Capítulo 35

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Debería haber aceptado las apuestas.

Si hubiera escuchado a Adrian y Josh ahora sería rica. Ambos creían que para el miércoles Evan ya me habría perdonado, pero estábamos a viernes y no veía ningún acercamiento. Es más, lo único que se había establecido entre nosotros era un acuerdo tácito para ignorarnos, ya que al parecer Evan me había rebautizado como Densa-Nube-De-Aire y se esforzaba por obviar mi presencia a tiempo completo.

Pero si estar con él cuando salíamos todos juntos era incómodo, estar con él en clase era una verdadera tortura. Compartíamos la mayoría de las asignaturas, y horas que antes solían pasarse volando se habían convertido en una lenta batalla contra el minutero del reloj, sintiendo sobre mí las miradas asombradas de los profesores que se preguntaban qué nos habríamos tomado para estar tan callados y el pasotismo absoluto de mi compañero de mesa.

En serio, era una mierda. Una mierda aburridísima.

Me dejé caer sobre la silla de la cafetería al lado de Josh y abrí mi botella de agua. Él me miró preocupado.

— ¿Y esa cara, Lauren?

Me encogí de hombros y di un sorbo.

—Ya sabes, lo de todos los viernes: los exámenes, el cansancio de la semana, el mejor amigo que sigue pasando de ti...

Josh frunció el ceño.

— ¿Todavía está así?

—Sí, y te recuerdo que dijiste, más bien prometiste, que para el miércoles ya me habría perdonado.

Josh levantó las manos con gesto inocente.

— ¡Eh! Era una aproximación, no un decreto judicial. Lo único que puedes hacer es ser paciente, ya te lo dije.

— ¿Y si no quiere que sea paciente? ¿Y si está esperando a que vuelva a pedirle disculpas?

—Si ya se las pediste el domingo no lo hagas de nuevo, en serio.

—Pero le dije que lo sentía, le solté un discurso digno de la ONU, y no ha cambiado nada. Lo único que hace es ignorarme y dejar que pase el tiempo.

— ¿Quién deja que pase el tiempo?

Levantamos la vista hacia Finn, que ocupó la silla que quedaba frente a mí.

—Evan. Sigue enfadado conmigo.

— ¿Todavía? Quiero decir, os noté un poco tensos el lunes, pero pensé que para hoy ya lo habríais solucionado. —Soltó una despreocupada risa, como si fuera lo más obvio del mundo—. Es Evan, por favor.

—Ya, pues no. Lleva una semana sin hablarme, y no parece que vaya a mejorar.

— ¿No os sentabais juntos en todas las clases? ¿Qué hacéis ahora?

—Él dibuja. Yo miro por la ventana e intento no echarme a llorar del aburrimiento.

—Un planazo, oye. Escuchando eso hace que mis clases al lado de Jackson me resulten hasta entretenidas. —Puso los ojos en blanco y sonrió—. Qué va, es broma. Nada puede hacer eso entretenido.

Josh se echó a reír y yo sonreí, sumida en mis pensamientos.

Esta era la primera vez que escuchaba algo sobre Jackson en más de diez días, y no escuchar nada sobre él se traducía a no escuchar nada sobre Richelle o Nick, que ya no se sentaban con nosotros. Me di cuenta de que desde el sábado no había dedicado ni un segundo de mi tiempo a pensar en él, y eso me hizo sentir extraña, pero de una manera más bien agradable.

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