Epílogo

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Cuatro años después

La señora Marga había ingresado a la sala en donde generalmente se hacían las visitas.

—Buen día, señora.

—¡Hijo! ¿Cómo has estado? —preguntó ella mientras abrazaba a un incómodo Sam.

Después de un tiempo prolongado volví a ver al rubio, lo visitaba cotidianamente; Alex seguía en contacto con él aunque había dejado de ser su psiquiatra, pero siempre me comentaba sobre sus avances y que no paraba de mencionarme. Él me dijo que no debía sentirme obligada o presionada para volver a retomar una amistad con Sam, y eso lo tenía claro, incluso había hecho la promesa de no alejarme y no la cumplí.

Pero quería volver.

Después de todo era mi amigo... un amigo con problemas mentales, pero a fin de cuentas, yo ya sabía cómo tratar con ello.

—No me quejo —respondió después de zafarse de los brazos de la anciana—. Me dan comida, tengo mis medicamentos, y lo más importante... buena compañía  —añadió guiñándome un ojo.

En ese momento, la señora Marga recién pudo percatarse de mi presencia, y me saludó efusivamente.

Sam estaba internado en el psiquiátrico en donde yo trabaja; aquel día en la estación de policías denuncié a Louis y a su pandilla por la agresión sexual, y se terminó abriendo una causa en la que varios de ellos estaban implicados por tráfico ilegal, abusos sexuales y homicidios. Me alegré mucho al enterarme de que cada uno cumpliría una condena, la mínima era de doce años para el menos embarrado.

En cuanto a mi decisión de no denunciar a Sam: Lo quería... no de la manera de tenerlo a mi lado a pesar de todo, pero sí como para ayudarlo a surgir. No lo denuncié porque habían otras personas enredadas, que no merecían un castigo legal. La idea era obligarlo a hacer un tratamiento psiquiátrico decente, grande fue mi sorpresa al saber que esa misma noche el rubio se internó por iniciativa propia.

Luego de un rato, el tono de mi teléfono móvil anunció un llamado importante, así que tuve que alejarme de Sam y de la señora Marga, para dirigirme a los pasillos del PrairieCare.

Llamo para recordarte que este fin de semana es mi boda —saludó mi dulce amiga.

—Llamas para recordarme que me quedé sin acompañante —gruñí—. ¿Cómo puedes hacerme esto si recién estamos a lunes?

Anda, es tiempo de que lo superes —me reprendió Amber. En realidad ya lo había superado hace algunos meses, pero que los planes no salgan bien, siempre me puso nerviosa. En mi mente estuvo mucho tiempo la intención de ir con mi —ahora ex— novio.

—Lo dices porque tú lo tienes todo resuelto, te vas a casar.

Anda cuñada, arriba ese ánimo, la pasaremos bien. Además te extrañamos mucho.

Maddison y Amber habían decidido casarse después de haber vivido juntas en Chicago dos años, y también después de haber mantenido su cyber-relación escondida de mí. A pesar de eso, eran una hermosa familia junto a Dana.

Por mi parte, había fracasado una vez más. Mi novio me dejó después de casi un año de relación, porque un noviazgo tan duradero representaba lo contrario de libertad. Lo dejamos en buenos términos, pero yo sabía que jamás retomaríamos la amistad.

No te preocupes por Jason —volvió a hablar mi amiga tras mi silencio—. ¡Que le den al radiólogo de cuarta! Aquí te puedo presentar unos papasitos.

Sí, mi ex era Jason.

—No, gracias. Además no es como que si fuera a estar sola, también van Luke y Alex.

Un pequeño gran problema [COMPLETA]Where stories live. Discover now