33- Decisiones

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Tras la gran puerta de madera que da acceso a la sala donde se reúne el consejo para tratar los temas más transcendentales de su organización, los murmullos de los asistentes, quienes le esperan impacientes, son perfectamente audibles.

Desde que convocó la reunión, haciéndolos llamar desde los rincones más alejados del planeta, incluso desde el mismísimo confín de la tierra, muchos eran los rumores que habían circulado a cerca del verdadero motivo de dicho encuentro. O, más bien, los detalles tras pasar a la fase final de la misión 319, la más importante que tiene en activo en estos momentos. Y, quizás, la más trascendental de toda su historia.

Posa la palma de su mano con suavidad sobre la madera, empujando levemente para abrir la puerta. En el preciso instante en el que ésta se abre, dejándole paso, el silencio se apodera del ambiente de la gran estancia. Comienza a caminar hacia su sillón, situado en el otro extremo de la gran sala, presidiendo una amplia mesa de madera color caoba, alrededor de la cual se encuentran sentados todos y cada uno de los miembros que forman el consejo.

La sala es un espacio amplio y diáfano, de altos techos y paredes de piedra, pero sin ventanas, y con tan solo una puerta, por la que él mismo acaba de acceder segundos atrás. De las paredes cuelgan antorchas, las cuales iluminan la sala con una luz no demasiado abundante, pero suficiente para poder distinguir a todos los asistentes allí presentes. Sus rostros se iluminan y ensombrecen de forma parpadeante, siguiendo el vaivén de las llamas, y en esos instantes, por las frías y duras paredes, tan sólo resuenan el eco de sus pasos, firmes y lentos, y el crepitar de las llamas.

En la pared del fondo cuelga un gran tapiz, con el símbolo y los colores de su organización. El terciopelo azul cubre la gruesa piedra prácticamente en su totalidad, dándole un aspecto solemne. Dirige sus pasos hacia su asiento, pasando su vista por cada uno de sus miembros del consejo, caminando con los brazos a la espalda, mirándoles de forma seria.

Cuando llega a la altura de su "trono", pues a él jamás le ha gustado llamarlo así, pese a sentirse como tal, todos los allí presentes se levantan, volviendo a sentarse en sus respectivos asientos una vez él se encuentra en el suyo.

–Bienvenidos, hermanos –saluda, recibiendo de vuelta el mismo saludo, y muchas miradas llenas de curiosidad y expectación. Todos aguardan en silencio, sin atreverse a respirar siquiera, a que comience su discurso– todos sabéis que os he hecho llamar porque nos encontramos en la fase final de la misión 319 –hace una breve pausa, sonriendo satisfecho ante la emoción de algunos de los asistentes, más expresivos que otros– y es mi deber, como presidente, informados de su estado actual. El plan ideado ha sido todo un éxito, Clarke Griffin se ha enamorado de Lexa Woods –varios miembros del consejo exclaman un "oh" irónico, riendo después, y congratulándose por el éxito, hasta ahora, de su misión.

–Sabíamos que funcionaría –comenta uno de los miembros del consejo, un hombre pálido, de cabellos negros y largos, recogidos en una coleta baja– Lexa Woods es un caramelito para cualquier lesbiana –varios miembros carcajean por su comentario, y el presidente sonríe de lado al escucharle.

–¿Cuál es el problema? –pregunta de pronto una voz desde el otro extremo de la mesa. El hombre, de estatura pequeña, pelo corto marrón y gafas de pasta que cubren la mitad de su rostro, mira de forma interrogante al presidente– me imagino que no nos encontramos aquí solamente para que nos digas que todo va sobre ruedas –aclara, ante el silencio del resto de miembros.

El presidente suspira, sonriendo de lado antes de comenzar a hablar. Sí, una vez más, el miembro más erudito de su consejo, se ha adelantado a sus acciones, adivinando a la perfección el motivo real por el que los ha hecho llamar.

–Hay un pequeño contratiempo –nuevos murmullos, apenas audibles, recorren la mesa de principio a fin– un imprevisto, más bien –corrige– Lexa Woods también se ha enamorado de Clarke Griffin –varios miembros exclaman asombrados, abriendo los ojos de par en par ante la noticia. –Por lo que, como bien podréis intuir, se niega a colaborar con la causa – Sonríe de lado, dejando percibirse el tono irónico en sus palabras. Habla en un tono muy lento, arrastrando las palabras, tomándose el tiempo necesario para analizar las reacciones de cada uno de los miembros del consejo. –El verdadero motivo por el que os he hecho llamar, es para que entre todos podamos solucionar ese "problema" –dibuja las comillas en el aire, y se toma una pausa para pasear su mirada por todos los allí presentes, enviándoles escalofríos cada vez que sus ojos se clavan en ellos.

Un encargo peligrosoWhere stories live. Discover now