XXIII

79 12 4
                                    



No hago lo que quiero, hago lo que no quiero
No hago lo que me plazca, hago lo que me desagrada
Por ti oráculo busco el bien del mundo
Por ti princesa desafío a los dioses.



Yuki me miró a los ojos, el beso había concluido, pero él seguía transmitiendo ternura, ese ósculo suave y amable aún me quemaba en los labios, sus ojos celestes y oscurecidos parecían penetrar toda mi alma, pidiendo a gritos que me quedara quieta y para siempre, así, tomando su mano y mirando sus ojos. Estaba sorprendida, pero no disgustada, aún sentía mi corazón latir en mi cuello, de pronto Yuki movió un mechón de mi cabello rojo que había caído y obstaculizaba mis labios y dejó su mano junto a mi oreja, tenía una mirada extraña, no podía descifrarla por completo, ya no veía al chico inocente y animado que había conocido, hasta el brillo de sus ojos parecían haberse apagado.

— Julie— era la voz de Cristian desde abajo.

Yuki sostuvo mi mano con fuerza, tratando de evitar que yo lo soltara, trague saliva y baje levemente la cabeza pidiéndole amablemente que ese momento tan íntimo se diera por concluido, pero él no se movió.

— Julieta— volvió a gritar Cristian—  Julieta

—  Yuki—  terminé por decir, su nombre parecía saborearse entre mis dientes—  tenemos que bajar.

No se movió, temía que Cristian subiera y nos vea así, no sabía por qué, pero tenía en mente que, tal vez me había ilusionado un poco con el anterior abrazo que me regaló mi vecino o solo no quería que pensara que me gustaba otro, el problema con esto último era que, esos momentos, ni siquiera estaba segura de decir que mi amigo de ojos celestes no me gustaba. Como Yuki no se movía simplemente lo empujé un poco e intenté liberar mi mano. Cristian seguía llamándome, y su voz estaba cada vez más cerca.

— tenemos que irnos— dije.

— tú quieres mucho al príncipe ¿verdad? — por fin había hablado, pero hubiese preferido que se mantuviera en silencio— por eso vas junto a él cada vez que te llama y le pasas tu mano para descansar, para estar con él, para que te cuide.

— Mira, yo lo conozco desde mucho antes de conocerte a ti, él me protege porque se comprometió a hacerlo frente a mis padres, además...

— Alair también juró protegerte y mira lo que te hizo.

— Cristian no es como Alair, ¿Qué intentas lograr?—  dije, ya me sentía un poco molesta.

— vamos a fingir que nada de esto pasó— dijo y se puso de pie, como aún sostenía mi mano yo también lo hice— yo te obligué a que me besaras, no te sientas mal por esto.

— Yuki, yo...— Intenté hablar, pero él se alejó en dirección contraria a la voz de Cristian, quería decirle que, en realidad, él no era el único culpable, que yo también, muy dentro mío, había querido besarlo, pero, no me dejó hablar.

Me quedé ahí parada, sin saber qué hacer, estaba metida en nueva crisis, creí que ya no podía soportar todo lo que estaba pasando, tenía que cuidar al hijo de Axalia y no tenía idea de quien era, tenía que salvar un reino y no sabía cómo, tenía que definir mis sentimientos, pero tampoco sabía que hacer respecto a ellos. ¿Por qué quería besarlo si minutos antes había dicho a Fa que yo quería a Cristian? ¿Por qué mi corazón no era indiferente a Cristian? Si yo sabía que él no me veía más que como una niña a quien debía cuidar ¿qué era Cristian para mí? ¿qué era Yuki para mí?

HIJOS DEL FUEGOWhere stories live. Discover now