Capítulo 25

565 35 5
                                    

Fra-ca-so.

No había otra palabra para describir la sesión de estudio con Evan.

Había vuelto a mi casa una hora antes y ahí seguía, estudiando como una cerda. Es cierto que sus explicaciones habían aclarado muchas de mis dudas, pero no habían sido la solución mágica que yo esperaba.

¿Resultado? Una Lauren con las ideas un poco más claras pero con un futuro negro en la física.

Esto se traducía en una Lauren que se quedaba en casita estudiando como una marrana mientras sus amigos se iban de fiesta al día siguiente.

Coro dramático de "Ohhh" por parte del público.

Aunque... a quién quería engañar, la única que sentía lástima por el cambio de planes era yo misma.

Evan y Cassie estarían encantados cuando se enteraran de que no iba a aparecer por ahí a lo estrella del porno -básicamente porque no iba a aparecer en absoluto-, y dudaba que el resto de invitados notara mi ausencia.

Amiga de la popular o no, seguía siendo invisible.

Terminé de rebozarme en autocompasión y bajé al piso inferior.

Allí me estaba esperando mi hermano, sentado en el sofá y con una revista de coches -y chicas medio en bolas- en el regazo.

—¿Qué tal con Evan?

Miré a Adrian y enarqué la ceja ante su sonrisa pícara.

—Si lo que estás preguntando es que si ahora entiendo mejor el temario, la respuesta es sí. Si lo que quieres saber es si ha habido sexo, la respuesta es no.

Mi hermano me lanzó una mirada escandalizada.

—¿Sexo? ¿Entre dos adolescentes solos en una habitación? Nunca me hubiera atrevido a sugerirlo.

—Eso espero, porque no todos estamos igual de desesperados que tú con mi edad.

Adrian sonrió.

—No sé tú, pero Evan tiene pinta de estar más salido que el pico de una mesa.

Abrí la boca para defender a mi amigo -aunque las acusaciones fueran completamente ciertas- pero mi madre entró por la puerta con las manos en la cadera e interrumpió mi discurso indignado.

—Lauren, la madre de Evan me ha comentado algo sobre una excursión. ¿No tienes nada que darme?

Mi cara se contrajo con una mueca. Tenía la intención de alargar mi felicidad todo el tiempo posible, y para eso necesitaba que mi madre no supiera nada de la supervivencia.

Porque le encantaban.

Demasiado.

—Eh... sí, nos vamos de supervivencia el jueves. —No dejes que se emocione —. Pero tú no te preocupes, que sé dónde está el saco y...

—¡Qué divertido! -tarde-. Yo hice muchas de estas excursiones cuando estaba en el instituto. —Se sentó a mi lado en el sofá con una sonrisa de oreja a oreja y escuché la risa por lo bajo de Adrian, a la que respondí con un amable codazo en la entrepierna —. Fue genial, nos llevaron al bosque e hicimos una gymkana y...

—Mamá, ¿Puedes contármelo después? Quería cenar rápido para seguir estudiando.

Eso era una mentira cochina y todos lo sabíamos, pero podía adivinar la historia. Anécdotas estúpidas y sexo.

Asintió a regañadientes, con cara de molestia, y una pequeña parte de mí se sintió culpable.

Esa parte fue erradicada un segundo después.

BehindWhere stories live. Discover now