Capítulo 64: No puedo perderte de nuevo

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―¿En terapia? ―pregunté entre balbuceos, y no recuerdo haber escuchado una respuesta. Lo único que recuerdo es haber recorrido el hospital central, cruzando quemados, rehabilitación kinesiológica y luego oncología. Nos detuvimos en el último área, para adentrarnos en una pequeña sala de espera dirigida a la zona de terapia.

―Tu hermana está siendo sometida a una intervención quirúrgica, están extirpando un tumor cancerígeno en su mama izquierda.―Me miró a los ojos, esperando alguna reacción, y supongo que no se la di porque siguió hablando para llenar el silencio. ―Nos mantuvimos en contacto después de esa noche y ahora estoy llevando su seguimiento en quimioterapia. Este mediodía le detectaron otro tumor en su otro seno, estoy tan preocupada Becky ―dijo Amber mientras me abrazaba buscando consuelo, yo otra vez estuve tiesa en mi lugar, tratando de absorber toda aquella información, pero mi mente estaba como en una especie de nebulosa.

Cuando trasladaron el cuerpo dormido de Maddison hacia una de las habitaciones, Amber fue a buscar a Dana, dejándome sola junto a la camilla de mi hermana.

Verla dormida, con su piel pálida, reseca, llena de moretones y marcas donde conectaban tubos, sin cabello y ojerosa; me hizo replantearme mi existencia. Hasta hace unas horas no la tenía, pero en ese momento supe que no quería perderla de nuevo, por nada en el mundo. A pesar de haber estado enojada al principio, era mi hermana, y tener alguien de mi familia todavía conmigo, valía oro.

Con cuidado y ternura, tomé su mano con las mías para besarla, algo que nunca pude hacer. Pensar en eso me devastaba, ¿cómo no pude apreciar el tiempo que la tuve conmigo? Las lágrimas desbordaban mis ojos, y solo pude pensar que pasaron años desde la última vez que vi los suyos. No podía creer que anteriormente fui tan egoísta en pensar en mi soledad, cuando ella en todo aquel tiempo tampoco tuvo mi compañía.

Después de sollozar durante un tiempo prolongado contra las sabanas de aquella camilla ―y siendo consciente de que eso era totalmente insalubre―, sentí un leve apretón en la mano, más como un pequeño movimiento sin ánimo. Me enderecé para verla despertar con su rostro ligeramente sorprendido, para luego esa sorpresa dar paso a la culpa y luego la añoranza. Sí, todo eso.

Las dos nos miramos a los ojos sin saber qué decir exactamente, y la iba a abrazar, de no ser porque su aspecto me daba la impresión de que cualquier movimiento podía hacer que se disolviera en mis brazos.

Como si estuviéramos conectadas ―de algún modo lo estábamos―, empezamos a sollozar y a pedirnos disculpas entre balbuceos y llantos. Una imagen un tanto patética, pero a los ojos de Amber parecía la emotiva escena de reencuentro de cualquier mala película de drama, ya que nos miraba desde la entrada abrazada a Dana, hipando a causa de estar llorando también, mientras la pequeña nos grababa con su teléfono celular.

Antes de dejarnos tiempo de poder charlar, una enfermera ingresó a la sala junto con una doctora. Esta última nos llevó hacia afuera para poder charlar sobre la evolución de Maddison.

―El tumor que hemos detectado el día de hoy, es un tumor benigno ―informó, mientras Amber dejaba escapar un notorio suspiro de alivio―. De todos modos, tendremos que extirparlo en algún momento. La quimio será necesaria para no correr el riesgo de que hayan quedado restos de células en su organismo, por lo tanto tendrá que seguir con su rutina de seguimiento contigo, Amber.

―Sí, por supuesto.

―Lo hemos hecho todo a tiempo récord, pero por ahora debe reponerse de la cirugía. Planeo programar la siguiente extirpación para el próximo mes, si todo va bien. Mientras tanto, ya saben los cuidados.

Ambas asentimos para dejar a la doctora marcharse. Ni siquiera la conocía.

Cuando volvimos a ingresar a la sala, vimos a Dana hablar animadamente con una cansada Maddison. Tenerlas presente en la misma habitación no dejaba de parecerme irreal, y mandaba escalofríos a todo mi cuerpo. 

―Dana, déjala descansar, cariño ―dijo Amber, y Maddison le regalaba una sonrisa de agradecimiento.

―¿Cómo haremos para cuidarla? ―pregunté, pensando en que Dana no podía quedarse toda la noche en un hospital, pero no podíamos dejar sola a mi hermana tampoco.

―Tú te irás a descansar, mañana ingresas temprano ―contestó Maddison mientras empezaba a cerrar los ojos, al parecer, estaba al tanto de mis horarios gracias a mi amiga.

A pesar de estar muy cansada, la idea no me parecía correcta, yo quería cuidar de ella.

―Pero, ¿cómo podría dejarte? De ningún modo, no me iré ―refuté como la auténtica hermana menor molesta que había sido que yo era, y que lo había notado justo en ese momento. Al parecer, es algo que viene naturalmente.

―No voy a irme a ningún lado, tonta ―dijo medio riendo, pero a mí no me causaba ninguna gracia―. No podría por muchos motivos, no me siento con los ánimos suficientes, y tampoco quiero dejarte de nuevo.

Nos miramos y nuevamente nuestras miradas se llenaron de sentimientos, asentí en lugar de pronunciar una respuesta a lo que ella dijo, pero todavía tenía el miedo latente de que se marchara.

―Me llevo a Dana ―informé, mientras me despedía de ella con un beso en su frente, por no saber cómo actuar con ella, y luego abrazaba a Amber agradecida por todo el apoyo que nos había brindado. 

Antes de marcharnos, volví a posar mi mirada sobre mi hermana, y un inmenso sentimiento de cariño genuino se acomodó tranquilamente en mi pecho al conectar nuestras miradas.

Esta vez no permitiría que se fuera, no de nuevo.

Un pequeño gran problema [COMPLETA]Where stories live. Discover now