Capítulo 14

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Cuando llegó la hora de ir al partido yo ya estaba de los nervios, mucho peor que en el primero. No sabía cómo afectaría mi estado de ánimo a la regla, pero esperé que no cambiara nada.

Ya tenía suficiente con tener que llevar bragas de abuela, no quería tener que enfrentarme a las cataratas del Niagara.

Bajé las escaleras dando brincos cuando Cassie toco el claxon. Al pasar por la cocina mi hermano me levantó los pulgares y yo respondí con una sonrisa.

Me senté en el asiento de copiloto y respiré hondo.

—Inspira, Lauren. He cambiado de ambientador. —La miré con el ceño fruncido—.De acuerdo, no ha tenido gracia. Pero relájate, sólo es una fiesta.

Arrancó el coche y nos dirigimos al campo de fútbol mientras Cassie aprovechaba para meterme más planes a presión.

¿Experta ella? No, qué va.

No sé cómo me auto-convencí para no saltar por la ventanilla.

Nos sentamos en las gradas a la espera de que el partido comenzase, y las animadoras se acercaron a Cassie como si fueran los monos de "2001: Una Odisea en el Espacio" rodeando al monolito. La diferencia era que aquí el monolito tenía melena rubia y los monos eran aún más tontos.

Sin exagerar.

Al igual que la última vez, los maniquís de pecho ingrávido primero me rodearon como si fuera una extraña pieza de cerámica y al rato empezaron a soltarse conmigo. Yo seguía sin tener claro qué parte me gustaba menos.

De pronto todas las palurdas -y Cassie- empezaron a aplaudir con una sincronización que parecía incluso ensayada, y el equipo de fútbol de nuestro instituto salió al campo, saludando orgulloso.

¿Orgulloso de qué? Dato desconocido.

El partido empezó y Cassie se acercó más a mí, explicándome lo que iba pasando. Muchas de las cosas ya las sabía -Adrian es muy pesado- pero otras muchas no, y me dejó pasmada la cantidad de información que sabía sobre un deporte del que nunca la había oído hablar. Me pregunté si no habría formado las animadoras para, además de fichar a todo el instituto, disfrutar con el fútbol.

Después de que nos metieran cuatro goles y nosotros metiéramos tres goles, uno de ellos en propia -que por supuesto uno de nuestros brillantes sacos de hormonas aplaudió- nos fuimos del campo y nos acercamos a los coches.

— ¿Va a haber fiesta? ¿Aunque hayamos perdido? —Cassie me miró sorprendida.

—Pues claro. Estas fiestas son como los amigos. Están ahí para celebrar las victorias y distraer de las derrotas. 

Me encogí de hombros y me senté. Tampoco me iba a quejar.

Esperamos en el coche, cantando a todo volumen canciones de la radio, hasta que Evan y Nick salieron del vestuario, sin apestar y con ropa decente -sin chándal, quiero decir-.

Cassie esperó a que se sentaran en la parte de atrás y arrancó, uniéndose a la fila de coches que salían del aparcamiento y se dirigían a casa de Paola.

Miré hacia atrás y sonreí a Nick y Evan. Evan se había puesto el pelo hacia atrás, como le había dicho, y me sentí orgullosa de que me hubiera hecho caso -realmente le quedaba mejor, tengo futuro como estilista-. Nick llevaba el pelo rubio revuelto, como siempre, y sus ojos azules paseaban inquietos por todo el coche y...

Vale, te ha pillado mirando. Ojos al frente, Lauren, no la cagues tan rápido.

Sonreí para mí misma. Esto había salido redondo -lo de la pillada no, el resto-. Evan y Cassie se llevaban bastante bien, así que Cassie se ofreció para llevarle a la fiesta en coche. La parte milagrosa del asunto vino cuando Nick -Dios bendiga al útero de su madre- le contó a Evan que Richelle no podía llevarlo por nosequé de Jackson. A mí lo de Richelle me daba igual, ni siquiera la había visto en el partido, pero lo de Nick me había alegrado la tarde.

Por lo menos hasta ahora. No sabía si era porque habíamos -habían, más bien- perdido o porque no les gustaba el nuevo ambientador de Cassie, pero todos iban en silencio.

Miré por la ventana. Se suponía que íbamos a una fiesta, no a un funeral, pero si querían ir callados no sería yo la que les obligara a hablar.

Cuando llegamos a casa de Paola salí del coche con la mandíbula en el suelo. ¿Era legal construir casas tan grandes? En la parte delantera había un jardín lleno de adolescentes haciendo el tonto, y las ventanas brillaban iluminadas. Música –discotequera, como no- sonaba a todo volumen, pero las casas estaban tan separadas entre sí que dudaba que los vecinos pudieran molestarse.

Entramos los cuatro, intimidados por las dimensiones. Bueno, Cassie no, ella parecía acostumbrada. Cuando salimos al patio trasero una piscina iluminada y llena de gente nos dio la bienvenida.

Mierda.

Nadie sabía que hubiera una piscina, así que nadie había traído bañador. Eso no importaba si llevabas ropa interior mona, pero mis bragas del siglo XVI no se adaptaban a esa descripción. Para terminar de arreglar los detalles, yo iba sin depilar.

Perfecto, Lauren. Simplemente perfecto.

Nos miramos entre nosotros. Cassie tenía la misma cara de pánico que yo, y a Evan tampoco se le veía con muchas ganas. Eché un vistazo a Nick, que parecía –Por favor, no- entusiasmado.

— ¡Hay piscina! Venga chicos, quitaos la ropa y al agua. —Se pasó la camiseta por los hombros y todas las chicas de la piscina se giraron hacia nosotros inmediatamente, como si fueran zombies y Nick fuera un rico cerebro con salsa.

Evan, Cassie y yo balbuceamos excusas y nos retiramos, viendo como Nick se zambullía en el agua con un grito de júbilo.

Ahí se iba mi primera oportunidad.

Nos acercamos a la cocina y Cassie y Evan cogieron sendos vasos de vodka. Yo cogí una lata de Coca-Cola.

—Detengan a esta delincuente, va a beber Coca-Cola. —Evan se llevó las manos a la cabeza y Cassie soltó una carcajada. Yo les saqué la lengua.

—Muy gracioso, pero no conviene pasarse con el gas. —Lancé una elocuente mirada a Evan y él se llevó el vaso a los labios, rodando los ojos.

Cassie nos miró alternativamente y se encogió de hombros.

—¿Queréis ir a bailar? Ya que no vamos a entrar en la piscina...

Asentimos y nos dirigimos al salón, donde un grupo de cuerpos sudorosos se movían al son de la música. Evan nos agarró de los brazos antes de que entráramos en la habitación.

—¿Por qué no os habéis querido meter en la piscina? —Lo miramos extrañadas.

—¿Por qué lo preguntas? —La voz de Cassie era tensa.

—Porque si más tarde os tengo que salvar de bañaros quiero saber el motivo. —Sonrió—. Por ejemplo, yo no me he bañado porque llevo calzoncillos de cómics y todo el mundo me apedrearía si los viera.

Cassie y yo nos reímos.

—Vale, yo no me quiero meter en la piscina porque tengo la regla. —Evan y Cassie silbaron entre dientes.

Cassie no dijo nada.

—¿Cassie? —La miramos con preocupación, pero ella sacudió la mano.

—No pasa nada, es sólo que tengo algunas, eh... cicatrices. —Se frotó el brazo y sonrió, incómoda.

Ni Evan ni yo insistimos.

BehindWhere stories live. Discover now