Capítulo 34

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—¿Has terminado?

Asentí a Adrian y dejé el último hueso sobre el plato con una delicadeza que contrastaba con el estilo de perro famélico con el que me había comido esa costilla. Esa y todas las anteriores.

Mi hermano se puso de pie y rodeó la mesa para inclinarse sobre mi madre y susurrarle al oído. Ésta puso mala cara pero terminó asintiendo a regañadientes. Adrian me guiñó el ojo y se acercó a mí.

—Nuestra amable madre nos deja irnos. Límpiate bien esa cara asquerosa y vámonos.

—Tanto amor no, Adrian.

Lo única reacción que obtuve fue una sonrisa inocente. Se sentó junto a Collin y le explicó que nos teníamos que ir, a lo que él sonrió y aceptó sin problemas, diciendo algo sobre el siguiente plan. Yo...

Yo dudé. ¿Cómo tenía que despedirme de Evan y Josh? ¿Dos besos? ¿Un abrazo? ¿Una pseudo sonrisa y un movimiento con la barbilla? ¿Un baile irlandés? Hiciera lo que hiciera sabía que sería incómodo y forzado.

Antes de que pudiera moverme ambos se levantaron y entraron en la casa. Evan no me miró al pasar, pero Josh me hizo una señal para que los siguiera, así que me levanté y lo hice. Evan comenzó a subir las escaleras y Josh sonrió cuando me vio detrás de él, pero yo me detuve ante el primer escalón.

—¿Chicos? ¿Estáis subiendo para algo importante? Porque me voy con mi hermano en un rato.

Inmediatamente quiste dispararme por ser tan imbécil. Me acababan de ofrecer la posibilidad de entrar en la habitación de Evan y mantener una conversación cordial, y a mí sólo se me había ocurrido contestar que a ver qué hacíamos que tenía que irme.

Lo estás haciendo genial, Lauren. 

Evan me miró desde la barandilla superior con cara de que yo era gilipollas.

—Vamos a subir a hablar. ¿Es lo suficientemente importante como para que tu tarde de tocarse los huevos espere?

—Mi tarde puede esperar, sí.

Lancé una mirada de "espera un rato largo" a Adrian, que me miraba desde el patio con gesto inquisitivo. Levantó los pulgares y sonrió ampliamente, dándome libertad.

Subí los escalones de dos en dos para alcanzar a los chicos, que ya estaban prácticamente en la habitación. Cuando entramos Evan se sentó con actitud despreocupada en la silla del escritorio y comenzó a juguetear con un bolígrafo que había sobre la mesa. Josh se tumbó sobre la cama de Evan, dejándome un hueco a sus pies que ocupé con nerviosismo.

—¿Evan? ¿Y esta puta mierda?

Ambos miramos lo que sujetaba. Era una esquina de las sábanas estampadas con caritas de Legos. Solté una carcajada involuntaria y Evan continuó serio, a pesar de que sus orejas se pusieron rojas.

—¿Tienes algún problema con mis sábanas? Son para dormir. Y si estas sirven para eso, me importa una mierda el dibujo que tengan.

Carraspeé para que no se notara que me había reído, y Josh sonrió aún más, como si le hiciera mucha gracia la respuesta de Evan.

—Ya, seguro que compraste estas sábanas pensando en la calidad de los hilos. Lo de los dibujitos es una simple casualidad.

—¿No tienes nada mejor que hacer que reírte de mi ropa de cama?

—Me iría a jugar a la play, pero tengo miedo de salir por la puerta y que asesines a Lauren.

Evan desvió los ojos hacia mí, y yo me crucé de brazos en respuesta.

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