Capítulo 57: El siguiente paso

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―Sam, no puedo. En dos horas debo estar en el consultorio ―dije tratando de evadirlo, pero él seguía empujando mi cuerpo hacia su vehículo.

―Solo será un momento, no te preocupes.

Estaba por detenerme, plantarme y discutir que no podía manejarme a su antojo, como había planeado esa mañana. Desistí cuando lo vi, ya que se notaba en demasía su nerviosismo. Sus ojos rojos, su sien palpitante y su mandíbula tensa.

En esos momentos era cuando quería llorar. Sabía que si Sam actuaba de esa forma conmigo era por no haber aclarado las cosas antes.

No tenemos la culpa de esto, la pinta que se trae da miedo a cualquiera.

―Estas muy callada, no me lo esperaba ―habló Sam cuando ya habíamos ingresado al Jeep y empezábamos a movernos―. ¿Es que sigues enfadada acaso?

―Mira Sam ―dije, tomando valor de donde obviamente no tenía―. Siempre te lo repito, y tú no pareces entender. No puedes aparecerte siempre, pretender que somos novios, y manejarme a tu antojo ―me detuve al notar que dejó de mirar el camino, para mirarme con el ceño fruncido. Tragué saliva al escucharlo respirar pesadamente, pero me obligué a terminar la idea―: eso no está bien.

―¿Es-estas terminando conmigo?

―No, Sam. Somos amigos, y siempre lo seremos.

Eso pareció calmarlo un poco, ya que me dedicó una pequeña sonrisa y aceleró. Yo miré hacia la ventanilla, hacia el día gris. Estaba lejos de llover, pero las nubes opacaban al sol, haciendo la suave brisa sea aún más fría.

―¿Cómo estuvo tu día, cielo? ―preguntó de una manera empalagosamente dulce.

―¡Estuvo estupendo! ―respondí, saliendo del sueño en el que recordaba los días cálidos de Cuba. Estaba alegre, y no podía evitar demostrarlo, animándome porque todo había salido bastante bien―. Hoy el doctor Martin me dejó hacer las prácticas a mí sola. Al principio estuve muy nerviosa, pero se me fue pasando conforme visitaba a los pacientes ―solté un suspiro―. En verdad lo disfruté, cada día estoy más convencida de que elegí bien mi rumbo con la carrera.

―Eso suena genial ―dijo Sam sonriéndome comprensivo, aunque en sus ojos podía notar cierta inquietud―. No soy muy fan de los psiquiatras, pero me tranquiliza un poco que mi novia sea uno.

―Sam, acabamos de hablar sobre esto ―le reproché mientras me daba cuenta que estábamos pasando por mi apartamento y no se detenía―. Ya nos pasamos, ¿por qué no te detienes?

―Sí, lo estuve pensando un poco... Todavía seremos novios, por lo menos por hoy.

―¡No puedes decidir estas cosas por mí! ―grité, haciéndonos sobresaltar por mi repentino cambio de actitud. Su semblante cambió a uno lleno de angustia, por lo que acerqué mi mano y lo posé sobre su brazo que estaba sobre la palanca de cambios―. Escucha Sam, las relaciones se basan de a dos. Los dos deberíamos estar de acuerdo con esto, y yo claramente no lo estoy.

Él no contestó, y ni siquiera dio un indicio de haber escuchado mi queja, ya que siguió manejando sumido en sus pensamientos. El viaje fue silencioso y el camino cada vez se veía más siniestro, aun siendo de día.

―¿A dónde vamos? ―pregunté, pero no recibí respuesta de su parte. Pensé que estaba tan absorto en sus ideas que ni siquiera estaba consciente de dónde estábamos. Sin embargo, se detuvo frente a un par de bloques departamentales, tan viejos como descuidados―. ¿Dónde se supone que estamos, Sam?

No había que ser muy genio para darse cuenta que aquella parte no era una zona segura.

Sam apagó el motor y suspiró. Lo vi dudar un par de veces pero luego terminó hablando:

―Bien, no te enojes Becky ―empezó, y supe de inmediato que iba a terminar enojándome―. Hice planes antes de que terminaras conmigo. Pero no quiero cambiar eso ―volvió a dudar un segundo y me miró a los ojos con cautela―. Hoy vamos a dar el siguiente paso a nuestra relación.

Lo miré confundida, tratando de descifrar a qué se refería con dar el siguiente paso.

¿Acaso se refería a...?

―No bajaré del auto ―dije decidida, al entender hacia dónde iba la discusión, y terminé cruzándome de brazos.

―Becky, ya estamos aquí. No lo hagas más difícil.

―No pienso moverme de aquí Sam, no puedes obligarme a entrar.

―Está bien, pero no creo que quieras quedarte aquí fuera por mucho tiempo ―dijo señalando un grupo de hombres que miraban hacia nosotros desde una esquina, bebiendo cerveza y fumando quién sabe qué―. Yo voy a entrar a casa, los tíos de allá no son muy cordiales con las chicas bonitas ―soltó antes de salir del auto y cerrar de un portazo.

Rápidamente salí de allí y lo seguí. Claramente estaría más segura estando con Sam que al alcance de aquellos hombres. De todos modos, solo estaría ahí hasta que Natanael pasase por mí.

Entramos al edificio destartalado y me guió hacia las escaleras, ya que el ascensor estaba fuera de funcionamiento. Mientras subíamos, leí que Natanael se disculpaba por no poder buscarme, que solo trabaja en horario nocturno.

¿Y ahora qué?

Austin. Tenía que textear a Austin.

―Mira Becky, no me gusta que estés molesta conmigo ―dijo Sam mientras terminábamos de subir los escalones e ingresábamos a un pasillo―, mi idea es perfecta. A lo mejor después de este momento, sí aceptarías tu parte de la relación, y seríamos novios de a dos, como tú dices.

―Sí, sí ―respondí sin prestar atención, ya que me encontraba escribiéndole un mensaje a Austin.

«Necesito ayuda con Sam, estoy en su apartamento»

Ambos estábamos frente a una puerta de metal, bastante estropeada, y bastante acorde al lugar también.

―En verdad quiero que esto funcione Becky, no me imagino una vida sin ti. A lo mejor me dirás que es absurdo, ya que hubo un antes de conocerte, pero desde que estas a mi lado, veo las cosas de una manera distinta y lo siento si me pongo cursi y raro, y a veces hago cosas que te molestan o te incomodan, pero yo realmente lo estoy intentando ―paró para respirar, ya que había dicho todo atropelladamente―. Solo quiero tenerte conmigo, a mi lado. Saber que nunca te irás.

Luego de eso, me besó.

Pero no me besó como las veces anteriores, en las que solamente unía nuestros labios como lo haría con un beso en la mejilla.

Esta vez tomó mi nuca y me besó con desesperación.

Un pequeño gran problema [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora