Capítulo 21

725 45 3
                                    

Cassie se apoyó en la taquilla siguiente mientras yo sacaba los libros, y me miró con una sonrisa que estaba pensada para tranquilizar.

No lo conseguía.

—¿Has pensado bien lo de Mostaza?

Puse los ojos en blanco y cerré la taquilla con un golpe sordo.

Había empezado a llamar a Nick con un nombre clave, alegando que decir su nombre en el instituto era muy peligroso. En eso tenía razón, pero seguía sin entender cómo llamarlo "Mostaza" iba a ser más disimulado.

Agarré mis libros con fuera y me dirigí a mi aula. Cassie me siguió dando brincos como si tuviera cinco años.

—No me gusta llamarlo Mostaza. ¿No podemos usar algo menos humillante? Si se entera de que su nombre en clave es Mostaza no tendré ninguna oportunidad.

—¿Sabes de qué otra manera puedes perder todas tus oportunidades? Actuando como una furcia.

Suspiré y frené en medio del pasillo. Cassie paró antes de chocarse contra mi pecho cuando me giré y la enfrenté. Me devolvió una mirada seria.

—Te lo he dicho por las buenas, pero me estoy cansando. No quiero que hagas esto, ¿Lo entiendes?

Asentí cansinamente y puse los ojos en blanco.

—Sí, me lo has dicho mil veces, pero no vas a convencerme. A mi me gusta Mostaza y quiero estar con él. Si esta es la única manera... —Me encogí de hombros—. Tendré que hacerlo.

Cassie se cubrió la cara con las manos.

—Tengo que ir a clase, pero esto no quedará así. Seguiremos hablando después.

La miré mientras giraba y corría hacia su clase.

Claro que seguiríamos hablando después. Era lo que llevábamos haciendo desde el martes, hablar sobre ello.

Cuando llegué a mi casa ese día me llamó por teléfono tres veces para convencerme de que no lo hiciera. Cuando insistí en que no iba a cambiar de opinión, empezó a mandarme mensajes. Los dos días siguientes se los había pasado acosándome en el instituto por las mañanas y por teléfono/twitter por las tardes. No sabía si estar agradecida por su preocupación o molesta por su insistencia.

La verdad era que no sabía por qué se preocupaba tanto. Vale, el martes pareció que de pronto me poseía algún espíritu -hasta yo reconozco que pasé de charla normal a obsesión pendenciera en cuestión de segundos- pero había suavizado mucho mi postura desde entonces.

Mi plan actual consistía en ser menos rancia de lo que solía ser en las fiestas, punto. No creo que eso fuera tan grave, ¿No?

Pero Cassie parecía pensar que iba a entrar en un bucle de no-retorno camino a la perdición y la zorrería. Gracias por la confianza.

Sonreí a Evan mientras me sentaba a su lado. Hacía mucho que no hablábamos en condiciones -estaba demasiado ocupada solucionando mi problemática e inexistente vida sentimental- y lo echaba de menos. Era como tener a un amigo gay al que contárselo todo, salvo que no era gay y no se lo podía contar todo.

Vale, no sé dónde he visto la similitud.

—Tienes ojeras. ¿Pasa algo?

Negué con la cabeza y saqué los libros. Era agotador ocultarle información.

—Ayer mi hermano y yo nos pusimos a ver Los Vengadores, y terminó más tarde de lo que había calculado.

—¿Y por qué no la parasteis simplemente?

BehindDonde viven las historias. Descúbrelo ahora