Capítulo 16: Un día tedioso

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En toda la mañana estuve enfadada.

El doctor Alex me había llamado la atención varias veces por encontrarme maldiciendo en cada error que cometía transcribiendo historias clínicas. Él me miraba con el ceño fruncido, y me enojaba aún más, porque yo quería llamar su atención en el buen sentido, no haciendo que me regañe. Y me ponía peor cada vez que se daba vuelta después de decirme que me calme, porque podía notar como sonreía. Se estaba burlando de mí.

Estaba enojada con Amber por haberme dejado con intriga, y conmigo misma por dejar que esa intriga haga estragos con mis horas de descanso. Por su culpa tuve ese sueño tan extraño y estúpido.

Aunque debo admitir que todas las sensaciones y sentimientos, eran muy reales.

Oh, maldita Amber.

Intenté calmarme, haciendo ejercicios de respiración.

Inhala, exhala.

Después de aquella miserable mañana, me encontraba en el estacionamiento esperando a mi rubia amiga. Ambas habíamos bajado juntas, pero ella había regresado por haber olvidado algo en su locker. Mientras tanto, yo solo estudiaba el lugar, la entrada de acceso siempre estaba libre, y el estacionamiento rara vez era custodiado por los guardias.

—¡Oye tú! —grité dirigiéndome al chico rubio tatuado que apareció súbitamente ante mi visión, caminando con mucha prisa.

Él me escuchó, pude sentirlo. Aun así no se detuvo, contrariamente, se puso la capucha de su sudadera y corrió hacia la entrada.

Obviamente lo seguí, e intenté frenarlo una vez más—: ¡Chico, detente! ¡Solo quiero dialogar!

Tenía que saber qué era lo que estaba pasando exactamente, y no podía esperar un segundo más, los nervios estaban colmando mi paciencia y hacían estragos en mi rendimiento. 

Seguí andando hacia su dirección, esquivando autos y motocicletas estacionadas; y justo cuando el tipo había quedado acorralado entre un par de camionetas, Amber se interpuso en mi camino, sonriendo ampliamente e impidiéndome seguir mi cometido.

Maldita seas, Amber.

Inhala, exhala.

Traté de esquivarla, pero ella me tomó por los brazos. También traté de buscar al rubio con la mirada, evitando centrarme en Amber, pero él ya no estaba en mi campo de visión.

—¿Nos vamos? —preguntó ella, mostrándome su bolso con aquella sonrisa que en ese momento tenía ganas de borrar, pero haciendo que calmara un poco mi exaltación.

—¿A dónde? —pregunté, la intriga por saber a dónde íbamos pudo más que mi enojo generado por la intriga anterior. Sí, era como un cachorrito al que podían confundir fácilmente con un ademán.

Ella siguió moviendo su bolso de un lado a otro en mi cara, pero yo no comprendía. La miré con el ceño fruncido, luego de apartar el bolso con las manos.

—Vamos a almorzar —canturreó ella.

—¿Por qué tardaste tanto? —pregunté mientras caminábamos.

Pero ella no quitaba la enorme sonrisa de su cara, y otra vez me mostró su bolso.

Suponía que Amber tenía algún tipo de problema.

***

—¿Fue por el bolso? —Le di un mordisco a mi hamburguesa—. Digo, lo que dejaste olvidado arriba.

Nos encontrábamos en Mc Donalds, y no le veía el sentido. Nunca salíamos a almorzar con los bolsos sobre los hombros. Esta vez estaba segura de que no estaba soñando; solo era un día sin sentido, o yo no le encontraba el sentido a nada a causa del cansancio mental, emocional y físico.

Ella volvió a sonreír, y su actitud me estaba fastidiando.

—¿Vas a decir algo, o vas a sonreír como idiota cada vez que pregunto cosas? —le pregunté molesta.

—Austin Reed —dijo señalando su bolso, y la miré sin comprender.

—¿Él te lo regaló? —cuestioné, entrecerrando los ojos.

—No tonta, es de Austin Reed —explicó, no explicando nada en realidad.

—Entonces... ¿se lo robaste? —Volví a mirarla con el ceño fruncido. Ya hasta me costaba relajar mi frente, y sentía mi vena palpitante sobre mi sien.

—Realmente no lo entiendes, ¿verdad? —dijo con decepción.

—No.

—Austin Reed, el bolso —señaló, mientras me mostraba una etiqueta de marca que tenía "A•R" impreso—, la marca del bolso es Austin Reed.

Tardé un par de segundos en comprender, mi mente había colapsado. Instantáneamente, me llevé una mano en la frente y empecé a reírme histérica; mi frustración se había vuelto de cierta manera graciosa.

Estaba nerviosa, cansada y muy enojada por una maldita empresa de moda. 

A ella le sonaba el nombre, por tener un bolso de la marca Austin Reed, pero eso no tenía nada que ver con las cosas que yo necesitaba saber. Apoyé mis brazos cruzados en la mesa, y escondí mi cara entre ellos.

Pasaron minutos en silencio, hasta que tuve que volver a mirar a mi amiga, por si se le había ocurrido irse y dejarme sola.

—Realmente, pensé que eras más inteligente —dijo ella, ofendida por no haber entendido sus referencias. 

Un pequeño gran problema [COMPLETA]Where stories live. Discover now