Capítulo 28: El polluelo aprende a volar

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Los días en el hospital pasaron bastante rápidos. No volví a saber de Austin Reed, ni de su loco amigo Sam, y por mí eso estaba bien.

Por otro lado, las cosas con mi familia habían empeorado. Al principio podía manejarlo; solo eran llamadas telefónicas que simplemente no contestaba, pero el asunto se puso intenso cuando mi madre empezó a aparecer constantemente en el hospital. Comencé escondiéndome para evitar que ella me viera, y solía funcionar porque desistía para regresar a su casa; pero luego ella empezó a buscarme por sectores en donde no tenía permitido el acceso, y Amber terminó actuando.

―Lo lamento Rebbeca, pero esto no puede seguir así ―me dijo mi amiga, antes de hablar con uno de los guardias de seguridad, para evitar que vuelvan a dejarle pasar.

Gracias a eso pude calmarme un poco. Las prácticas no eran tarea fácil, y estar desconcentrada pensando en los problemas familiares, solo hacía que el Dr. Alex me reprochara constantemente la falta de atención.

Ese era otro tema: el doctor Alex. Un tema que parecía haber salido de otro cuento, algo que no podía tener nada que ver conmigo. Se podría decir que últimamente él era una de las pocas cosas que me pasaban que no podían ponerme de mal humor.

Espero que Jo nunca se entere de esto.

Aunque también debería contar con Amber en la lista de las cosas que no me molestaban... Bueno, pensándolo mejor, a veces si me molestaba y me ponía de mal humor, pero dentro de todo sabía que ella era una buena chica. Y que podía contar con ella a la hora de esconderme de mis padres.

―...Y entonces yo le dije que debería dejar de hablar tanto de bubis, y le dije... y le dije... escucha lo que le dije Becky ―decía ella mientras reía―: que solo por hacer radiografías de mujeres sin sostén, no lo hacía un galán. ¡Debiste ver su cara! Lo más cómico es que... Rebbeca, no me estas prestando atención.

―¿Eh? ―solté, cuando ella chasqueó sus dedos frente a mí.

Ambas estábamos conversando en medio del almuerzo, pero tenía muchas cosas en mente como para prestarle atención, aparte, el cansancio hacía que los engranajes de mi cabeza funcionaran lentamente.

―Dios, estás volando amiga, ¿qué pasa?

―Nada, solo estaba pensando un poco.

―¿Pensando?, ¿tú? ―preguntó con sorna.

―Es lo que hacemos los que tenemos algo útil aquí. ―Le di un golpecito en la frente con mi dedo índice―. Supongo que necesito más horas de sueño.

―Aburridaaaaa ―canturreó―. Lo que necesitas es salir a despejarte Becky, ¿cuándo ha sido la última vez que saliste a tomar algo, sin el trabajo o el estudio de por medio?

―Uhmmm, digamos que nunca lo he hecho ―dije, bajando la mirada mientras jugueteaba con el con el dobladillo de mi sweater.

―No puedes estar hablando en serio ―dijo riendo, pero al ver que no le seguía, carraspeó y me miró con auténtica seriedad, aunque eso a mí me resultó bastante cómico―. Conozco un lugar, hoy es viernes, así que no puedes decirme que no. Mañana tengo solo media jornada, por mí no hay problema.

―Si sabes que soy un imán de problemas, ¿no?

―Amiga, ¿qué es la vida sin un poco de caos?


***

―Oye Amber, creo que no tengo ganas de ir ―dije después de casi veinte minutos en silencio por la carretera. 

―No seas tonta, en un segundo estaremos llegando ―me respondió, conduciendo a quién sabe dónde, mientras yo seguía mirando mi ropa y comparándola con la de ella.

Sentía que ella podía sufrir hipotermia si salía del calefaccionado auto.

―Siempre podríamos quedarnos en mi apartamento a mirar películas y relajarnos. Ya sabes, noche de chicas ―propuse, tratando de convencerla para que volviéramos.

Ni siquiera supe en qué momento acepté ir con ella, solo quería que Amber cerrara su boca un momento, y al parecer solo lo haría si cedía a su petición. Pero me arrepentía, tenía la sensación de que aquello no iba a terminar bien.

Amber estacionó el auto frente a un bar-lounge llamado LivingRoom y se volteó a verme.

―Eso ni siquiera hacen las amigas en las noches de chicas, ¿acaso tienes dieciséis años?

Miré hacia el techo del auto y me resigné, ya estábamos en el lugar y no quedaba de otra.

―Bien, hagamos esto.

―Esa es mi amiga ―dijo ella tomándome por los hombros efusivamente―, menos mal que aún es temprano, tenemos tiempo para cenar. Esto sí que se pone bueno cuando cae la noche ―dijo antes de salir del coche y acomodarse su falda negra de cuero. Al verla me recorrió un horrible escalofrío en la columna, y me apresuré a salir yo también.

―¿No tienes frío? ―pregunté mientras abrazaba sus brazos desnudos para transmitirle un poco de mi calor, pero ella se apartó, colándose por debajo de mis brazos y poniéndose detrás de mí.

―Anda, camina. Las muestras de afecto después, que por ahora nos están mirando, cariño. ―Me guiñó un ojo y yo le saqué la lengua―. Tú te arrepentirás de haber venido tan ―calló mientras miraba mi atuendo con desagrado―... abrigada.

La miré indignada.

Okay, no estaba de falda, de top y tacones como ella. Pero mis vaqueros oscuros y mi chaqueta no estaban mal... era lo que iba más acorde a mi personalidad. Bueno, lo que iba más acorde era quedarme con mi pijama con la foto de Jo impresa, pero no era adecuado para la ocasión. Además, no me hacía mucha gracia la idea de congelarme, solo por vestirme como los demás.

Nos adentramos al bar, y nada más poner un pie dentro, supe que esa noche la recordaría por mucho tiempo. 

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Ayyyy, sé que los próximos capítulos serán muy aburridos, pero no podía omitirlos porque aportan mucho a la historia, y tampoco podía unirlos en un solo cap porque mis capítulos no pasan las mil palabras. Espero que tengan paciencia porque pronto se viene lo shidoooo.

Un abracito y un beso de conejo.
Junito la más top ❤

Un pequeño gran problema [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora