22- Una obra de arte

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"Si consigues escapar, recógeme a las ocho en mi portal"

Y eso va a hacer. Las ocho menos cuarto, y ya está en la puerta del edificio, esperando a que el reloj de madera que lleva en su muñeca marque las malditas ocho, para llamar al timbre de su casa. Odia su manía de ser británicamente puntual, cual reloj de fabricación suiza, pero, sin embargo, es una costumbre que, por mucho que intente, no puede evitar controlar.

Ha pensado seriamente en no acudir, haciendo valer su orgullo y amor propio. Pero las ganas de volver a perderse en esos ojos azules han podido con cualquier impedimento que la racional mente de Lexa ha intentado ponerle.

Y sus hormonas también han jugado un gran papel en la dualidad titánica que dividía su mente en dos: acudir o no acudir a esa cita. Finalmente, las ganas de ver a Clarke han logrado convencerla, haciendo que, en estos momentos, se encuentre frente al portal que da acceso al interior del inmueble, donde se halla el apartamento de la rubia. Y es que la curiosidad que siente por saber cuál es su recompensa por haber superado esa prueba jodidamente dura, que casi acaba con ella entre rejas, apenas le ha dejado dormir en toda la semana; no tiene idea de qué podrá ser, pero espera que tenga como propina varios orgasmos que den el broche perfecto a una velada maravillosa.

Las ocho menos diez. Perfecto. Revisa una vez más su aspecto, mirando el reflejo que le devuelve el cristal situado a la derecha de la puerta de madera; su presencia es, como siempre, sencillamente impecable. Esta vez, no obstante, ha escogido algo más diferente, para tratar de sorprender a la rubia. Un vestido de noche negro, largo, el cual remarca perfectamente su figura. Un corte en la tela, a la altura del muslo, deja visible la larga y estilizada pierna derecha de la ojiverde. Su escote, en forma de V, no es muy pronunciado, pero, sin embargo, es bastante sugerente.

Quizá, al llevar vestido, a la rubia se le quiten las ganas de provocar situaciones en las que Lexa acabe maniatada, o tratando de huir de la policía; sería tremendamente difícil correr con zapatos de tacón y esa prenda de vestir.

Respira hondo, tratando de controlar sus nervios. Joder, maldita sea. No debería sentirse así; por una vez ella no ha hecho nada malo. Es Clarke quién debería estar nerviosa, sintiéndose culpable por todo lo que el otro le hizo a la ojiverde, no Lexa; ella ya bastante ha expiado sus pecados, o eso cree.

Su teléfono móvil comienza a vibrar dentro del bolsillo de su bolso, y cuando lo saca para comprobar quién le llama, frunce el ceño, apretando el iPhone en su mano, casi cerrando el puño sobre el aparato telefónico; y lo hace con tanta fuerza, que a punto está de romperlo en mil pedazos. Decide descolgar la llamada, dejándose llevar por la rabia y la curiosidad, que en ese momento mandan en su mente y cuerpo sobre cualquier otro pensamiento o emoción más racionales.

–¿Roan?

*****

–¿Qué ha pasado hoy en la nave?– el hombre, de mediana edad, cabello corto y rubio, bastante atractivo, permanece sentado en su acolchada silla, mirándole fijamente, clavando sus negros ojos sobre los suyos. Su mirada es tan intensa, que el castaño se ve obligado a tragar saliva sonoramente.

–Verás, ya sabes cómo funciona esto– comienza a balbucear, visiblemente nervioso. El hombre junta las yemas de sus dedos, formando un triángulo con ambas manos, a la espera de la explicación que el otro hombre, más joven, de pelo castaño y largo hasta los hombros, le pueda ofrecer. –Si un agente no cumple con su encargo, se le elimina, para poder preservar la privacidad de la información que se le ha proporcionado– continúa con su explicación, de pie frente a la enorme mesa de madera color caoba que se extiende sobre él, llenando casi en la totalidad esa sala de reuniones. La mesa cuenta con decenas de sillas de color negro, visiblemente cómodas, a su alrededor. Pero, todas ellas vacías. En esa fría sala, cuyas paredes son de cristal, dándole un aspecto de pecera, solamente se encuentran ellos dos.

Un encargo peligrosoWhere stories live. Discover now