41- El último encargo

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Dante le había dado a elegir entre salvar a Clarke y sacrificar a sus seis amigos, o salvarles a todos y acabar con la vida de la profesora.

Pero para Lexa la elección era otra bien distinta. Porque ella es la única persona que podía acabar con Clarke Griffin. Ella era el último obstáculo que se interponía entre Clarke y la salvación del mundo. Y su vida no vale más ni que la de la humanidad, ni que la de sus seis amigos, ni que la del amor de su vida.

Se acabaron los impedimentos, los juegos y los chantajes. Se acabaron los secuestros y las elecciones. Dante se había quedado sin su única arma, y no disponía de otros diez años para formar a otra sicaria que pudiera conquistar el corazón de Clarke. Lexa lo sabía, y decidió eliminarse a ella misma de la ecuación, antes que tener que borrarla por completo de la pizarra.

Porque todos sus amigos estaban dispuestos a sacrificarse por salvar a la humanidad, y ella también. Para Lexa, ni tan siquiera se trataba de una elección, pues no había más opciones válidas. Solamente quería aprovechar esos últimos segundos de vida para despedirse de las personas más importantes para ella. Perderse unos segundos en los ojos de Clarke y decirle que la quiere, antes de que sean los suyos propios los que se cerraran para siempre.

Y en un instante, para Lexa el tiempo se detuvo para siempre, y la oscuridad lo envolvió todo durante apenas milésimas de segundo, hasta que sintió cómo se desvanecía todo, y simplemente, dejó de sentir.

Un grito desgarrador llena la sala, mientras Clarke corre hacia su cuerpo, intentando evitar que caiga al suelo por completo, pero sin llegar a tiempo. Los temblorosos brazos de la rubia agarran el todavía caliente cuerpo de la ex sicaria con fuerza, alzándola para rodearla con sus brazos contra su pecho.

Las lágrimas caen sin control alguno, deslizándose sobre las rojas mejillas de una Clarke completamente rota, hecha en mil pedazos, sin poder asimilar lo que acaba de pasar frente a sus ojos. No, todo aquello es solamente un sueño, no puede ser real. No puede serlo.

Pero la sangre de Lexa, mezclándose con sus lágrimas, escurriéndose por sus dedos hasta gotear lentamente, marcando un tempo necrótico, manchando el gris suelo de ese color rojo amargo, oscuro, golpea con fuerza a la esperanza de Clarke, cual puño de hierro. Golpe tras golpe la sacude, mientras Clarke se va rompiendo en mil pedazos a cada segundo que pasa, a cada momento en el que entre lágrimas niega todo y le implora con voz rota a Lexa que abra los ojos. Pero la ex sicaria no le obedece.

Clarke aprieta aún más fuerte el rostro de Lexa contra su pecho, profiriendo un grito de puro dolor que desgarra el alma de todos sus amigos. Las lágrimas y las sacudidas por el llanto casi no le permiten ni respirar, pero eso no puede importarle menos en esos momentos.

Lexa se ha ido.

Pese a que su cuerpo se niega a abandonarla, ella ya no está. No puede sentirla, y se siente más vacía y rota que en toda su vida.

Anya apenas puede contemplar la escena, las lágrimas que brotan sin control de sus ojos empañan la escena. Lo sabía. Desde el momento en el que su mejor amiga la miró de aquella manera, sabía que había tomado su decisión. Seis vidas no valen más que las de toda la humanidad, y tampoco valen menos que una sola.

Lexa siempre había sido un ser racional, dispuesta a sacrificarlo todo por lo que ella creía era justo, aunque durante años se perdiera por páramos oscuros y de moralidad más que reprochable ejerciendo como sicaria, siempre, en algún recodo escondido de su alma, había tenido una fuerte moral que le impulsaba a actuar por el bien común. Lo hizo derrocando a políticos y otras personas ligadas a todo tipo de tramas criminales, lo hizo con el ex político pederasta que asesinó a su padre, anteponiendo el sentido de la justicia a su propia sed de venganza, y lo ha vuelto a hacer ahora sacrificándose para que la única persona que puede salvar a la humanidad sobreviva, asegurando un futuro para todos.

Un encargo peligrosoUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum