Capítulo 16

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Me desperté cuando Adrian levantó mi persiana. Un haz de luz solar se incrustó en mis ojos y me giré, dándole la espalda a la ventana.

—¡Buenos días, hermanita! Son las doce y el sol brilla en lo alto. —Me tapé la cara con la almohada—. Repito, son las doce.

—Déjame, por favor. Hoy voy a quedarme aquí, lejos de la gente feliz.

Adrian se sentó a mi lado.

—¿Y ese ánimo tan pobre? ¿Qué ha pasado? 

Me puse el brazo sobre los ojos.

—Ayer fue la peor noche de mi vida. —Escuché la carcajada de Adrian.

—Ya será menos, Lauren. No pudo ser tan horrible.

Me destapé la cara y le miré fijamente -con los ojos inyectados en sangre, a juzgar por mi noche de mierda-.

—Tocó fiesta de piscina, y yo tenía la regla y no estaba depilada. Y Cassie y Evan se pillaron un ped... —Abrí los ojos—. Tú a Patrice ni palabra sobre esto. —Adrian sonrió y me guiñó el ojo

—Pues no me parece tan malo, has exag...

—¡Ah, se me olvidaba! —Lo interrumpí con alegría irónica—. Besé a Nick y él me rechazó porque al parecer está con otra. Sí, Adrian, he exagerado. Es más, seguro que dentro de unos años recordaré esta noche como una de las mejores de mi vida.

Adrian se rascó la cabeza y yo me tapé de nuevo con la almohada.

—¿Sabes lo peor de todo esto? Aparte de la absoluta vergüenza, claro. Lo malo es que Nick me gusta de verdad. Para algo serio. —Le apunté con el índice sin apartarme el almohadón de la cara—. Y fuiste tú, maldito bastardo, el que me hizo darme cuenta.

Adrian carraspeó.

—¿Cuándo, exactamente?

Me incorporé, descubriéndome -a mí y a mi pelo de estropajo-.

—Cuando viniste a preguntarme sobre él, ¿Te acuerdas?

Adrian apartó la mirada.

—Sí, sí, me acuerdo. Pero pensaba que ya lo tendrías claro.

Volví a tumbarme y me puse boca abajo, de espaldas a la luz, a mi hermano y al mundo.

—Pues no, no lo tuve claro hasta ese momento. —Mi voz sonó ahogada contra la almohada.

Adrian suspiró.

Sentí la mano de mi hermano en la coronilla y escuché cómo bajaba de nuevo la persiana.

Se fue y me quedé sola de nuevo.

Me giré hacia la mesilla para poder respirar -esa posición tan dramática me iba a asfixiar- y vi mi móvil.

Oh dios, el coche.

Agarré el teléfono y marqué a Cassie.

— ¿Diga...? —Qué voz de ultratumba, por favor.

—¿Puede ir Nick ahora a llevarte el coche? ¿Y cómo te has levantado? La historia oficial sobre tu borrachera de ayer es que tomaste fruta en mal estado.

Cassie gimió.

—Habla más despacio y baja el volumen, por favor. —Su voz rasposa casi me saca una sonrisa. Casi.

—Tu coche. ¿Quieres que Nick te lo lleve ahora?

—Vale...

—Pues le aviso. Ahora descansa, ya hablaremos.

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