4- Halloween

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Nota: en este capítulo, los textos en cursiva son acciones que se realizan al mismo tiempo que el resto, descritas con una tipografía no cursiva, de forma paralela.

La fiesta hace horas que ha comenzado, sin embargo quiere ser prudente y decide esperar y hacer acto de presencia a una hora más tardía, cuando los asistentes se encuentren en un estado avanzado de embriaguez, debido a la gran ingesta de alcohol que se da en esa noche del año tan especial.

Se encuentra en su apartamento junto con su amiga Anya, cenando comida tailandesa, que habían pedido a domicilio, sentadas en el suelo de su salón-comedor, frente al televisor gigante de la morena, mientras ven la película de terror Expediente Warren.

-Dios, que buena que está Vera Farmiga- comenta Lexa, mientras sorbe un tallarín que cuelga de su boca. –A ella sí que le metía de todo menos miedo- habla con la boca llena, y ambas ríen por el comentario, Anya negando con la cabeza ante la ocurrencia de Lexa.

-Pero si es una cuarentona- le reclama su amiga –Podría ser tu madre-.

-¿Y?- Lexa se encoge de hombros. –Tiene unos ojazos increíbles, y es una mujer- Anya vuelve a reír. –A mí con eso ya me vale- su amiga le da un golpe en el hombro, haciendo que Lexa casi se tumbe en el suelo por el empujón.

-Estás más salida que una lesbiana ciega en una pescadería- ambas estallan en una carcajada por la broma de Anya. Lexa se aclara unas lágrimas que se han escapado, por el repentino ataque de risa que acaba de sufrir, y se agarra las costillas con su otra mano, notando leves pinchazos de dolor mientras no puede dejar de reírse a viva voz.

-Qué le voy a hacer- arquea una ceja y pone su estudiada pose seductora, señalándose a sí misma mientras mueve su cuerpo de forma sensual, como puede, pues todavía está sentada en el suelo con las piernas cruzadas –todas quieren un poquito de Lexa, y yo, las complazco encantada- se lame los labios mientras sonríe.

-No todas- Anya la mira con una sonrisa burlona. Recuerda perfectamente cuando Lexa, una noche de fiesta, intentó acostarse con ella. La morena estaba acostumbrada a que mujer que se fijaba como blanco, mujer que caía en sus redes. Era una depredadora sexual y jamás ninguna chica se había podido resistir a sus encantos. Anya había perdido la cuenta de a cuántas heteros había convertido la ojiverde al lesbianismo o a la heterocuriosexualidad, como Lexa misma lo llamaba. Sin embargo, pese a los grandes esfuerzos de Lexa por seducir a su amiga, ésta nunca había cedido ante sus encantos, y siempre había obtenido un no por respuesta. Y eso frustraba, y de qué manera, a la morena, quién no estaba para nada acostumbrada a que la rechazara una mujer.

-Algún día gritarás mi nombre mientras tengo mi cabeza metida en tus piernas- bromea y Anya ríe, negando con la cabeza y dando un nuevo sorbo a su cerveza. –Mmm, oh sí, Lexa- la morena gime, jadeando, con una voz tan sensual que incluso eriza la piel de la propia Anya, quién logra disimularlo gracias a la camiseta térmica y las mallas de color negro que cubren todo su cuerpo.

-Lo que yo te diga, no tienes remedio- alza su cerveza, mirando de forma divertida a su amiga. –Solo espero que no cambies nunca- le sonríe ampliamente.

-Brindo por ello- chocan ambos botellines de esa bebida elaborada a base de cebada, antes de dar un largo trago, acabándose su contenido. Lexa pausa la película y se levanta en dirección a la cocina, para coger dos cervezas más.

-¿No tenías que trabajar esta noche?- Anya la mira, alzando la vista para verla detrás de la barra americana.

-Mierda- murmura. –Es cierto...- la emoción por salir esa noche de fiesta, su noche favorita del año, a un evento privado en una terraza, había provocado que se olvidara por completo de su misión. Deja con resignación su cerveza en la nevera, cogiendo en su lugar una bebida energética. Regresa donde se encuentra su amiga y le ofrece su bebida.

Un encargo peligrosoWhere stories live. Discover now