¿Dónde está tu sangre azul?

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¿Dónde está tu sangre azul?

A pesar de los esfuerzos muchas cosas no podrían ser las mismas, y de alguna manera era comprensible para todos que el luto invisible que los cubría de algún modo siempre estaría presente, pasado el duelo probablemente las cosas mejorarían, pero por el  momento las heridas eras ondas y demasiado recientes para fingir que habían sanado.

La casa Slytherin lucia bastante deteriorada, en ella se habían formado líneas invisibles que los separaban entre aquellos que pertenecían a familias seguidoras del innombrable y aquellos pocos más afortunados que lograron mantenerse al margen y habían sido solo meros espectadores. La mayoría de ellos habían regresado al colegio obligados por el ministerio, como una forma de mantenerlos vigilados después de los sucedido, sin embargo, y a pesar de las circunstancias no perdían su porte distintivo, ni el orgullo altanero ante los que consideran inferiores, aunque ya no fueran capaces de decirlo en voz alta.

Pansy Parkinson fiel a sus costumbres lideraba a lado de los sobrevivientes fuertes de su casa, sabiendo de antemano que aun cuando Malfoy saliera de esa cuarentena a la que era sometido por no sé qué enfermedad, el era peor que un apestado, era un traidor que no encajaría en ninguno de los grupos ya formados y por tanto tenía que reconstruir la estructura  con lo poco que quedaba y sin él.

Si antaño esa chica morena de sangre limpia era hosca después de la guerra su carácter se había ensombrecido demasiado, en mucho debido a que se familia también tuvo sus baja y el patriarca había muerto días después de la batalla final, lo cual no termina de entender, sumado a eso su propia madre estaría pasando algunos meses detenida para deliberar si pasaría una temporada más amplia en Azcabar.

No era precisamente que Pansy le tuviera un gran cariño a su padre, como buena Slytherin no era demasiado sentimental, ni apegada a ese tipo de afectos, pero sin duda siempre había procurado darle lo mejor y protegerla, y eso ameritaba al menos resentir su pérdida lo suficiente como para intrigarle el hermetismo empleado para no dar más información sobre su deceso  o el nombre del auror que había terminado con su vida.

Lejos de lo que la mayoría podía pensar de Parkinson esta no era estúpida, tampoco era  excepcionalmente brillante, pero tenía ciertas cualidades que le habían ayudado a sobrevivir y mantenerse de pie a pesar de las adversidades, cosa que les había faltado a muchos que se consideraban intelectualmente superiores a ella. Su apariencia aparentemente inofensiva era como la de aquella serpientes que coloridos colores que parecen tranquilas y nada peligrosas, pero que solo basta un descuido para inyectar su veneno y cobrar con una vida por ser subestimadas.

De manera silenciosa como reptil al acecho se había rodear por aliados, Nott y Zabini eran sus vasallos y sutilmente los habían incitado a poner un poco de respeto en su propia casa antes de intentar cosas mayores, pero era lista, que avanzara lentamente solo era señal de tener un paso firme y decidido. Había evaluado en el preciso momento de la guerra después de haber exigido que entregaran a Potter que había muy pocos opciones que seguir después de ese día.

Si triunfaban el innombrable que consideraba un tanto improbable su familia seria reconocida, después de todo su padre se había encargado de ser de los más allegados y fieles servidores del señor oscuro, pero sabía que lamentablemente tenía que sopesa con otras opciones de no ser asi. Seguramente si Potter triunfaba todo estaría jodido para su familia, para su padre el beso del dementor era lo más lógico, e incluso era algo mas tentador a pasar el resto de su vida en una celda custodiados, pero para ella las cosas no tenían por qué ser tan lúgubres, después de todo siempre podía culpar a los demás para librarse, no le importaba si entre esos culpables estuvieran sus padres si con ello lograba liberarse.

En la torre de premios anuales, ajenos  a las reflecciones de Pansy, Draco y Hermione libraban una nueva discusión, pero quizás mas acalorada y menos amistosa de las que habían sostenido en los últimos días, la razón no era del todo clara.

Una cosa había llevado a la otra, lo que inicialmente había sido una pregunta inocente sobre Narcisa Malfoy, término con las crudas palabras de un afectado rubio. -¿Tu que puedes saber si solo eres una sangre sucia?

De nuevo se había arrepentido de pronunciar esas palabras, pero a veces se le había imposible acallar ese ímpetu cuando Granger escarbaba en heridas demasiado dolorosas. Me maldijo mil veces por su estupidez y trato de disculparse cuando vio de nuevo esa mirada perdida y ese rostro indiferente.

Pero esta ocasión Hermione no se quedo en paz, limitándose a seguir curando su piel lacerada, se levanto para ir a tomar de una mesita cercana una daga de plata que utilizaba para cortar la corteza para hacer las pasta para las curaciones.

Draco la vio acercarse con la daga en mano, tenía una mirada sombría y sus ojos estaban oscurecidos,  tenía un aspecto amenazante y contenido por lo que notaba y esa frialdad era lo que llego a aterrarlo cuando tomo su mano con brusquedad y le hizo un corte a la palma de su mano en un solo movimiento. Confuso y dolorido por el corte contrajo su mano y la cerro en un puño para que la sangre no siguiera fluyendo.

Pero eso no la detuvo para abrir su propia mano como lo había hecho segundos antes con Malfoy. Dejando brotar la sangre tiro con fuerza la mano del chico obligándolo a que vira juntas las palmas abiertas.

-¿Dónde está tu sangre azul? -Interrogo con frialdad. -No te confundas Malfoy tu sangre y la mía no son diferentes.

Intento alejar su mano, pero no lo permitió Granger, e incluso se atrevía a estrechar su mano con la de el, aquella que estaba abierta para mesclar su sangre.

-Podre ser orgullosamente una hija de muggles pero mi sangre no es distinta a la tuya, la mia también es roja, y sin importar mi origen o el tuyo, corre por nuestras venas y no vale más una que otra, o es que eres tan estúpido que no puedes darte cuenta.

Apretando con rabia su mano le dijo con toda seguridad. -Tu madre y la mía tampoco son muy diferentes, ambas están muertas. -Dijo trabando saliva. -y te puedo asegurar que eso nos duele lo mismo. El dinero, la sangre y tu estúpido abolengo no es nada, ni nos hace diferentes, la muerte no discrimina a nadie y la vida es igual de cruel para todos, quieras o no aceptarlo.

Se levanto completamente abrumada por sus propias palabras y sus manos llenas de sangre, tembló conmocionada al percatarse del rojo cubriendo su piel, y el olor oxido que emanaba, sus ojos se abrieron desmesurados y tubo la necesidad de salir corriendo al baño para irse a lavar las manos.

Draco la escucho llorar dentro del baño y no pudo moverse, se había quedado congelado, la herida en su mano no era profunda, apenas era algo superficial y basto cerrarlo de nuevo en un puño para evitar que siguiera sangrando. No así su conciencia que estaba abriendo una nueva brecha en su ya afectado pecho.

Sanando Mis HeridasWhere stories live. Discover now