Beyond The Scene (Jikook, Yoonseok Y Namjin)

20. Confesiones y confusiones

[Hoseok]

Una vez que volvimos a la casa, le dije a Yoongi que tomaría una ducha, a lo que él respondió asintiendo y diciendo que él haría lo mismo, pero que antes les avisaría a los demás que ya me había encontrado. No sabía que me habían estado buscando como locos y, mientras volvíamos, Yoongi me contó la discusión que hubo después de que me fui, lo cual me hizo sentir culpable porque hice que todos se preocuparan.

Cuando terminé de bañarme, vi que Yoongi estaba acostado en la cama que compartía con Jungkook, con los ojos cerrados, como si estuviera durmiendo. Suponía que los demás ya habían llegado, pues escuchaba sus voces al otro lado de la puerta cerrada de la habitación.

Con lentitud me acerqué a la cama y me senté en ella con suavidad, sin querer despertar a Yoongi y cerré mis ojos, intentando no ignorar los truenos y recuperar la calma. Estaba claro que la pasaría muy mal esta noche.

—Jungkook me dijo que durmiera contigo esta noche —habló Yoongi de repente, detrás de mí —. Al parecer va a ser una tormenta muy fuerte —comentó mientras sentía que se movía en la cama, pero no me volteé. Aun no sabía cómo reaccionar hacia él, ahora que sabía sobre mis sentimientos.

—No deberías molestarte —murmuré mirando hacia el suelo —. Le iré a decir a Jungkook que no hay necesidad de... —le comencé a decir mientras me levantaba, pero sentí que tomó mi mano, impidiéndome alejarme.

—Hoseok —me llamó, pero seguí sin mirarlo. Por alguna razón tenía miedo de sus ojos, de que me juzgara con ellos como siempre hacía con los demás —. Nada ha cambiado —me aseguró con suavidad mientras me jalaba hacia él —. Ven acá —me pidió mientras seguía tirando de mí.

Terminé sentándome en la cama de nuevo, dándole la espalda mientras lo sentía detrás de mí, pero esta vez más cerca. Me rodeó con sus brazos mientras ponía su mentón en uno de mis hombros, por lo que sentí su respiración en mi cuello y su pecho sobre mi espalda.

—No te voy a dejar —me susurró mientras su abrazo se hacía más fuerte.

Fue entonces cuando sentí que mis ojos se llenaban de lágrimas de nuevo, pero esta vez me sentía realmente aliviado al escuchar sus palabras.

—Lamento ser un desastre —me dijo sin alejarse —. ¿Desde cuándo lo sientes? —me preguntó entonces, después de haberse quedado unos segundos en silencio.

Yo tragué salive, ya que sabía que mi voz saldría un poco quebrada si no intentaba tranquilizarme por lo menos un poco.

—Desde que te conocí —le respondí en voz baja —. Fue algo que simplemente pasó. Yo no quería...

—Calma —susurró con suavidad al ver que me alteraba de repente.

Sentí que las lágrimas se deslizaban por mis mejillas, y luego que él me las limpiaba con sus pulgares con dulzura.

—Afuera del restaurante de mis padres —comencé a hablar una vez que me calmé —, siempre te escuchaba tocando el piano, pero me gustaste incluso sólo con escucharte; sin embargo, cuando te vi por primera vez, lo supe —confesé, recordando aquellos tiempos.

Sé que él también lo recordó, ya que me abrazó con más fuerza y se pegó aún más a mi espalda.

—Entonces, cuando te mudaste con nosotros —seguí —, no pude hacer más que verte y tratarte como un hermano, pero a medida que el tiempo pasaba, sentía que el sentimiento crecía cada vez más y... —me interrumpí de repente.

La habitación se quedó en silencio, aunque las gotas de lluvia no dejaban de golpear la ventana.

—Si tanto me quieres —me dijo sin soltarme —, entonces espera por mí.