Sin Cargas del Pasado

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Sin Cargas del Pasado

Pensó mucho en su padre mientras sentía arder su antebrazo e hilos de sangre iban escurriendo en finas hebras mientras el color envejecido de ese tatuaje se volvía más nítido y definido. Podía sentir como si la serpiente estuviera viva y se arrestaba por entre su piel desgarrándola. Recordaba con toda claridad el orgullo en el rostro de Lucius cuando su brazo era marcado por el señor oscuro y se sintió  asqueado de estar de nuevo entre las filas de bando de los malos.

Pensó en su madre mientras prometía una lealtad que no profesaba, declarándose así como un traidor, como lo fue ella cuando mintió ante su señor, dándole con ello la victoria a Potter. Rememoro su rostro altivo ocultando su preocupación y angustia, caminando al frente con paso firme,  guiando la comitiva de ese mestizo que ya se declaraba vencedor al creer muerto al elegido. Sí, la llevaba en sus pensamientos cuando corto la palma de su mano y dejo correr la sangre que comenzó a fluir hasta ser depositado en la copa que ya contenía la sangre de todos esos estúpidos ilusos.

Pensaba en Vincent Crabbe cuando veía esos rostros iluminados por la avaricia del poder, por ser parte de algo que no llegaban a comprender, podres estúpidos les decía con cada pensamiento cuando veía sus ojos chispeantes a la luz de las antorchas, esos ojos ingenuos, que creían que todo será fácil ¿Qué sabían ellos de la cruel verdad? Que podían saber si no habían visto el rostro de la muerte, no se imaginaban sentir su frio aliento sobre el hombro mientras son torturados hasta por los más mínimos errores, ¿Qué sabían?, eran ignorantes, desgraciados que pagarían con lagrimas y sangre sus errores.

Tarde se darían cuenta de sus estupideces, de su ceguera, tarde querrán dar marcha atrás cuando sea demasiado tarde para hacerlo y entonces será asesinar o ser asesinados. Entonces sabrás que no vale todo el oro del mundo por una noche tranquila sin fantasmas que los asechen y que todo el poder no lograra ser suficiente cuando quedara en promesas cuando vean a los ojos a la muerte y pierdan su vida en una inútil y despiadada guerra donde será solo corderos llevados al matadero. Tarde como lo fue para Crabbe que murió en la estupidez de la avaricia convocando un hechizo que no pudo controlar y que por poco  también le costaba la vida a él, de no ser por ellos, por esos sus enemigos que fueron los únicos que al final le tendieron la mano para salvarlo.

Pero cuando sus labios se tiñeron de rojo al probar la sangre contenida en la copa que le ofreció Vladimir, no pensó en el orgullo de su padre, ni en el valor de su madre, ni en la estupidez de Vincen, en ese momento en que el olor a oxido se coló por sus fosas nasales y el sabor a sangre tan conocido ya, fue detectado por sus papilas gustativas pensó en dos mujeres.

Pensó en ellas dedicándoles su vida por entero ofreciendo una promesa, la primera sincera, la primera libre de exigencias, la primera que hiciera con la convicción necesaria para entregarse a una suerte incierta por decisión propia.

Sus pensamientos estaban con esa mestiza de cabellos castaños que le miraba con agradecimiento, esa que muriera a bajo su orden para no sufrir más las torturas sádicas de  los carroñeros y cuyos ojos vio apagarse en la oscuridad de la muerte. Pero también estaban sus recuerdos con Hermione, con esa impura, con esa sangre sucia, cuando la torturaban en su mansión y se retorcía bajo las manos de su tía Bellatrix, estaban todos y cada uno de los momentos desde que abriera los ojos después de haber estado tan cerca de morir.

El temple regreso con sus recuerdos, con el de esa inocente a la que permitió que le quitaran la vida sin ser capaz de hacer nada, y con Hermione, con esa Gryffindor que tanto había odiado y a la que le debía su vida.

Trago duro para que el nudo en la garganta se desvaneciera, para hacer una promesa en voz alta que sabía muy bien que no cumpliría. Sí, entregaría su vida por la causa, sí, estaba dispuesto a sacrificar su existencia, pero no por él, no por ese hombre enfermo de poder y de codicia, no por ese hombre escondido por la máscara que hablaba sobre la pureza de la sangre y su derecho de ser enaltecidos.

Sanando Mis HeridasWhere stories live. Discover now