Capítulo 13

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Pasé toda la semana de los nervios. Tuve que lidiar con un seis y medio en el examen de Historia, con Adrian atontado por culpa de Patrice -aunque eran adorables-, y con Cassie imponiéndome estrategias de conquista para la fiesta -no era una experta mis coj... la muy cerda sabía más que los guionistas de Gossip Girl-.

Por suerte Evan estaba todo el tiempo conmigo, distrayéndome con sus comentarios. El problema llegaba cuando terminaban las clases y teníamos que volver a casa. Primero, porque allí no había ningún Evan con el que hablar, y tenía que pasarme todo el día estudiando para no escuchar los suspiros enamorados de Adrian. Segundo, porque el viaje para llegar a mi casa era incómodo no, lo siguiente. Jackson y Richelle hablaban entre ellos, pero yo podía ver que Richelle ya no estaba tan metida en la relación como antes. Nick miraba por la ventana, en silencio. Y yo... yo intentaba no morir de aburrimiento.

Pero el viernes había llegado. Por fin.

Me senté en el coche de Richelle con algo parecido a nerviosismo. Puede que Nick no me hablara demasiado cuando íbamos en el coche, pero tenía bastante claro que no era por mí, sino porque Richelle y Jackson le incomodaban. Además, en la primera fiesta Nick había bailado conmigo después de beberse unas cervezas. ¿Casualidad? Ni en broma. Claramente tenía vergüenza, y en eso se basaban todas mis esperanzas.

Puede que ahora no hables Nick, pero ya veremos mañana, cuando hayas bebido. Me froté las manos a lo mafioso y me reí de manera siniestra en mi cabeza.

Cuando llegamos me despedí con una sonrisa que todos me devolvieron, extrañados por mi efusividad. Entre corriendo y subí trotando las escaleras, saludando a Adrian y Patrice, que estaban en el sofá. Me detuve justo antes de llegar al piso superior. ¿Y si bajaba y le preguntaba Patrice sobre los problemas de Cassie en el anterior instituto? No quería ser cotilla -bueno, un poco sí- pero creía que Cassie seguía un poco afectada por lo que fuera que había pasado, y quería ayudarla a superarlo. Bueno, en caso de que hubiera algo que superar. No tenía ni idea de qué pensar.

Sacudí la cabeza y entré en mi habitación. Si había algo, Cassie me lo contaría cuando estuviera preparada. No tenía ningún derecho a meterme en su vida como si fuera una anciana de pueblo.

Saqué mis libros y me puse a hacer todos los trabajos. Me negaba rotundamente a volver a tocar un libro en lo que quedaba de fin de semana, así que tenía que terminarlo todo hoy.

Llevaba cinco minutos atascada en un problema cuando empezó a vibrar mi móvil.

— ¿Lauren? —Me aparté el teléfono con una mueca. ¿Evan podía gritar más? No, seguro que no.

—Evan, si vas a gritar tanto no hace falta que llames. Oigo perfectamente tus berridos desde mi ventana. Yo y todos mis vecinos. —Escuché una risa seca.

—Perdón, Marie, olvidé tu oído sensible. —Saqué la lengua antes de darme cuenta de que no podía verme.

Sip, soy imbécil.

—Muy gracioso, Señor Timmy. ¿Y para qué me llama su excelencia?

—He terminado todo lo de clase y no están echando nada interesante en la tele. ¿Te apetece salir y...? Bueno, en realidad me da igual lo que hagamos con tal de que me saques de casa. —Sonreí.

—Vale, pero tienes que esperar un rato. Yo no he terminado todavía. —Soltó un suspiro de alivio—.Por favor, Evan, no te comportes como si fueras un perrito que no ha salido a pasear.

—Cierra la boca, Lauren. ¿A qué hora paso por tu casa?

Quedamos en que pasaría en una hora. No creía que tardara tanto en terminar unos pocos ejercicios, pero tenía que cambiarme de ropa. Leggins verdes y una camiseta de mi hermano con agujeros en los sobacos no me parecía el mejor conjunto de mi armario, precisamente.

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