Cartas De Amor

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Luna y Theo

La veía peinar sus largos cabellos rubios con esa pasmosidad de siempre, pasaba el cepillo lentamente mientras seguía con esa mirada perdida en el infinito de sus mundos, sumergiendo su mente en ese mar de imaginación, soñando despierta, pensado en lo imposible, en lo improbable y en la posibilidad de que ocurriera o existieran todos esos seres de los que su padre le había hablado. Porque su razón le había hecho descubrir que muchas eran fantasías pero en lo profundo de su corazón aun  conservaba  la esperanza de encontrar aquellos sueños locos de su padre.

El la miraba inundándose en la tranquilidad que emanaba cada acción distraída, la observaba desde su cama, en ese lecho aun cálido por su tibieza y ese aroma tan suyo, tan dulce como toda ella.

Al fin después de largo minutos parecía que regresaba en si, parpadeando un poco, como si despertara de un sueño y sentía esa mirada puesta en ella, giraba un poco y sonreía al encontrar esos ojos llenos de devoción que la observaba.

Esa sola sonrisa le bastaba a Nott para iluminar su día y su vida completa, para levantarse de la cama impulsado por una atracción magnética, acortar esa distancia que los separaba y fundirse en un cálido abrazo, para sentir que nada mas le hace falta para ser feliz.

Nott era muchas cosas, sumamente brillante, fríamente calculador, poco sociable y sumamente educado. Era demasiado directo y no esperaba nada de nadie, había crecido solo, sin el amor de una familia y se había obligado a no extrañar o añorar nada tan superfluo o sentimental. Hasta que la conoció a ella.

Mucho había pasado desde entonces, demasiadas cosas habían cambiado con la guerra, con el tiempo y las viejas heridas, pero en su corazón solo se había afianzado ese amor puro que sentía por ella y por los dos hijos que habían procreado con todo ese amo que sentían ambos.

El hacia todo por complacerla y aun cuando fue difícil entender la manera en que ella veía la vida, aprendió de sus largos silencios, de su manera de hacer fluir las cosas. Se sorprendió de encontrar que en sus distracciones tenía un sentido claro de la vida y lo que la rodeaba, era sencilla mas no simple, entendía y hablaba de las cosas más complejas con un par de frases que no necesitaban más explicaciones. Así era ella, así era su Luna y el la amaba.

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Fedra y Blaise

Lo cierto era que por mucho tiempo, el miedo le impedía ser feliz por completo, quizás tenía una enorme fortuna para vivir varias  vidas y el sincero amor de un hombre, sin embargo, en su interior siempre estaba sembrada la semilla del miedo.

Muchas eran sus pesadillas, esos sueños que le robaban la tranquilidad, en ellos veía a Pansy la mayoría de las veces reclamando ese cuerpo que no era el suyo, otras tantas ocasiones soñaba que seguía en el cuerpo de la morena, pero era como cuando compartía el cuerpo con su hermana  y no tenia control sobre el. Asi veía sin poder hacer nada como Pansy Parkinson mataba a los que amaba, a Blaise, a Hermione y al final después de torturarla a Luna.

El tiempo fue la clave para alejar poco a  poco esos temores y encerrarlos en lo profundo de su ser para poder vivir y ser feliz con Zabini, sin embargo, no fue fácil enfrentarse día a día a esa nueva imagen que le mostraba el espejo.

Pero sin duda lo más difícil, fue cuando quedo embarazada. El miedo se convirtió en un profundo terror, tan intenso que a veces le costaba respirar y temblaba como una hoja al viento hasta que su amado Zabini la abrazaba y aplacaba con palabras dulces un poco de esa marea de inseguridades que la golpeaba.

Pensaba mucho en ese pequeño ser que crecía en ella, pero en cuanto lo hacia no podía parar ese contraste de sentimientos que se arremolinaban en su interior y le producían escalofríos. Por un lado la ilusión de ser madre era algo maravilloso, algo que nunca se había planteado realmente, quizás de manera ingenua nunca había sopesado la idea de que ella fuera capaz de crear una vida en su interior y ahora que era real no podía creerlo por completo, sin embargo, a penas se dejaba llevar un poco de esa felicidad, su mente la llevaba a pensar en otros temas menos agradables.

Sanando Mis HeridasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora