Noche Difícil

6.3K 390 108
                                    

-35-

Noche Difícil

Fedra lloraba inconsolable, su mata de cabellos rojos estaban sucios y despeinados, una herida en la frente dejaba fluir sangre, el cálido liquido hacia que mechones de cabello se le pegaran al rostro deformado por el miedo y la angustia.

- Por favor. - Suplicaba, estaba tirada en el suelo frio y lodoso del bosque prohibido. -Por favor. - Repetía con la voz rota, sus labios formaban un puchero lastimero y temblaban cada que se atrevía a suplicar que parara.

- No te has portado bien Fedra. - Una voz dulce sonaba ocultando su verdadera peligrosidad. -Tengo que castigarte.  -Le dijo fingiendo tristeza pero aun sin verla su voz no ocultaba la felicidad que le daba lastimarla.

- ¡No más! -Pedía hecha un ovillo abrazándose con fuerza con sus propios brazos ocultando su rostro lastimado.

- Si no quieres que  siga, sabes lo que tienes que hacer.

- ¡No puedo!

- Claro que puedes Fedra, a menos que quieras que juegue un poco mas contigo. -Le dijo con burla cada palabra, jugaba como el gato que se divierte con un ratón antes de matarle.

-¡No, por favor! ¡No más! -Exclamo con pánico cubriendo sus oídos como si incluso sus palabras pudieran dañarla.

- Esta noche regresara, tienes que estar preparada. No te atrevas a desobedecerme o tendré que enseñarte a respetarme. -La voz se escucho lejana, como si ya solo quedara el eco de esa voz dulzona que no podía ser más escalofriante sin importar lo armoniosa que pudiera sonar.

Fedra no se movió por varios minutos hasta que fue consciente que estaba sola, se levanto con dificultad, tomando su varita que estaba tirada a un lado de ella, comenzó a sanar sus heridas y a limpiar sus ropas, parecía tener mucha experiencia, pues oculto muy bien cualquier signo de tortura, solo sus ojos negro parecían muerto, estaban hundidos y sumidos en una inmensa tristeza.

Caminaba por esos parajes sombríos del bosque prohibido, helados y cubiertos de nieve, caminaba con la mirada perdida y el corazón estrujado de tanto dolor y pena, no quería hacer lo que le pedía, no quería lastimar a nadie, pero no podía negarse, sabía que no aceptar tendría consecuencias graves. Recordaba que esa única vez que fue capaz de revelarse, su madre pago las consecuencias, con su vida.

De solo recordarlo nuevas lagrimas surcaron su rostro. No tenía salida, ni escapatoria, ese era su destino. Y pensar que ahora se encontraba en esa situación por amor. Como algo que debía ser sublime podía haberla rodeado de tanta oscuridad.

A paso lento llego a los jardines y miro con tristeza el castillo, sus ojos seguían derramando lágrimas que se secaban con la frialdad del viento que azotaba su rostro, pero no sentía nada, ya no sentía nada que no fuera los remordimientos por lo que debía hacer.

Esperaba su llegada, se sentó paciente en el gran comedor esperando que pronto atravesara la entrada, sabía que ella siempre cumplía su palabra, sabía que ella era demasiado buena para incumplir una promesa hecha. Hubiera querido equivocarse, que de algún modo no regresara como había  prometido, que de alguna manera pudiera adivinar que corría peligro y que debía alejarse.

Pero no tuvo suerte, la vio atravesar el umbral de la puerta y como la buscaba con la mirada entre los pocos alumnos que se habían quedado en el castillo,  le sonrió cuando sus miradas se cruzaron y una punzada de arrepentimiento invadió el pecho de Fedra. Se levanto con timidez cuando Hermione ya estaba frente a ella con una enorme sonrisa, con esa mirada brillante tan llena de luz y armonía y esa sinceridad emanando de su persona.

Se sentía una vil traidora, bajo la vista arrepentida y avergonzada, gesto que la castaña interpreto como su habitual timidez, y sin decir nada la abrazo, estrechándola en un cálido  abrazo y besándole ambas mejillas.

Sanando Mis HeridasWhere stories live. Discover now