Capítulo 7: Sinónimo de Caos

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Como si fuera que recordar el pasado hubiese sido un llamado telepático para que cierta persona a la que no había visto hace mucho tiempo hiciera su acto de presencia a través de un mensaje, apareció el dichoso número desconocido saludándome con un "Hola :)".

Me explico mejor, el pequeño Austin; Austin Reed.

Después de ver su foto de perfil de WhatsApp, noté que esta pertenecía a mi joven vecino, de cuando aún tenía unos cinco o seis años.

Le respondí con un: "Hola amiguito :)" para luego agregarle un: "Eres el pequeño Austin, ¿no?"

Mientras esperaba la respuesta, me puse a pensar en el pequeño Austin. Recuerdo que desde la primaria él era un mocoso revoltoso. 

Él no vivía con sus padres —papá una vez me dijo que ellos eran empresarios exitosos, pero no era un dato confiable, pero era un poco más creíble que la de mi madre, que decía que estaban muertos, y que el niño tenía algo que ver—, vivía con su abuela, la señora Marga. Ella, varias veces rogó a mis padres que yo lo cuidara, y ellos accedieron, con la condición de que el niño viniera a la casa.

La primera vez que me tocó cuidarlo, él tenía unos siete años, mientras yo catorce. Cuidarlo era estresante, porque debía estar detrás de sus pasos en todo momento, y si lo perdía de vista unos minutos, lo más seguro era que ya se había escapado, incendiado algo, o vendido miles de armas ilegales en el mercado negro.

Bueno, no. Pero era un chico problemático...

Un par de minutos después, él me respondió con un: "El mismo... Me alegra que me recuerdes."

Como para no recordarlo, pensé, los años siguientes de haber sido su niñera, tuve que ayudarlo en varias materias del instituto. Ya lo digo, él era un pequeño problema.

Aunque no entendía muchas cosas de su repentino mensaje. ¿Qué quería?

Me limité a contestar: "Uhmm, y se te ofrece algo?"

Pero pronto me di cuenta de lo borde que había sonado, lo pensé mejor y quise arreglarlo: "Digo, ¿cómo conseguiste mi número de teléfono?"

Y al segundo me contestó "Los rumores vuelan, Becky. :)"

¡Ja! No era una sorpresa que mi familia sea parte de las habladurías de los que nos conocían, inclusive Amber había corroborado aquello. Desde siempre, mi madre fue atacada por los vecinos por meterse en cuestiones que no la incumbían, y eso nos puso en varias ocasiones en boca de todos.

Sin saber qué debía contestar a eso, simplemente opté por no hacerlo. Guardé el móvil y me dediqué a mimar a mi animalito, que estuvo sin mí durante horas.

***

En la noche, a la hora de la cena, mamá me bombardeó con preguntas sobre el hospital; pero solo me limité a contestar que iban a llamarme en cuanto deba empezar con la práctica.

También les conté sobre el saludo del pequeño Austin.

—Ese chico es problemático, no deberías hablar con él... Es una mala influencia, caramelito —dijo papá, mirando de reojo a mi madre, agregando una sonrisa poco convincente y el caramelito, porque sabía que me molestaba cuando me decían con quién debía o no hacer amistades.

—Solo fue un saludo, desmaya esa talla. —Mis padres me miraron con una cara de confusión total, y reí para mis adentros—. De todos modos, creo que debería ir a saludar a la señora Marga.

—Hazlo cariño, prepara un pie de frutas y lleva a Joe para que lo conozca. Según sé, el chico problemas no llega a la casa hasta muy tarde, y a veces no aparece. Así que puedes hacerlo por la mañana... Y hazlo antes de que empieces con tus prácticas.

Y esa fue mamá, utilizando los chismes para poder ordenar mi vida, una vez más.

Respondí con mi mejor sonrisa de niña buena, y anoté mentalmente que al día siguiente debía empezar a buscar alquileres.

Pensé que sería bueno vivir cerca del hospital, eso me ahorraría tener que negarme a los constantes "paso por ti después de tu práctica, espérame en el estacionamiento y te acerco" de mamá.

También, pensé en buscar los alquileres en Internet, armar un mapa con los que me parecían adecuados, y pedirle a Amber que me acompañara a verlos. No debía perder más tiempo, vivir otra vez con mis padres me parecía un gran retroceso. Había vivido sola por años, en un país lejos del mío, y ahora estaba siguiendo las órdenes de ellos nuevamente. Eso, aparte de ser estúpido, era frustrante.

Me pasé hasta altas horas de la noche buscando los alquileres y direcciones en mi ordenador, mientras comía frutas con Jo; pero cuando ya casi eran las dos de la madrugada y el cansancio empezaba a apoderarse de mí, el teléfono móvil me anunció una llamada entrante.

En la pantalla aparecía el nombre y la foto de Austin Reed.

Metafóricamente, me gusta decir que los problemas entraban en mi vida.

¿Entienden? La llamada entrante, del chico problema

Un pequeño gran problema [COMPLETA]Where stories live. Discover now