lexa la mira de esa forma. Asienten a la vez, antes de sentarse en otro de los sofás. Lincoln, Jasper y Monty toman asiento en los sillones que estaban libres.

Octavia dirige sus pasos hacia la pared del fondo, cubierta en su totalidad por una librería. Presiona en un punto concreto, y la madera comienza a temblar, dividiéndose por la mitad. La estantería se divide en dos, abriéndose y dejando ver lo que se encuentra detrás; un enorme mural lleno de fotografías, recortes y páginas de periódico antiguas, frases y notas apuntadas en viejas hojas de papel y varios documentos más, todos ellos entrelazados con hilos de múltiples colores.

–Ni se te ocurra hacer alguna de tus bromas, como que esto se parece a la mansión de la tía Ágata o algo parecido –Octavia todavía permanece de espaldas a ellos, contemplando una vez más, como en tantas otras ocasiones había hecho, el fruto de su investigación. Raven, dándose por aludida, pone morritos, porque sí, estaba pensando en algo gracioso que decir. Su amiga la conoce demasiado bien.

Un encargo peligrosoWhere stories live. Discover now