Capítulo 61: Tratando de ocultarme (POV AUSTIN)

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Ahí me encontraba yo, haciendo lo que estuve evitando hacer durante los últimos días.

El imbécil de Sam me había convencido de llevar a Becky hasta el hospital, excusándose de que se sentiría incómodo compartiendo el mismo lugar reducido con ella.

¿A quién se le hubiera ocurrido eso? Pues, a Sam.

Habíamos salido de la sala, dejando a Sam sumido en sus pensamientos y sentado en aquel viejo sillón. 

Cuando nos adentramos en el pasillo que conducía a las escaleras, agarré la muñeca de Becky, atrayéndola hacia mí, a lo que ella volteó confundida.

―¿Por qué me llamaste? ―pregunté cabreado, lo último que me apetecía era salirme del instituto, llamar a un tipo del bando contrario e ir al otro lado de la ciudad solo para que me contara que quería mi ayuda para tener sexo con mi amigo.

La pregunta pareció desconcertarla por un momento, pero pronto la confusión se vio opacada por la vergüenza, y sus mejillas se tornaron violentamente rojas.

Tenerla tan cerca solo avivaba mi enojo. Me enfurecía saber que su sola presencia me cautivaba, y me cabreaba conmigo mismo el saber que no podía hacer nada contra aquello.

Ella no me contestó, solo bajó la mirada hacia nuestras manos, tragó saliva y siguió respirando con dificultad.

Volví a insistir ante su silencio, solo que esta vez lo hice empujándola contra la pared sin usar fuerza y sosteniéndole por su cintura para que no cayera por las escaleras. Me gustaba tenerla cerca, lo amaba a horrores. 

Terminé arrinconándola con mi cuerpo, pero el efecto que quise lograr en ella, había rebotado patéticamente en mí, y fui yo quien terminó acorralado, suspirando ante su fragancia a frutas y anti-bacterial quirúrgico.

―¿Lo que quieres es enloquecerme? ―pregunté en un susurro contra sus labios, mi mirada solo podía dirigirse a estos últimos y ver como se los relamía nerviosa.

Ya estaba bastante loco.

―Austin... ―murmuró, pero la silencié con una caricia en su barbilla.

¡Joder! Tocar aquella piel firme y a la vez suave, era delirante. Ese pequeño encuentro de mis dedos con su rostro, hizo que creciera un calor en mi interior, y temiendo poder quemarla, alejé mi mano.

Me aparté un poco de ella, y pegué mi frente contra la pared gris a su lado. Me estaba consumiendo la locura, me estaba matando.

Ella me despertaba tantas emociones, sentía que quería tenerla para mí... necesitaba tenerla, pero no podía. No sabiendo que a ella le gustaba Sam. ¡Ni siquiera imaginé que podría ser su tipo!

De Alex lo entendía, él era un niño bien. Aunque calado en la mierda de Sam hasta los huesos. No lo culpaba, él también había caído en las redes del rubio.

Pero... ¿Sam?

A lo mejor solo era una actitud rebelde, meterse con un matón solo para cabrear a sus padres. Aquello sí tenía sentido, y era lo que me reconfortaba pensar.

―Austin, no puedo llegar tarde ―dijo ella, dejando una leve caricia casi imperceptible en mi brazo.

Suspiré y bajé las escaleras apresurado, dejándola atrás.

Ya era suficiente, la iba a dejar en paz. No podía permitir que me vea tan vulnerable, solo haría lo que tenía que hacer y ya; sin dejar de cuidarla del lío de Sam, claramente... pero lo haría a la distancia.

En el auto hice lo posible para cambiar mi semblante lúgubre, a uno despreocupado. Volvería a ser el mismo de siempre, no el tío que a la cercanía de una mujer bonita perdía el control. Eso no era mi estilo, para nada.

Estaba manejando hacia el hospital, envuelto en un silencio sepulcral, y no me molestaba en lo absoluto, ya que sabía que si escuchaba su voz, podría acallar mi raciocinio, haciendo que mi decisión de hacía unos momentos atrás trastabillara notablemente. Pero claro que siempre que me lo proponía, surgían cosas que se burlaban en mi cara, haciéndome saber que ignorar lo que sentía por ella me costaría un infierno.

―Austin ―llamó ella, pero yo ni siquiera hice un ademán para hacerle saber que la escuché―. Tu nariz está sangrando.

Me toqué con la mano, y efectivamente estaba sangrando un poco, pero nada alarmante. Me giré hacia ella y le sonreí para alejar su rostro de preocupación. O por lo menos eso traté, ya que un suspiro de resignación indicó que no me creyó nada. Sorpresivamente no montó un escándalo como solía hacer siempre.

Después de otros minutos de silencio, lo volvió a romper, dejándome perplejo―: Te pedí ayuda porque pensé que Sam iba a insistir para que me acueste con él.

Detuve bruscamente el Jeep, haciendo que ambos nos moviéramos por inercia bruscamente hacia adelante. Ella volteó para mirarme aterrorizada, con las mejillas enrojecidas.

Yo también la observé por un momento, procesando sus palabras. Luego me llevé ambas manos a la cara y me incliné sobre el volante para largar una carcajada llena de alivio.

Definitivamente había enloquecido.

―¿De qué te estás riendo? ―preguntó ella, entre enojada y confundida.

―Yo... no puedo creerlo ―fue lo único que conseguí articular, hablándole a la nada misma―. Realmente vas a matarme.

Becky volvió su vista hacia delante ofendida, y avergonzada por lo que confesó. Claro que yo no ayudé riéndome, pero era lo único que pude lograr.

―Espera, ¿en serio creías que Sam iba a obligarte a hacer algo así? ―Su silencio me respondió afirmativamente―. ¡Maldita sea! Él jamás lo haría.

―Solo estuve asustada, no paraba de mencionar algo sobre dar el siguiente paso. No ayudó en nada que me haya llevado a su departamento, y solo podía pensar en que hasta ahora no pude aclarar la idea errónea que tiene sobre nuestra relación ―contestó cabizbaja.

Algo en mi pecho molestaba al verla así, podía notar claramente la culpabilidad en su mirar. ¿Por qué se culparía ella de aquello?

―Escucha Becky ―dije tratando de sonar dulce o algo así, mientras la obligaba a mirarme a los ojos―. Por ahora eres la novia de Sam. ―Su disgusto se hizo notorio, llenándome de una euforia inexplicable, pero proseguí tranquilo―:  Eso está bien. Él solo cuidará de ti, no dejará que nada malo te pase. Él jamás te lastimaría. ―O por lo menos, no voluntariamente, agregué mentalmente.

―Pero no quiero que pase la línea, Austin. Para mí, esto no es normal.

―Estamos hablando de Sam, no pretendas que sea normal ―dije sarcásticamente ―. Si lo que te preocupan son los límites, cálmate. Solo está tratando de comportarse como lo hacen los de su entorno. Es nuevo en las relaciones, y copia lo que ve por ahí. Hasta ahora no creo que haya visto a alguien teniendo sexo, no estaría preparado para algo así. ―Terminé riéndome un poco por la mirada de confusión de ella, pero el alivio mezclado con una tonta alegría se había acomodado tranquilamente en mi pecho.

A ella no le gustaba Sam, pero claramente también había caído en sus redes.

Volví a encaminarnos hacia el hospital, esta vez más relajado y sin ganas de ocultar mi buen humor. Yo no podía dejar de sonreír como un idiota, y tampoco dejaba de reír cada vez que volteaba a verla y ella seguía con las mejillas encendidas.

Todo cambió cuando llegamos al estacionamiento y nos recibió Amber con lagrimas negras embarradas en su rostro hasta perderse en su cuello.

La rubia golpeó con sus nudillos el cristal de la ventanilla, y Becky se apresuró a salir del Jeep.

―Tenemos que hablar ―fue lo que dijo la enfermera. 

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Bueno, esa fue mi pequeña maratón pov Austin. ¿Qué piensan que pueda pasar a partir de ahora?

Nos leemos prontooooo nigga, adiosín ♥

Un pequeño gran problema [COMPLETA]Where stories live. Discover now