—Al hospital. Adrian está en la UCI.
Sentí como una losa caía sobre mí y mi corazón comenzó a latir aún más rápido.
—No. Eso es imposible. Lo he visto esta mañana, estaba perfectamente. —Miré a Peter, que comenzaba a perder color, y volví a negar con la cabeza, cada vez más frenéticamente—. No puede ser.
Peter miró de reojo a Cassie, que continuaba concentrada en la carretera, y se giró hacia delante, aunque pude ver que de vez que cuando me miraba a través del retrovisor. Yo desbloqueé el móvil, intentando marcar a mi padre sin que se me cayera el teléfono de las manos por lo mucho que me temblaban.
Cassie lo vio y negó con la cabeza.
—No les llames, Lauren. Ya saben que vamos para allá, no te preocupes.
—¿Qué no me preocupe? ¡¿Me dices que mi hermano está ingresado y quieres que no me preocupe?! ¡¿Estás loca?!
Peter hizo un movimiento imposible y apoyó la mano en mi pierna, intentando tranquilizarme.
—Chst, escucha. No sabemos qué ha pasado, pero ahora está en el hospital y lo están tratando. Y ponerse de los nervios en un coche no va a ayudar, así que relájate —Me miró a los ojos y me obligó a acompasar mi respiración—. Así, muy bien.
Cerré los ojos y me concentré en el sonido de su voz, intentando olvidarme de todo a mi alrededor. Sin embargo, continuamente me asaltaban imágenes de qué podría haberle pasado a Adrian, y cómo de grave sería, y otra serie de pensamientos inútiles y agobiantes.
Por fin llegamos al hospital, y Cassie se giró hacia Peter, aún seria.
—Voy a aparcar. Tú bájate con ella y acompáñala, por favor.
Peter asintió y bajó del coche, cerrando mi puerta después de que yo saliera como si me hubiesen metido un cohete por el culo.
Corrí al interior del hospital, seguida por Peter, y me acerqué a la primera enfermera que vi.
—Disculpa, ¿Adrian Lynch?
La enfermera me señaló un mostrador y me alejé de ella a toda prisa, perfectamente consciente de su mirada de lástima.
Pero no me importó. Las miradas de lástima eran para los que tenían a alguien muerto, y Adrian no lo estaba. Adrian estaba bien.
Tenía que estar bien.
Apoyé los antebrazos sobre el mostrador y comencé a dar golpecitos en el suelo con el pie, impaciente. Peter se colocó a mi lado. Al fin, un señor con bigote se acercó a nosotros.
—¿Sí?
—Hola, vengo a buscar a mi hermano. —Cogí aire con fuerza, consciente de nuevo de mi pulso acelerado—. Adrian Lynch. Adrian John Lynch.
El hombre asintió y comenzó a teclear en su ordenador. Peter colocó una mano sobre mi hombro, apretando levemente, y el hombre levantó la mirada, transmitiéndome simpatía.
—Está en la planta dos.
—Vale, gracias.
Me alejé a toda prisa del mostrador, lanzándome al primer ascensor que encontré abierto, y pulsé el botón de la segunda planta. Las puertas se cerraron detrás de Peter y yo elevé los ojos al techo, nerviosa.
—Lauren. —Continué pendiente de los números que cambiaban a una velocidad exasperante—. ¡Lauren!
Fijé la vista en Peter, que me miraba con alarma.
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Behind
Teen FictionRichelle siempre ha querido ser reconocida en su instituto, pero hasta este verano nadie se había fijado en su existencia. Los chicos la veían, claro, pero los populares la consideraban invisible. Todo cambia cuando va a una fiesta y deja salir su v...