XII

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Vas buscando tu fuerza, vas buscando al amor.
Vas buscando a ganas de encontrar una razón.

Mira lo buscas, míralo junto a ti
¿no ves que te acompaña? Siempre está ahí.

En blanco, mi mente se quedó en blanco, no sabía qué hacer, ni cómo reaccionar.

- ¿Qué demonios pasa por tu cabeza? - dijo Yuki.

- no quise molestarte, es que, aquí, de ésta forma, conocemos mejor a las personas, no es que vaya a sacarte a tu novia- respondió el moreno.

Yo seguía petrificada, ya me era incómoda esa cercanía de rostros y peor aún ese beso, mi primer beso, el que tenía reservado para Cristian.

- ¡Julieta, Julieta! Reacciona- decía Inaia, yo no me movía.

La rabia se apoderó de mí de un momento a otro al reproducir en mi mente nuevamente el contacto de sus labios con los míos, sentía mi sangre arder y mi cabeza me dolía.

- Cristian- dije entre dientes.

- ¿Qué? - Inaia parecía no entender lo que sucedía en mi cabeza y no la culpaba, ni siquiera yo lo entendía muy bien mis sentimientos en ese momento.

- esto no se puede quedar así - murmuré, me puse de pie, parecía que algo se había apoderado de mi cuerpo- era mi primer beso- grité- no tenías derecho a robármelo.

Me acerqué al moreno con pasos largos y lo miré a los ojos, era abismalmente, más alto que yo, aparté a Yuki con mi mano en su hombro y lo miré sin parpadear, sentía que mi piel ardía.

- ¿quieres otro? - preguntó riendo y sus amigos comenzaron a reír y burlarse de mí. Todos estaban detrás de él.

El moreno se acercó nuevamente a mí, pero ésta vez, como si la sangre me impulsara a hacerlo, levanté la mano con rapidez y fuerza y lo golpeé en la mejilla, él llegó al suelo levantando polvo. Después de unos segundos se puso de pie, sacó su mano de la mejilla golpeada, al parecer no medí mi fuerza, porque tenía una marca roja con la forma de mi mano, se acercó a mí con toda la intención de vengarse por el golpe que le propiné, me di cuenta de lo que hice y retrocedí unos pasos y cuando estaba por llegar a mí una pared de piedra lo detuvo, yo caí al suelo de la impresión.

- ¡Ya basta! Eso te lo mereces Tokkata- dijo un hombre al costado del camino- los cuatro, váyanse si no quieren salir goleados.

- sí señor- dijeron todos a la vez y escuché pasos alejarse.

"¿Un loco más?"

El hombre estaba vestido de blanco casi marrón por el polvo, parecía una vestimenta de doctor, sólo le faltaba los bolsillos grandes al costado del pantalón. Su remera blanca de cuello V parecía de un diseño del mundo de donde yo venía. Tenía el cabello negro y alborotado, sus ojos enormes y de color miel contrastaban perfectamente con su piel tostada, parecía de la misma edad de Cristian, aunque mi vecino no parecía de su edad.

- perdónalos, ellos son chicos bastante problemáticos- dijo dirigiendo su mirada a mí y ofreciendo su mano para ayudarme, obviamente yo la rechacé, me puse de pie sola y lo miré molesta. Se quedó mirándome por un momento y luego continuó- es cierto que no eres una vestaina normal, tus ojos son como los de Inaia y tu piel blanca como la de Yuki.

- ¿los conoces? - dije sorprendida.

- él es como un curandero- dijo Inaia- siempre visita a nuestra madre Mar.

- se va a aprender nuevas técnicas con ella- agregó Yuki, instintivamente llevé mi mano al cuello recordando que la venda aún seguía ahí.

- sí, mi nombre es Artiqueman, es muy difícil así que llámame Arti- dijo sonriendo- creo que ésta noche la pasaran aquí, ya se pone oscuro y lo que menos quieren es dormir afuera.

HIJOS DEL FUEGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora