2- Clarke Griffin

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Aviso: sed pacientes, y leed hasta el final del capítulo

El roce de las manos de Clarke sobre su cintura provoca un agradable hormigueo por todo su cuerpo, al mismo tiempo que nota cómo se eriza su piel y su temperatura corporal aumenta significativamente tras sentir los labios de la rubia sobre sus mejillas.

-Bonito nombre, Clarke- curva sus labios formando esa sonrisa seductora tan característica mientras arrastra las sílabas, pronunciando de una forma muy sexy el nombre de la rubia, que siente cómo tiemblan sus piernas cuando oye la forma en la que Lexa entona su nombre. Clarke agradece estar sentada en el taburete de aquella barra, porque si no, está segura que se habría caído de bruces al suelo ante la mirada hambrienta que Lexa le está lanzando; incluso con esa luz tenue, puede apreciar cómo esos ojos verdes, unos ojos que le parecen los más preciosos que nunca ha contemplado antes, se han teñido de negro, dejando ver el deseo que Lexa siente por ella.

La rubia no deja de mirar a aquella sensual mujer que se ha acercado para hablarle, sin poderse creer todavía que alguien como Lexa pueda si quiera fijarse en ella. De seguro podría tener a la chica que se le antojara cuando quisiera. Y es que toda Lexa incitaba al pecado. Esos carnosos labios curvados en una sensual sonrisa capaz de volver loco al más cuerdo, esos ojos verdes cuyas miradas son intensas y salvajes, esa piel tersa y definida, ese cuerpo atlético que, está segura, en más de una ocasión ha causado algún infarto, y esos largos y estilizados dedos, hacen a Lexa en conjunto una mujer a la que es imposible resistirse. Blasfema por dentro y maldice esa holgada camiseta que no le permite contemplar mejor el cuerpo de la morena.

Clarke no puede evitar visualizarla en su mente en ropa interior, recorriendo cada centímetro de su piel con su lengua, imaginándose cómo sería que esos largos dedos entraran y salieran salvajemente de ella. Nota cómo sus braguitas se van humedeciendo más y más con cada nueva imagen de Lexa que su pervertida mente crea.

-¡Salud!- grita Lexa, sosteniendo su vaso en alto y Clarke la imita. Chocan sus vasos y, de un solo trago, dejan que el líquido recorra de principio a fin sus gargantas. La rubia siente al instante cómo los altos grados de alcohol de aquel delicioso tequila le abrasan la garganta, creando un fascinante contraste de sensaciones entre agradable y doloroso mientras que Lexa...bueno, Lexa bebe agua. La ojiverde es una profesional y, por muy tentada que se sienta de emborracharse junto a esa tremenda mujer que la mira con un hambre desmedida, no puede perder la compostura. Hay muchísimo en juego con aquel encargo.

Sentada en esa posición, las piernas de Clarke quedan en gran totalidad al descubierto y Lexa, ni corta ni perezosa, las recorre de arriba abajo durante unos largos instantes, gesto que no pasa desapercibido para Clarke.

-¿Sigues teniendo sed?- pregunta Lexa, devolviendo sus verdes ojos a aquellos azules que la miran tan intensamente.

Clarke se acerca peligrosamente a Lexa, posando sus labios sobre su lóbulo para susurrarle con voz ronca. -Mucha...- Lexa cierra los ojos y suelta un profundo suspiro, notando como su entrepierna se acaba de mojar más aún ante aquella respuesta recibida por parte de la rubia. Clarke imita a Lexa y la recorre entera con la mirada mientras se muerde el labio, y la mirada sedienta, llena de lujuria, que le lanza a la morena es suficiente para que el cuerpo entero de Lexa esté gritando interiormente, alarmado por las altas temperaturas que está alcanzando; a este paso alguna parte de su cuerpo tomará vida propia y llamará al servicio de emergencia de los bomberos para que apaguen el incendio que hay en su interior.

-No se diga más- Lexa vuelve a llamar a su camarero particular de esa noche, con el que tiene tan especial acuerdo. –Dos tequilas más, por favor- grita para ser oída sobre el alto ruido de la sala, cuando el chico llega hasta donde se encuentran sentadas. Clarke se gira, gesticulando con las manos hacia dónde están sus amigas, que siguen en la pista bailando, entregadas completamente al ritmo de la música, intentando comunicarse con ellas por señas, pero, tras varios intentos, desiste en su empeño por intentar lograr que sus amigas entendieran lo que quería decirles, y el camarero aprovecha ese momento de distracción para servirle a Lexa su tan especial brebaje.

Un encargo peligrosoDove le storie prendono vita. Scoprilo ora