Capítulo 27: Pequeño detalle (POV AUSTIN)

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Después de insistir como maniático y no recibir respuestas, traté de calmarme.

Tanto pasar tiempo con Sam, me estaba contagiando su estupidez. Y no cabía duda de que el momento con mi abuela me puso un poco sentimental.

Me reí con fuerzas, al darme cuenta de lo patético que me había vuelto, y decidí eliminar los mensajes de acosador que había dejado en su WhatsApp. 

Para suerte mía, ella todavía no los había visto. Así que mi dignidad estaba todavía intacta. Salvo por la llamada, pero eso no era nada comprometedor como esos mensajes que parecían mostrar algún tipo de preocupación.

Ya quisieras...

Al final, mi madrugada se basó en mirar capítulos de The Walking Dead en la cama, aprovechando la oportunidad de poder mirar televisión ya que Sam dormía en el sofá. Seguro tenía frío, porque se durmió con el cabello mojado, pero no me importaba, estaba lejos de ser su niñero.

Ahogué un bostezo, y seguí con mi serie.

―Despierta, ¡maldita sea!

La luz me daba de lleno en la cara, lo que me llevó a cubrirme con las mantas. Pero Sam, de un tirón hizo volar las sabanas al otro lado de la habitación.

―¿Qué cojones te sucede? ―gruñí incorporándome en la cama y masajeando mi sien.

―Tenemos cosas que hacer, anda. Mueve tu sucio trasero, no quiero darle tiempo a escapar ―dijo mi amigo, sonriendo con malicia.

―Cálmate Sammy, en un segundo estoy listo ―contesté, y acto seguido, un cojín se estrelló en mi cara.

No debía preguntar, sabía hacia dónde nos dirigíamos.

El camino fue silencioso, y eso me parecía perfecto. No tenía ganas de hablar, y notando la mandíbula tensa de mi amigo, sabía que él tampoco. Pero el silencio se volvió completamente incómodo cuando llegamos al estacionamiento, y no vimos el BMW de Alex.

Sam golpeó el volante con fuerza, para luego gritar. Desde mi lugar, prendí un cigarrillo, y bajé mi ventanilla para dejar escapar el humo, pero eso cabreó más a mi amigo.

―¡Joder! ¿Cómo puedes estar tan tranquilo? ¡Se ha escapado, maldita sea! ―gruñó Sam.

―Relájate, sabes que tarde o temprano le daremos su merecido.

Él no pareció conforme, pero no dijo nada más. En su frente se le habían marcado las venas, y tenía los ojos inyectados en sangre, no era una buena señal. Solo se escuchaba sus respiraciones irregulares, y yo seguía fingiendo estar inmerso en el humo que salía de mi boca. Sabía que si mostraba mi preocupación lo cabrearía aún más. Y nunca es bueno cabrear a Sam.

En un momento, lo vi abrir la puerta de golpe para salir pegando un portazo. 

Me giré, y vi que el auto de Alex había parado a unos metros de nosotros. Volví a mirar hacia adelante con toda la atención del mundo. Sabía que esto se iba a poner bueno.

Al ver que Alex no salía del auto, miré por el retrovisor, y me di cuenta que él no estaba solo.

Estaba conversando con alguien. Y ese alguien era nada más, y nada menos que Rebbeca.

¿Qué diablos hacía Rebbeca con Alex?¿La policía, Alex, y Becky? ¿Y si el imbécil le había dicho algo sobre nosotros? 

Llámenme paranoico, pero del imbécil de Alex se podía esperar cualquier cosa. Siempre estaba siendo un gilipollas. Si Alex abrió su boca, era obvio que Rebbeca no querría interactuar conmigo, tendría miedo de mí.

Un pequeño gran problema [COMPLETA]Where stories live. Discover now