Capítulo 18.5.- La leyenda de la dama sangrienta.

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Esto sucedió una noche sin Era, cuando la oscuridad nos envolvía por completo, Modesty aún no podía controlar su energía novial, por lo que lo único que nos aluzaba era una tenue vela.

Estábamos sentados en el jardín trasero, Ela, Modesty y yo, viendo las estrellas del firmamento, mientras mi madre nos vigilaba sentada en una mecedora mientras tomaba una taza de té.

"¿Y si, contamos historias de terror?"

Sugirió Ela, Modesty de inmediato empezó a saltar y gritar "¡Sí! Una de vampiros o una de una niña fantasma." Ella siempre ha sido de la clase de persona que aman las historias de terror pero después no puede dormir por semanas con solo decirte que encerró en un baúl todos sus muñecos por meses, después de ver cierta película de cierto muñeco pelirrojo.

"De acuerdo, pero Modesty y yo, no sabemos ninguna."

Pude ver que Modesty quería que contara alguna, pero todas las que me sé son de mi antiguo mundo y no me voy a arriesgar a decir algo fuera del sentido común de este mundo. Ya somos lo suficientemente raras, además mi madre está escuchando.

"Descuida yo tengo la historia perfecta."

Dijo Ela, mientras aclaraba su garganta y se colocaba la vela justo debajo de su cara.

"Esta historia sucedió hace varios ciclos, en tiempos de la guerra de unión.

En aquel momento las cosas era turbulentas y repletas de caos, los ciudadanos de la en aquel entonces colonia de Zinca que se oponían a unirse al gobierno de Astlan, sufrían de la peor hambruna de su historia.

La gente moría de hambre en sus calles, y todos solo podían contemplar como los suyos desfallecían. Una noche sin Era, como esta, una pequeña niña deambulaba por las sombrías calles de la colonia, el hambre hacia retumbar su estómago y su vista se ponía borrosa.

Arrastraba sus garras, por las calles de tierra, agitaba sus cuatro alas trasparentes, solo para recordarse que estaba viva. Así es como la pequeña sirei pasaba su noche deseando solo un poco de comida.

Fue en ese momento que lo vio, un pequeño cargamento de pan, para los enfermos del hospital que se habían acumulado con el paso de los días. Al verlo pensó 'Solo uno pequeño' y escurriéndose de los guardias tomo una pequeña pieza de pan y la devoro en segundos, no fue suficiente para calmar su hambre pero si calmo sus agitados pensamientos.

Sin mucho más que hacer decidió ir de vuelta a su casa, cuando empezó a sentir como la tierra bajo sus garras se ponía húmeda y un nauseabundo hedor impregnaba su nariz. Alzo la mirada y la vio, una hermosa mujer de larga cabellera, que flotaba ligeramente sobre el suelo, su cuerpo estaba cubierto por una capa de sangre seca, sus pies estaban cortados por la mitad de sus muslos y se oía un gorgoteo de como la sangre salpicaba al caer al suelo desde donde se suponía que debían estar sus tobillos.

La niña se dio la vuelta, queriendo escapar del infernal ser, pero ante su sorpresa la mujer ya estaba justo enfrente de ella, sonriendo felizmente, sus garras comenzaron a bañarse de la sangre que no dejaba de escurrir de la mujer.

Quería gritar, pero hace mucho que su voz se había acabado, sin pensarlo intento volar y escapar, pero cuando quiso levantarse del suelo, sintió como algo viscoso sujetaba firmemente su mano.

Fue en ese momento que la escuchó, una voz tan profunda que la envolvió por completo, sumergiéndola en un mar de penurias y tristeza. 'Solo uno pequeño' resonó en sus oídos, sintió como su dedo empezó arder, las lágrimas cubrieron su cara y un grito seco trono en su garganta, cerró los ojos esperando su final, pero nada sucedió.

Abrió los ojos y la mujer se había ido, solo el gran charco de sangre debajo de sus pies le recordaba que todo lo que había pasado era real. Sin pensarlo o razonarlo corrió a su casa.

Llegando a la vieja casa, se sentó en una esquina e intento dormir, cuando volvió escuchar la voz que resonó a través de las viejas paredes repitiendo 'Solo uno pequeño', en ese instante, el ardor en su dedo índice que hasta ese momento había estado ignorando, se intensifico, ella volteo a ver y una pequeña cortada lucia a lo largo de la yema de su dedo, la sangre escurría por su herida, y sin importar cuanto intentara detenerla la sangre fluía y fluía sin detenerse.

En pánico la niña prendió cualquier cosa de madera que encontró y busco una varilla de metal para la chimenea y la calentó hasta ponerla al rojo vivo, coloco el metal ardiendo en su dedo, buscando desesperada cicatrizar su herida pero a pesar de que sentía el metal quemado su carne la sangre no paraba, y escurría y escurría, manchando todo el piso con su vital líquido.

El tiempo pasaba y la herida no parecía cesar, su mente se sentía cada vez más pesada y su piel se ponía más pálida cada segundo, su garganta estaba seca y justo antes de perder la conciencia la vio flotando justo enfrente de ella, sonriendo y le dijo 'te dije que solo iba a ser uno pequeño'.

A la mañana siguiente un vecino llamo a los guardias de la colonia, al ver como la sangre escurría por debajo de la puerta, cuando los guardia entraron, vieron como todo el lugar estaba encharcado con un líquido rojo, y en el centro de la casa el cuerpo sin vida de una niña, quien no tenía ni una gota de sangre dentro de su cuerpo.

Los guardias al ver aquella escena supieron de inmediato que había pasado, era el espíritu de aquel ser que castigaba a quien ella creía correcto.

Ahora sabes que si un día haces algo malo, por más pequeño que sea oirás en la noche aquellas palabras de ultratumba diciendo 'Solo uno pequeño' y tu dedo comenzara a arder, y cuando veas la sangre escurrir lejos de ti deberás saber que ya no tienes escape de la dama de sangrienta..."

Junto en el momento en el que Ela terminaba su relato, algo que no esperaba sucedió una mano temblorosa cubrió su boca.

Mi madre quien estaba sentada a la distancia había corrido hacia nosotros y había detenido a Ela justo en el final, su rostro estaba pálido y su voz se oía un poco temblorosa.

"Creo que ya es muy tarde niñas, deberían descansar de una vez... y por favor dejen las historias de terror, para cuando yo no este... no soy muy buena con ellas."

Y aunque ella se reía al final sus manos no dejaban de temblar, quien lo diría, la debilidad de mi madre son las historias de terror. Lo recordare para cuando empiece otros de sus eternos sermones.  

Melody y Modesty, Contra el mundo de fantasía.Where stories live. Discover now