Capítulo 5

862 49 10
                                    

—Tenemos que hablar.

— ¿Hablar de qué? ¿Y por qué lo dices como si fueras un chico cortando conmigo? —Lo dijo con un tono repelente que me dio ganas de colgar.

— ¡Porque eso es exactamente lo que está pasando! Llevas días pasando de mí como si tuviera la peste, y quiero saber el por qué y si hay alguna manera de arreglarlo. —Escuché una aspiración al otro lado de la línea—. Llevamos demasiado tiempo siendo mejores amigas como para que alguna estupidez lo arruine.

—Lauren, no... —Hizo una pausa—. Es todo culpa mía. Últimamente he pasado demasiado tiempo preocupándome por Jackson y no me he dado cuenta de que tú podías necesitarme también. —No es que la necesitara a todas horas agarrada a mi brazo, vamos a dejarlo claro. El problema era que Richelle no me había hablado ni mirado en toda la semana. Decidí que no era el mejor momento para comentárselo. O el mejor momento para preguntar sobre su aparente amistad con Paola y Miriam. O el mejor momento para hablar sobre su aparente adicción a las miradas de asco los últimos días. En realidad no era el momento para críticas, punto. Por ahora estaba reconociendo una cosa de la lista, ya habría tiempo para el resto—. Quiero que volvamos a lo de siempre, a hablar hasta tarde y contárnoslo todo. ¿Crees que podemos?

—La duda ofende, Rich. —Escuché una risa ahogada, pero terminó con un sorbido. ¿Había llorado? A ver, creo que soy importante en su vida, pero tampoco es que tuviera que ponerse a llorar si la llamaba por teléfono. Me pregunté si había algo que no me estaba contando, pero no le dije nada. Fuera lo que fuera, podría encargarme luego. 

Charlamos un rato más sobre Jackson, ella intentado convencerme de que el chico era genial en el fondo mientras yo le recordaba todo lo que nos habíamos reído de él. Acabamos cediendo ambas, yo reconociendo que era más simpático de lo que creía y ella... bueno, ella terminó por admitir que su novio era un poco tonto.

Cuando colgamos me sentí mucho más tranquila. No podía creer lo mucho que echaba de menos hablar con Richelle.

Bajé al piso de abajo, donde mi hermano me esperaba sentado en el sofá con la cena en dos bandejas. Desde siempre nuestra familia había cenado sentada en el sofá con una película puesta a la que nadie hacía caso -salvo que fuera de superhéroes, esas eran sagradas-. Por la noche era el momento en el que nos reuníamos, comentábamos nuestro día y reíamos con las bromas de mi padre, a veces seguidos de las célebres historias sexuales de mi madre. Esa parte no era tan divertida, la verdad.

Después mi padre fue ascendido, y su nuevo cargo en la empresa -una empresa de coches, no esperéis asuntos turbios- le obligaba a pasar bastantes noches fuera de casa.

Al principio mi madre se unía a mi hermano y a mí en la cena habitual, pero poco después empezó a tomar un vasito de leche y subirse a dormir, lo que nos dejaba a Adrian y a mí solos.

Me acomodé al lado de mi hermano y le quité la bandeja del regazo, mirando la pantalla. Cuando apareció el nombre de la película -algo sobre un policía gordo- agarré automáticamente el mando y la silencié.

— ¿Como ha ido tu día, hermanito? —Cogí el tenedor y pinché en mi ensalada, invitándole a hablar.

—Bastante bien, he conocido a una chica que... —Le golpeé en el brazo —. Vale, vale. La universidad va igual de bien que siempre. —No sabía cómo lo hacía, pero era el primero de su clase en casi todas las asignaturas sin hacer absolutamente nada. ¿Por qué estaba rodeada de gente así de caradura por todos lados? Misterio irresoluble—. Y cuando estaba volviendo a casa me he encontrado con el chico con el que estabas el otro día... ¿Nick? —No te atragantes, Lauren, no lo hagas—. Parece simpático. Ve a por él, Lauren, parece un buen partido. —Demasiado tarde. Adrian me golpeó la espalda mientras yo luchaba por sobrevivir al trozo de lechuga atascado en mi garganta.

BehindWhere stories live. Discover now