Capítulo 20

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—A partir de ahora voy al instituto en tu coche, me niego montarme en el de Richelle.

Cassie me miró de reojo antes de volver la mirada a la carretera con una sonrisa.

—Claro, Lauren. Ya que me lo pides con tanta amabilidad y teniendo tan en cuenta mi opinión...

Me crucé de brazos y fruncí los labios.

—Es verdad, perdona. —Carraspeo elegante—. Señorita Royston, ¿Tendría la bondad de recogerme en su camino al instituto y permitirme viajar en su excelso coche?

Se mordió el labio de arriba con una sonrisa.

—Explíqueme, joven Lauren, el motivo de su repentina decisión.

—En este coche no hay traidoras infieles. Ni chicos que me han rechazado.  Ni gente con más cuernos que Rodolfo. Ni música que me induce al suicidio. Y me gusta más tu ambientador.

Cassie golpeó con el índice el pedazo de cartón en forma de pino que colgaba de su espejo retrovisor.

—Me has convencido con lo último. Pero vas a tener que levantarte antes, después de ti hay que dar un pequeño rodeo para recoger a Evan.

¿Evan? ¿Y me entero ahora de que van juntos? Si fueran pareja, bueno; pero si no...

Excluida de los planes: nivel 4.

—Vale, no me importa levantarme antes. Dime la hora y ya está.

—Bueno, normalmente serían sólo unos diez minutos más, pero los miércoles quedamos para desayunar, así que...

Desayuno...

Excluida de los planes: nivel 8.

—¿Desde cuándo hacéis estas cosas? Pensaba que Evan iba con su hermano al instituto.

—Hace dos semanas su hermano encontró trabajo por la mañana, así que lo llevo yo, que no me importa. —Me echó un vistazo y soltó una carcajada—. ¿Qué pasa? ¿Sigues pensando que estamos juntos o algo?

—No, para nada. —Mientes como una bellaca, Lauren.

—Voy a fingir que te creo. Mándale un mensaje a Richelle diciendo que ya no vas a ir con ella por la mañana.

Saqué el móvil y redacté un -muy- escueto mensaje explicando el cambio de rutina.

En realidad explicar explicaba poco, pero esperé que la información estuviera clara.

Al cabo de unos segundos recibí su respuesta. Vaya, vaya. Al parecer no estaba demasiado atenta al entrenamiento de fútbol. 

"Kien eres?"

¡Ah! ¡Mis ojos!

¿Desde cuándo Richelle daba tanta pena? Empezar a escribir a lo choni era la prueba clara de que necesitaba ser sacrificada por el bien de la especie.

Un momento.

No sabía quién era.

¿La muy cerda seguía sin guardar mi teléfono? No sé cómo tardé tanto tiempo en asumir que nuestra amistad estaba perdida.

Tendí mi móvil a Cassie mientras salíamos del coche y subíamos las escaleras de su casa, sin contestar.

Adivina quién soy, imbécil.

Cuando pasamos por delante del salón para subir al piso superior, Patrice y Adrian nos saludaron con una sonrisa -la de mi hermano avergonzada-. Era irónico que se sonrojara cuando tenía novia, y que antes se tirara a una chica distinta antes de cada comida y no le importara lo más mínimo.

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