Cuando el Amor se Transforma en Odio

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Cuando el Amor se Transforma en Odio

Entre más lo pensaba, todo comenzaba a cobrar sentido, se quedo sin aliento repentinamente con esa desazón en su pecho, sus piernas temblando como gelatina, se mantenía en pie gracias a que había pegado su espalda a la fría pared de piedra de ese pasillo y con su mano libre se aferraba intentando recobrar el equilibrio. Cuanto tiempo estuvo en ese lugar no lo sabía, solo sabía que su cerebro estaba trabajando a una velocidad sorprendente, rellenando los espacios faltantes, dándole lógica a un cuadro que antes no había tenido sentido del todo.

Aunque aún faltaba algo, una conexión entre Vladimir y Fedra. -La trata como su igual. -recordó que había dicho Draco en una ocasión hablando de la relación entre Vladimir y esa misteriosa mujer que lo acompañaba.

Los bellos de sus brazos y nuca se erizaron provocándole un fuerte escalofrió, se obligo a mantenerse de pie por si sola y con torpeza, sintiendo como sus piernas estaban adormecidas comenzó a caminar con toda la rapidez que podía dado su estado de shock, pues ante sus conjeturas algo era seguro, Luna corría un grave peligro y no sabía si lograría ayudarla.

El tiempo que tardo en llegar a la dirección y esperar que las escaleras le dieran acceso a la oficina de la directora se le hizo eterno, sentía que el corazón se le saldría por la garganta, se apretaba con fuerza un costado pues sentía un fuerte dolor debido al flato por la agitación de correr por los pasillos.

No toco la puerta, giro el pomo haciendo que se sobresaltara Mcgonagall por la manera abrupta en la que irrumpía en la dirección.

-¿Qué ocurre? -Pregunto alarmada y se levanto apresurada rodeando el escritorio para ponerse a un lado de Hermione.

La castaña se sostuvo en pie  recargado su peso en el respaldo de la silla y levanto la vista para encontrarse con la mirada preocupada de la directora, tenía en un puño la nota y la foto que Luna le había enviado. Quería contarle todo, pero era incapaz de hablar en ese momento tenia la garganta dolorosamente seca y la molestia en su costado no había desaparecido.

Le tendió entonces los papeles arrugados para que leyera la nota, en lo que le daba unos segundos de recuperarse un poco.

-¿Qué es esto? -Pregunto la longeva mujer más para sí misma desdoblando el arrugado papel y la foto.

Hermione:

Sabes, nuestros ojos nos engañan y no vemos el ser escondido en la pasividad y la bondad de un rostro tímido, pero no es maldad cuando se es sometido con tiranía y miedo, se es entonces una víctima más de sus propios afectos, por eso también  tienen en muy mal concepto a los Billiwin, su apariencia nada tiene que ver con lo que son en realidad.

Lamento no poder estar con ustedes, pero tengo que intentar liberarla del sufrimiento.

Luna Lovegood

P.D. Suerte y no permitas que los naggles  te confundan.

La foto era mágica en ella se apreciaba a tres personas, una hermosa mujer de cabello rojo intenso sonreía abrazando con cariño sus dos pequeñas hijas, ambas pelirrojas eran tan parecidas que parecían gemelas, sin embargo, si las observabas con detenimientos podías notar que una era un poco más alta y sus miradas eran tan distintas, una sonreía con dulzura mirando con cariño a su hermana incluso con devoción, mientras que la otra sonreía altanera con sus ojos brillantes como si fuera consiente de la admiración que sentía por ella su hermana.

Minerva miraba a Hermione sin comprender que significaba todo eso, esperaba una respuesta, pues no entendía que quería decir esa nota tan confusa y tan propia de Lovegood.

Sanando Mis HeridasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora