III

185 25 5
                                    

Porque podría mirarte durante un simple minuto y encontrar miles de cosas que me gustarían de ti

Desperté y eran las dos de la tarde, estaba sola en la cama, pero se notaba el rastro de otra persona en ella, eso confirmaba el hecho de que Cristian durmió conmigo, no había sido un sueño.

Decidí bajar al comedor cuando mi estómago rugió con fuerza recordándome que ya era hora de alimentarme, al llegar al comedor vi en la mesada una pequeña olla al lado de una esquela que decía "almuerzo-desayuno. Nos vemos a la noche". Cristian sabía que yo me despertaría tarde, me sonroje ante la idea de que me cuidase de esa manera siempre, luego maldije en mi interior el saber que él estaba enamorado de otra chica, jamás podría ser yo.

Sería un gran hombre, mejor que mi papá.

Me dispuse a comer el contenido de la olla y después de limpiar todo lo que había usado decidí distraerme mirando el televisor, no había nada interesante, cambiaba y cambiaba de canal hasta que una noticia llamó mi atención, según decía, un hombre había sido hallado muerto al costado de un arroyo, era algo que normalmente no me interesaría mucho, una noticia común, pero ese no fue el caso, el cuerpo se hallaba a orillas de un arroyo que se situaba a solo unos kilómetros de mi casa, por lo que decían los periodistas fue un asesinato por venganza porque dejaron una carta en el bolsillo del muchacho que decía "se atrevió a tocarla". Un extraño escalofrío recorrió todo mi cuerpo, la idea de que maten a un hombre tan cerca de mi casa me era horrorosa. Estaba tan atenta a la noticia que la notificación del celular me tomó por sorpresa, tanto que casi me atraganté con el agua que bebía. Era un mensaje de Cristian.

"No salgas de tu casa y no recibas a nadie, yo llego en un momento"

La verdad era que yo jamás salía ni recibía a nadie así que no había de qué preocuparse, era bastante antisocial, pero ¿qué demonios significaba eso? Otro mensaje de Cristian me dejó aún más consternada.

"Entraré sin tocar, no abras a nadie"

Por mí, todo bien, sería obediente y no pasaría nada malo, pero, para mi sorpresa, varios golpes a la puerta me hicieron saltar del sillón, sentí mi corazón latir rápidamente, el miedo se apoderó en un segundo de mí. Cristian había dicho que entraría sin tocar así que ese no debía ser él, miré a mi alrededor buscando algo con qué defenderme o algún lugar donde ocultarme para siempre. No supe en qué momento mis piernas comenzaron a temblar, pero estaba tan nerviosa que hasta podía escuchar los latidos de mi corazón.

Seguían tocando y me acerqué a ver por la mirilla, al otro lado de la puerta estaba un hombre pelirrojo, vestido extravagantemente, con estilo puramente medieval, tenía una cota de malla sobre algún tipo de tela negra y sobre todo eso llevaba una especie de delantal que le llegaba hasta la pantorrilla, tenía el dibujo de una flor en el centro mismo del torso y un cinto de cuero que dividía lo último de la parte baja de aquel caballero, sólo le faltaba un caballo a su lado y una espada envainada en el cinturón para completar su look. Los golpes eran incesantes y cada vez con más fuerza. Yo retrocedí unos pasos para decidir hacia dónde huir, de pronto él habló.

— abra la puerta dama, mi señor quiere verla

¿De qué diablos habla? ¿Dama?

Decidí que lo más sensato era no abrir la puerta y esperar a que llegue Cristian.

— no abre señor, ¿la abro a la fuerza? — dijo y esperó un momento— está bien.

Unos segundos de silencio fueron interrumpidos por golpes tan fuertes, parecían llenos de ira, yo entré en pánico, unos cuantos golpes más con esa fuerza y hasta la casa caería entera.

HIJOS DEL FUEGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora