Capítulo 36

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Mi móvil vibró sobre la mesilla y me desperté, sobresaltada.

¿Quién osaba interrumpir mi descanso? Por dios, era sábado, el primer día en el que podía olvidarme de madrugar, de levantarme a las... Vale, eran las once y media.

Desbloqueé el móvil, pestañeando con fuerza y tratando de leer el mensaje de Cassie a través de mis ojos hinchados.

"¿Quedas esta tarde? Peli en mi casa :)"

Me apoyé sobre un codo y respondí con lentitud, soltando un suspiro amodorrado.

"A que hora?"

Envié el mensaje y unos segundos después el móvil empezó a sonar. Sonreí y descolgué.

—¡Buenos días, bella durmiente!

—Buenas. ¿Y por qué sabes que estaba dormida?

—Porque eres tú, y tú siempre estás dormida. —La seriedad con la que lo dijo me hizo reír —. Bueno, ¿Entonces vienes? Es a las seis.

—Sí. ¿Quién va a parte de mí? ¿Y qué vamos a ver?

—Vienen todos; y la película me da igual, la que queráis.

—¿Todos? ¿Qué todos? 

—Peter, Josh, Finn —Lancé besitos al teléfono y Cassie me ignoró—, y en principio Evan. 

—¿Evan?

Lo pregunté con tono despreocupado, pero en el fondo me moría de ganas por saber si el que hubiera aceptado venir a un plan al que iba yo no sería una buena señal.

—Sí, Evan; así que procura no cagarla demasiado.

—Lo intentaré.

—Eso espero. —Escuché la voz de Patrice al otro lado de la línea y Cassie tapó el teléfono para contestar. Acto seguido volvió a centrarse en mí —. Lo siento, Lauren, pero me tengo que ir. Nos vemos esta tarde.

—Va.

La llamada se cortó antes de que pudiera elaborar una respuesta, así que dejé el teléfono sobre la mesilla y me incorporé, lista para comenzar el día.

Bueno, lista a medias. 

          ♦          ♦          ♦          ♦

Me enrollé el pelo con la toalla y salí del baño, corriendo a mi habitación con el albornoz cerrado sobre el pecho. Supuestamente tenía que estar en casa de Cassie a las seis, pero eran menos cinco y yo seguía en mi cuarto, desnuda y con el pelo como una anémona maltrecha.

Esperaba que no se pusieran remilgados con el horario, porque apostaba a que mientras me esperaban se iban a comer mis palomitas.

Cuando terminé de meterme en la primera sudadera limpia que pillé salí corriendo por la puerta, pero tuve que volver a subir porque había olvidado peinarme. No es que quisiera ir guapa, era simplemente que no quería sacarle un ojo a ningún infeliz que se cruzara con los alambres que tenía en la cabeza.

Cuando por fin estuve presentable bajé las escaleras prácticamente saltando y volé a través del porche, frenando en seco al ver a Richelle frente a la casa de Nick.

Estaba de espaldas a mí, con los brazos cruzados, pero se giró cuando escuchó el ruido de mi puerta. Su pelo rubio estaba impecablemente peinado y tenía los ojos sepultados en maquillaje, algo que nunca hubiera llevado cuando... bueno, cuando era alguien que merecía la pena.

Al ver que me miraba volví la cabeza y eché a andar, metiendo las manos en los bolsillos. No tenía ni tiempo ni ganas como para pararme a saludar a alguien a quien había perdido todo el respeto.

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