10- Pesadillas

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Clarke se encuentra tumbada en el sofá, con su cuerpo cubierto por una manta de color azul marino, y con su incansable y fiel mejor amiga Octavia sentada a su lado, vigilándola. Octavia, desde su posición, se siente impotente al ver a su mejor amiga en ese estado y no poder hacer nada para ayudarla. Su rostro, perlado en gotas de sudor por la fiebre que quema su cuerpo por dentro, muestra la inquietud que los sueños que está sufriendo generan en su atormentada mente.

El cuerpo de la rubia se agita sin cesar, mientras murmura cosas apenas entendibles. Pese a los esfuerzos de Octavia por lograr captar palabras sueltas, inclinándose sobre Clarke, acercando su oreja izquierda a la boca de su amiga, no consigue descifrar qué es lo que está diciendo, y resopla frustrada, pasándose la mano por la nuca de forma nerviosa, mientras sopesa si llevar a cabo la idea que acaba de aparecer por su mente.

No debe hacerlo, es plenamente consciente de ello. De acuerdo, son mejores amigas, y sí, se lo cuentan absolutamente todo, pero...aquello...aquello es completamente distinto. Se trata de una invasión de la privacidad de Clarke, traspasando los límites conocidos y por conocer de la confianza de la amistad. Un viaje a las profundidades de su psique, a sus pensamientos más íntimos, y ni tan siquiera ha sacado un billete.

Clarke se retuerce sobre su posición, frunciendo aún más su ceño, mientras emite leves quejidos y gruñidos, moviendo su cabeza de lado a lado sin descanso, visiblemente nerviosa. Octavia respira profundamente, decidiéndose por fin a dar el paso que traspase esa línea invisible. No puede quedarse de brazos cruzados mientras su amiga está sufriendo, y, para qué mentir, la curiosidad por saber qué está pasando por la mente de la rubia la está atormentando a ella también.

Definitivamente debe hacerlo, no tiene otra opción. Solo espera que Clarke no se enfade con ella por lo que está a punto de realizar. Se levanta apresuradamente del sofá, entrando en la habitación de la rubia. Abre el armario principal, y con la ayuda de una silla que hace las funciones de elevador, logra alcanzar el último estante, donde se encuentran las velas aromáticas que tanto le gusta utilizar a Clarke. Vuelve al comedor y las coloca formando un círculo alrededor del sofá, encendiéndolas una vez están bien posicionadas. Apaga las luces del comedor, y se coloca junto al cuerpo de la rubia.

Se sienta en el suelo, con las piernas cruzadas, y estirándose, logra agarrar con fuerza ambas manos de Clarke. Cierra los párpados, y comienza a susurrar, en un tono que, cada vez que repite la misma frase, va aumentando su volumen.

Mihi adnuit oranti, licere assentior Clarke somnium

Pronuncia la oración varias veces, mientras se mantiene con los ojos cerrados, intentando concentrarse para trasportarse hasta la mente de Clarke, que sigue dormida, sumida en su profundo sueño, ajena al ritual que Octavia está haciendo mientras mantiene unidas sus manos, apretándolas con fuerza, en medio de ese círculo que forman las velas encendidas, cuya luz tenue, es lo único que ilumina el salón del apartamento de Clarke.

Mihi adnuit oranti, licere assentior Clarke somnium

Octavia siente unas fuertes náuseas en su estómago, acompañadas por un intenso dolor de cabeza; nota un fuerte pinchazo en su sien. Tras abrir los ojos, comprueba que, tal como pensaba, ya no se halla en el apartamento de su mejor amiga. Una profunda oscuridad se cierne ante ella, impidiéndole ver nada más allá. Cierra los ojos para agudizar el resto de sentidos, pero no es capaz de percibir absolutamente nada. El aire está muy denso y rancio, y apenas puede respirar con normalidad. Comienza a caminar por esa densa oscuridad, sin saber a dónde dirigirse, guiándose únicamente por su intuición. Avanza lentamente, con cautela, paso a paso, mientras entrecierra los ojos para escudriñar la negrura tan espesa que tiene frente a ella. Continúa avanzando, mientras se adentra en la profunda oscuridad, percatándose de que allí, en el lugar desconocido en el que se encuentra, ni tan siquiera sus pasos hacen ruido.

Un encargo peligrosoWhere stories live. Discover now